lunes, 7 de agosto de 2006

EN 2006, 60 ANIVERSARIO DEL BIKINI

Han pasado tres meses desde mi última actualización… Cambios en mi vida y, sobre todo, cansancio, han hecho que no haya vuelto a escribir nada, aunque realmente tenía ganas. Pensé en reciclar trabajos, traducciones, etc., pero no me convencía la idea. Es cierto que puede resultar igual de interesante para quien lo lee tanto si reciclo cosas ya escritas como si me pongo a investigar a ver qué encuentro en Internet, pero lo que a mí realmente me divierte es investigar. Husmear en webs, blogs y foros, en periódicos on-line y en páginas de publicidad. Hay un mundo maravilloso que descubrir en Internet.
Esta vez me he decantado por algo muy mío: el bikini. Adoro los bikinis, es agosto, es el cumple de la prendita y todo el mundo tiene algo que decir (si no, mirad en Internet, mirad).
Si ya lo había dicho antes, lo reitero ahora: este blog es para mis comentarios personales, con sentido o sin él, sobre las cosas de la vida que me alegran o me fastidian pero, sobre todo, que me alegran.
No quiero que mis entradas sean críticas o simplemente se conviertan en un lugar donde volcar mi rabia sobre las cosas que no me gustan.
Así que escribiré sobre algo no tan profundo, pero muy divertido y, sobre todo, que a mí me interesa. Empiezo con algo que me encanta y que muchos ya tienen el gusto de conocer como una de mis características: la moda. Qué se lleva, qué no se lleva, de qué están hechas las cosas, qué prendas dan más calor en verano, qué tipo de tacón va más con una falda… Frivolidades que a menudo nos hacen la vida más llevadera.

Pues bien, el bikini cumple 60 años.
Muchos hemos visto cientos de veces las mismas fotos de aquellas actrices y modelos famosas que lucieron por primera vez el bikini. Pero algunos, como yo, no sabíamos (salvo Marilyn Monroe) ni el nombre… Es lo que tiene la incultura del cine…

Pero, ¿qué hubo antes del bikini?
Como bien se apunta en alguna página web, ya había bikinis en la Antigüedad, como muestran unos mosaicos del 300 a.C. hallados en una villa siciliana (si queréis saber más, pulsad aquí y leed en inglés). Pero yo no me quiero remontar a aquellos tiempos…

Si alguien ha estudiado un poco la historia del turismo (aquí hay una buena referencia), sabrá que tuvo su origen en el siglo XIX, con la Revolución Industrial. Sin ella, no habría habido masificación en las grandes ciudades, trabajos aún más esclavos que los anteriores y los consecuentes movimientos a favor del trabajo digno y el descanso. Fue también en aquel entonces cuando se inventó la locomotora, medio de transporte masivo que facilitó el nacimiento del turismo para las clases medias (¿sabéis que se considera el primer viaje turístico el que realizó un grupo de personas para asistir a un congreso anti-alcohol? – qué distinto de las vacaciones etílicas de algunos en las Baleares…).
Pues bien, aunque parezca que nada de esto tiene que ver con el bikini o su primo mayor el bañador, lo tiene.
Antes de que las clases medias (existieran y) pudieran irse de viaje, sólo los ricos y los de sangre azul se permitían viajes semi-turísticos. Los viajes de balneario, tan de moda hoy en día, ya los hacían ellos entonces (podéis leer “Ana Karenina”, de Tolstoi) o los viajes de estudio, algo así como un Erasmus por toda Europa, eran una obligación entre los jóvenes varones “hijos de” (podéis leer “Frankenstein”, de Mary Shelley).
¿Nunca os habíais preguntado por qué los de alta alcurnia tenían la piel blanca como el mármol?
Estar moreno era un símbolo del populacho, que tenía que labrar los campos al sol, llevar los rebaños a pacer o bajar a lavar al río.
Por ello, cuando en el siglo XIX se empieza a ver a señoritingas por las playas de la Bretaña francesa todas llevan vestidos blancos de manga larga y hasta los pies y siempre se tapan la cabeza con una sombrilla a juego. No se trata de combatir el calor al modo de los nómadas del desierto, no. Lo que ocurre es que en aquel entonces se dice del mar que tiene un valor terapéutico y tiene un fin como el de los viajes a aguas termales y balnearios. Además, se viaja en invierno.

No me hagáis recordar en qué momento empezó a llevarse aquello del producto “sol y playa” porque no lo recuerdo. Sea como fuere, a nosotros nos vino de perlas. Será por playas en una península… Si en un principio se vendía el Cantábrico, después se pasó a vender el Mediterráneo…
Y llegó la conocida canción de Fórmula V, de una tal Eva María que se fue a buscar sol en la playa (y que, por supuesto, no olvidó su bikini de rayas), y llegaron las consabidas “comedias” tan típicas y tan conocidas por nosotros como la muerte de Chanquete, en las que los españoles se ponían las botas con las suecas que se paseaban en bikini por la playa (cosa que sé, de fuentes fidedignas, fue verdad: primero con el bikini y más tarde con el topless y el nudismo). Porque, salvo en lo del matrimonio homosexual, España siempre ha ido a la cola de Europa…

Pero antes de saltar a 1946 y al nacimiento del bikini, merece su espacio el bañador (aquí, historia resumida del bañador):
- 1890: Nace el primer bañador: Se constituye de camisa pantalón y calcetines para el hombre y la mujer.
- 1915: Desaparecen los calcetines de la vestimenta de playa, pero las mujeres todavía se ponen camisones, camisas largas y faldas para bañarse. Sin embargo los hombres pueden lucir pantalones cortos.
- 1930: Año en el cual aparece el primer bañador femenino propiamente dicho. Elaborado con lana, su escote en forma de camiseta y los pantalones deberán cubrir los muslos. Esta prenda mojada pesa más de tres kilos. En este mismo año Coco Chanel pone de moda el bronceador del rostro.

Volviendo al 5 de julio de 1946, tras el intento fallido del francés Jacques Heim de popularizar el “átomo”, nombre que le dio a su prenda de baño por su ínfimo tamaño, fue su compatriota Louis Réard quien realmente suscitó la esperada polémica.
Réard bautizó el dos piezas con el nombre del Atolón Bikini de las Islas Marshall, donde desde aquel año y hasta 1958 EE.UU. realizaría pruebas con bombas de plutonio. Tal era el “bombazo” que el creador del bikini esperaba.
Pero el bikini no era una prenda casta que cualquier mujer pudiera llevar en la playa. Ya lo indicaba el hecho de que Réard no consiguió una sola modelo que quisiese ayudarle a promocionar la prenda. Fue Micheline Bernardini, una bailarina del Casino de París, la única que aceptó la oferta.



Los estadounidenses decían del bikini que era “tan pequeño que revelaba todo acerca de una chica salvo el nombre de soltera de su madre”. La actriz estadounidense Esther Williams diría: “Un traje de baño es la menor cantidad de ropa que puedes llevar en público, así que será mejor que te lo pienses. Un bikini es un impulso que ni siquiera se piensa”. En 1951, los bikinis se prohíben en los desfiles tras el Concurso de Miss Mundo.
Pero también hubo quienes apoyaron el bikini. La figura de Brigitte Bardot fue clave en su promoción en las playas de Saint Tropez y Cannes (Francia) y después en la película “Y Dios creó a la mujer” en 1957. Lo mismo ocurriría con muchas canciones en EE.UU., que llevarían el bikini a los oídos de muchas jóvenes.







Aún así, el uso habitual del bikini no llegaría hasta los años 60. Dicho uso fue favorecido especialmente por la invención de la lycra, con la que llegan los primeros bañadores elásticos y, sobre todo, menos pesados que los de lana o algodón, en lo que a comodidad se refiere.

Pero el mayor problema, como reflejan los comentarios de la gente y las prohibiciones, fue la ética. Los regímenes español, griego y portugués, mucho más cerrados, fueron mucho más tardíos a la hora de abrirse al bikini y al escote en la moda de baño.

Una prenda mucho menos conocida y aún más provocadora se inventó poco después, en 1964. Fue el estadounidense Rudi Genreich quien dio vida al monokini, la primera forma de topless. Como se aprecia en las fotos, es una especie de braguita de baño con tirantes, lo que hoy compararíamos más con un trikini picante que con hacer topless.



Y el bikini va ganando adeptos.
En 1966, Raquel Welch luce su bikini en “Hace un millón de años”. Qué decir tiene que el bikini se ha convertido en una prenda más en el camerino de las estrellas: Ursula Andress (en 1962)o Halle Berry (en 2002) como chicas Bond, Carrie Fisher (en 1983) como la Princesa Leia… o Halle Berry (en 2002) como chicas Bond, Carrie Fisher (en 1983) como la Princesa Leia…


Pero hay unas prenditas que le van ganando terreno al bikini, aunque son para las más atrevidas (que no para las más guapas).
Se trata del tanga y del microkini (ni siquiera sabía que existía esta última palabra).
El tanga es muy muy conocido, y no sólo como ropa interior. Ya es un elemento más del ligoteo en la costa de Levante, sobre todo para las que se han pasado todo el invierno dándose rayos uva (algo que me parece malísimo, pero allá cada cuál).
¿Y quién tuvo la idea? ¿Quién creó el tanga? Como ya imaginábamos o sabíamos, el tanga proviene de Brasil. Y la idea fue de Carlo Ficcardi, allá por 1974. Personalmente, no creo correcto considerarle un creador puro, ya que es más obvia la existencia ancestral del tanga que la del bikini (sino, sólo pensad en los nativos de Suramérica o África). Eso sí, es revolucionaria la idea (igual que sucedió con el bikini) de proponer que una prenda de ese tipo se exponga en una cultura como la occidental, si bien el tanga vio el camino un poco más allanado.
Acerca del microkini, es esa prenda tan minúscula (a eso sí que lo imagino como “átomo”) que, cuando la ves en la playa (sin saber, por supuesto, que tenga nombre propio), te preguntas cómo hace esa chica para que no se le vea el vello… Cuando la respuesta es más que obvia…

Así que ahora conozco muchas más prendas de baño de las que jamás creí que pudieran existir, y todo poco después de serme desvelado lo que es un trikini (a mi modo de ver, un bikini que no es bikini porque no hay dos piezas, sino una única o dos unidas por una tercera – que normalmente no se puede separar –, y que tampoco es bañador porque no cubre lo suficiente). Es decir, aquello que uno no sabe muy bien lo que es (¡y a veces ni cómo se pone!) pero que es bastante divertido para la vista y, supongo, para desnudarse después de haber tomado el sol…

Como en casi todo hoy en día, se puede aplicar a los trajes de baño aquello de “el libro del gusto Dios lo dejó en blanco” (dicho de mi abuela que me parece muy original, aparte del de “para gustos los colores”, que viene a decir lo mismo).
Las hay que prefieren el bañador deportivo, las hay que prefieren llevar un micro-tanga y “las habemos” que nos gusta volver al culotte.
Y es que las modas vienen y van, y con la que vuelve vienen los estampados geométricos e hipnotizantes, que conviven con los hibiscos surferos, o los bikinis con cinturón, que conviven con los tangas de “hilo dental”.

Y, ahora, para abroncar un poco a muchos (y muchas, ojo) internautas, diré que el tanga nos está “prohibido para gordas”, ni “prohibido para celulitis” ni “prohibido para feas”.
Por ahora no veo en las playas de Marbella ni a Pamela Anderson ni a Carmen Electra, pero tampoco a Jose Solano ni a Jason Momoa (más desconocidos por eso de que no llevaban pecho de silicona). Sin embargo, sí veo a los David Hasselhoff a los que nadie prohíbe la entrada. Hombres peludos, barrigudos, calvos…
Sí, es que la mayoría de la gente no somos perfectos. Ni yo, ni ellos, ni ellas.
Tenemos estrías, tenemos celulitis, tenemos barriguita… Si no lo tuviésemos, probablemente tendríamos playa privada… o las habría con problemillas.
¡Animo a cada cuál a vestir con lo que más a gusto se encuentre! Son las chicas guapísimas que promocionaron al cumpleañero bikini las que hoy le sacan unos cuantos añitos…

Unas cuantas webs más:

La historia del bikini en imágenes”, de Stilo (Noticiasdot.com)

Más fotos, estas de 20Minutos.

Sobre la historia del bikini.

Y un reportaje más.