lunes, 9 de octubre de 2006

El héroe más sencillo, el que perdió la heroicidad

Hay héroes de epopeya y héroes cotidianos, pero nadie encuentra fácilmente el héroe simple y mundano más admirable (y, menos aún, entre los pequeños grandes héroes de nuestro día a día…).

Siempre he preferido a los héroes fantásticos antes que a los históricos.
Cualquiera creería que un héroe histórico, fiable, que llevó a cabo hazañas verdaderas y no fabuladas, tiene más mérito que aquel al que alguien sacó de su cabeza.

Pero, para empezar, los héroes fantásticos ya nacen de la cabeza de otro héroe pensador (como Atenea de Zeus). Esos héroes parten de la fantasía e imaginación de su creador (como la criatura – no monstruo – del Dr. Frankenstein) pero, para continuar, ¡la superan y van más allá!
Los héroes que nacen de otro héroe ficticio o de la mente de un creador que los plasma en el papel, en la película o en la memoria colectiva, van creciendo aun cuando su creador muere. Es la leyenda que se forma a su alrededor.
Pero hay algo más. ¿Nunca habéis añadido vuestro granito de arena, vuestro punto de vista, vuestra habilidad mágica a la de ese héroe? Vosotros también hacéis al héroe.

Creo que el primer héroe que me encontré en mi vida (bueno, mi primer héroe fantástico), fue Odiseo.
Un antihéroe, más bien, que no es el héroe fuerte, sino el héroe inteligente y, con el paso del tiempo, como ya apunté en otra entrada, el héroe astuto y en absoluto bondadoso.

También se me presentaron otros héroes, que eran los dioses del Olimpo, que realmente no lo eran, puesto que eran eso, dioses.

Pero hubo una época en la que los héroes se me antojaban seres fuertes, buenos e inmortales. Y ese era el héroe que yo quería ver en las novelas.

Mis siguientes héroes, después de los griegos, serían los de la saga de “El Señor de los Anillos”. Aunque, tristemente, tengo pocos recuerdos vívidos de aquellas lecturas.
No obstante, es todo un misterio, pero el prototipo de héroe que yo buscaba en el momento de leer aquellos libros no era el que hasta entonces había buscado. No era fuerte, aguerrido ni valeroso; no era la personificación del bien; ni mucho menos era inmortal ni tenía las formas de procurarse la vida eterna.
Como a muchos sorprende, mi personaje más querido de “El Señor de los Anillos” es Sam. Un ser normal y corriente, pero fiel y lo suficientemente valiente como para dar su vida por los demás pese al miedo…

Pero no me marcaron tampoco aquellos héroes “veloces como el viento” o “fuertes como qué sé yo”…

Un tercer héroe fantástico que yo recuerde como tal, y cada vez más alejado del prototipo originario de héroe, fue Don Quijote.
La gente suele reírse cuando hablo de Don Quijote (quizá es por ese interés que no comprendo de desprestigiar los bienes nacionales mundialmente conocidos), pero a mí no me importa.
Don Quijote, no sé ni el motivo, fue un héroe. Un héroe de espíritu, es posible, pero un héroe al fin y al cabo.
Un señor mayor, con la cabeza más allí que aquí, con un aspecto más que extraño y unas ideas descabelladas. No era fuerte, sino anciano; era bueno, pero su bondad muchas veces acababa en un punto bien distinto al que buscaba; y más que aguerrido era temerario.

Y me da miedo alargar mi lista de héroes personales, porque cada vez se volvería más irreverente…

¿Alguien puede imaginar un grupo más dispar que Hércules, montando a Pegaso, seguido de Sancho Panza y su borrico y a lo lejos la sombra de Gollum? (esta frase no es mía, se la robo a alguien que no la ha pensado para animarle a sonreír)

Ahora, ¿qué decir de los héroes históricos?
La lista es interminable y hay muchos para elegir.
Los hay que los buscan crueles, los hay que los buscan extravagantes y los hay que buscan al bueno más admirable.
En mi opinión, los héroes históricos no siempre se eligen (o, más bien, se crean) de forma justa. Hay muchos héroes históricos anónimos y muchos que no son nada héroes, sino personas que supieron estar en el lugar de la foto, como quien dice…
Alrededor del héroe histórico se crea todo un mito muchas veces innecesario. Es posible que se borren datos escabrosos de su historia para hacerle más bondadoso o que se le atribuyan aficiones extrañas para tenerle más miedo.

Lo cierto es que el héroe histórico es a veces una pura mentira.
Y, sí, tenemos la certeza de que el héroe fantástico lo es, pero nadie nos hace creer que sea real (si bien hay quien cree en ellos…).

El último héroe al que descubrí no fue, ni más ni menos, que al que redescubrí.
Mucho antes de aprender a leer y mucho antes de que nadie me contara historia, tenía cerca de mis primeros héroes: los cotidianos. En el fondo, eso es lo que son nuestro padre y nuestra madre. Ellos lo pueden y lo saben todo.

Pero el héroe ficticio supera al real, que acaba decepcionándote porque es una persona tan limitada como tú, que efectivamente no lo puede todo. Y el histórico desbanca al ficticio, pues el nuevo héroe es el que lo tiene todo: el que lo puede todo y a la vez es real.

Y aquí es donde aparece el héroe inclasificable. El héroe sencillo, el héroe bruto, el héroe bondadoso y mortal. El héroe que pierde todo lo heroico para convertirse en el más fuerte.

Nunca antes había encontrado a un héroe igual.

¿Cómo puede ser un héroe un bruto y un sabio?
¿Cómo puede ser un héroe un animal y un padre?
¿Cómo puede ser un héroe implacable y tierno?
¿Cómo puede ser un héroe el que calla y ríe? ¿El que llora y besa?

Este héroe tiene nombre y apellidos y es mi prototipo de héroe, el que siempre había buscado cuando leía. Es ficticio, es bueno, es fuerte y tiene características cotidianas.

Su nombre es Caramon Majere.

Cuando empecé a leer los libros de la Dragonlance, he de admitir que fue por resignación. Yo había obligado a cierta personita a leer ciertos libros y, por lo tanto, tuve que leer ciertos otros como medida compensatoria.

Aunque no quiero que esto se convierta en una crítica a los libros de la Dragonlance, sí quiero dejar constancia de mi opinión (siempre tenemos opinión, ¿no es cierto?).
La verdad es que desde pequeña he leído libros bastante complicados. A los once años leí clásicos como “El Lazarillo de Tormes” o “La Odisea”, a los doce “La Ilíada” (aunque incompleto) y a los trece “El Señor de los Anillos” y “El Clan del Oso Cavernario”. Fuera de si son libros recomendables, de si gustan o de si entretienen, creo que son libros con cierta complejidad lingüística.
Por ello, cuando leí los libros de la Dragonlance (hará ahora un año), lo primero que pensé fue que los debería haber leído hacía mucho.
Me parecieron novelas ligeras, entretenidas, con argumentos bastante simples y personajes poco dibujados (hasta el punto de inventarme características físicas de los personajes que sí aparecían en los libros…). Sé que no es agradable leer esto cuando a uno le encantan estas novelas. Pero quizá gusta más que la novela pensar en cuándo uno la leyó…
Eso no quiere decir que no me crearan intriga o que no lo pasara bien. De hecho, leía media novela diaria cuando estaba en paro. Por otro lado, aprendí muchas palabras que no conocía (palabras relacionadas con el mundo de la guerra, por ejemplo).
Parece que no dejo títere con cabeza…
Por supuesto que las novelas tienen cosas positivas.
Sus creadores son otros héroes al crear un mundo entero, con sus razas y sus especies, con diferentes culturas, con diferentes modos de vivir… Yo no habría sido capaz de hacerlo nunca y nunca lo podré hacer.
Pero creo que cuando lo escribieron pensaban en un público adolescente definido.

Sin embargo, se les coló Caramon Majere en las novelas.

Caramon Majere es un personaje enternecedor, un personaje bruto y a veces tonto que, pese a ser un mercenario, no mataría a una mosca que vuela a su alrededor.
Caramon es un héroe originario, fuerte, lleno de músculos y bueno por naturaleza. A veces con menos inteligencia que un héroe prototípico…
¿Pero quién daría su vida por un ser odioso, un parásito, alguien que le odia a más no poder? ¿Quién protegería mientras duerme al que le intenta matar?
¿Conocéis al hombre que tropieza dos veces en la misma piedra? ¿Y conocéis al héroe que tropieza tres? Ese es Caramon Majere.
Se equivoca, maldice, prefiere no pensar cuando no entiende…

Pero crece.

Es el único personaje que crece a lo largo de las novelas. Envejece de forma real. Madura de forma real.
Se le quedan clavaditas en el corazón las astillas de las heridas que más duelen y, como cuando nos hablan de un mal recuerdo, le hacen daño. Cada vez que late su corazón se le clavan un poquito más adentro.
Pero madura, vive su vida (o lo intenta)… Es abandonado, es apaleado, es castigado sin motivo… Y no desea el mal.
Matan a sus hijos… Y no desea el mal.

Es un héroe que empieza a odiarse, un héroe que pierde todo lo heroico, que pierde su fuerza y su dignidad.
Sus músculos se vuelven grasa y sus casi dos metros de altura caen redondos al suelo de las borracheras.

¿Alguien ha visto alguna vez un héroe fantástico tan real y deprimente?
Pero no te decepciona ni le compadeces.
Piensas en él como en aquel amigo que llevó su vida por mal camino, o al que se la hicieron llevar, y sólo quieres que se recupere.

Por eso el héroe menos heroico, aquel que eructa, aquel que insulta, aquel que está podrido por dentro por culpa de una terrible enfermedad que se llama alcoholismo, no deja de ser un héroe.

“Leyendas de la Dragonlance” me parece más la historia de superación de un mortal mundano y corriente que las aventuras de un héroe, hijo de dioses, hijo de la magia o fuerte por naturaleza.

Mientras algunos verán intrigas eclesiásticas o luchas de gladiadores, yo veía a un hombre luchando por conocerse. Ese es el verdadero héroe.

Por eso es el héroe que me gusta abrazar.




Su buen corazón hace que consiga amigos con facilidad, aunque su ingenuidad a menudo saca de quicio a todos. Pese a todo, resulta ser un excelente compañero, tanto por su descomunal fuerza, como por su característica visión del mundo que le rodeaAQUÍ.

Caramon es abierto y honesto, amante de la diversión y jovial, atractivo y de constitución fuerte. Caramon piensa despacio y le hace falta una gran cantidad de tiempo para considerar una situación desde todos los ángulos antes de decidir cómo actuar. Tampoco se valora demasiado a sí mismo, principalmente debido a que su gemelo y todo el mundo le está diciendo siempre que es “lento y torpe”. La verdad es que es bastante inteligente, pero le falta confianza en sí mismo.
Caramon, sin sentir más que vacío en su interior, lo compensa sobreprotegiendo a su gemelo más débil e intentando vivir la vida indirectamente a través de su hermano.
En contraste con su gemelo, Caramon es la viva imagen de la buena salud. Es corpulento e inmensamente fuerte gracias a haber trabajado como campesino en su juventud. Es aficionado a la comida y a los aguardientes fuertes. Con su pelo ondulado y aspecto atractivo, también es el preferido de las mujeres, que se sienten atraídas tanto por su fuerza como por su naturaleza sensible. Aún así, Caramon sigue siendo fiel a su gemelo, incluso cuando Raistlin no parece merecer tal lealtad. A sus amigos les cuesta aceptar y comprender la relación de los gemelos y esperan que, algún día, Caramon se aparte de la sombra de su hermano
.” AQUÍ.

Caramon Majere es un coloso entre los hombres. Tiene 25 años y 6'3" pies de estatura. Pesa más de 220 libras, es enormemente fuerte y, básicamente, un arsenal andante. Al margen de su gigantesco físico, tiene unos enormes y cariñosos ojos azul claro y un largo cabello castaño. Las mujeres encuentran a Caramon increíblemente bien parecido, y sus numerosas cicatrices de guerra hacen que les resulte aún más atractivo. Con frecuencia, se puede encontrar a Caramon con una mirada confusa en su cara.
Caramon es un apacible gigante... cuando quiere. No obstante, en realidad es el mejor golpeando cabezas de goblin entre sí. Caramon tiene la tendencia a analizar excesivamente las situaciones. Esto provoca que normalmente parezca lento y torpe ante sus amigos, pero, si se le da tiempo suficiente, las conclusiones a las que llega son con frecuencia bastante profundas. Caramon tiene tres amores en su vida: las mujeres hermosas, la cerveza y su gemelo. El último de sus amores resultaría una equivocación.AQUÍ.

¿Quién quiere leer? Para quien le gusten las aventuras y los dragones. Y también para quien quiera conocer a un héroe.

El Orbe de los Dragones” me parece una web bastante buena.
Aquí podéis leer la opinión de otros lectores de “Leyendas de la Dragonlance” y “Crónicas de la Dragonlance”, que son los seis libros que yo he leído.

Hay mucho amante de Raistlin (por lo que ya hay aquí escrito, el “tercero en discordia” entre “mi historia y la de Caramon”). Yo creo que “Leyendas de la Dragonlance” (ya respondiendo a los lectores de El Orbe) no es la historia de Raistlin. Ni tampoco creo que sin él no hubiese habido historia. Cierto, no la habría habido, pero tampoco sin Caramon. Son las dos caras de una misma moneda. Y si a unos les atrae el personaje malvado, a otros les atrae el bondadoso. Personalmente, pocos personajes de ficción me han resultado tan despreciables ni tan odiosos como Raistlin. Y no es por su ansia de poder, que puedo comprender, sino por la forma de tratar a su hermano. Pero ahí está el valor de estas novelas. ¡Me hacen enfadar! Y si un libro me hace enfadar, eso es que transmite, ¿verdad?

Por último, había pensado incluir aquí la definición que yo tenía de héroe en mis apuntes, pero no es necesario buscar tanto. En Wikipedia hay un artículo muy interesante. También está muy bien el de “antihéroe”, con enlace en la misma página.