miércoles, 14 de octubre de 2009

“El amor duele”

Cada vez que iba a la tienda de cómics me llamaba la atención un pequeño volumen de manga con la sobrecubierta amarilla.

El dibujo principal, aquél que tanto me atraía, era un retrato de una mujer en actitud cotidiana. La chica se agarraba un pelo con una mano y con la otra, ayudada de sus dientes, abría una horquilla para sujetarse el moño. Su mirada parecía absorta y su gesto era lejano; el cuerpo inclinado, el cuello de cisne.
Las líneas delicadas, la superficie plana y negra del pelo y la falta de volumen en el dibujo me recordaban enormemente a los retratos del
ukiyo-e. En ellos, a menudo aparecen mujeres con un espejo, un cepillo, etc. mostrando sus actividades diarias.

Aunque la carátula del manga en español no es la que aparece en
el original, nos da una idea muy acertada y bastante aproximada de lo que vamos a encontrar en el interior (a esto hay que añadir que la imagen del rizador de pestañas utilizada en la portada original también es muy sugerente).

Y, cuando tuve el manga en casa y lo leí, no me decepcionó en absoluto.

Se trata de pequeñas historias, trozos de la vida de unos jóvenes unas veces absortos y perdidos (como la chica de la portada) y otras veces tremendamente decididos. Como ocurre con las novelas de Tanizaki o Kawabata, parece que la autora nos abre una pequeña ventana a la vida de sus personajes. A través de ella los observamos, durante un momento. No hay historia previa ni sabemos qué les pasará en el futuro. Vemos un instante de cotidianeidad plasmado en el papel a través de unas pocas líneas (tanto las que limitan el dibujo como las que sirven de diálogo o pensamiento a los personajes).
Las historias son sencillas: una pareja y un test de embarazo, una chica que le quita el novio a una amiga, un chico que se prostituye para poder vivir despreocupadamente. Quizá no son personajes tan habituales o quizá no estamos acostumbrados a ver personas tan intensas. Quizá es un retrato de la juventud japonesa, que por un lado ha perdido un poco las guías que siempre les han encaminado (o enclaustrado) en su sociedad y por otro quiere salirse de la norma y hacer su propia historia.

Lo que es realmente bello es el dibujo: el trazo simple y ligero, la ornamentación nula y los planos a veces extremadamente cercanos. Por ejemplo, hay una viñeta en la que aparece el torso de una chica desnudo, con el pecho estirado porque está tumbada. La naturalidad de la imagen es de una belleza asombrosa y, curiosamente, lo que le da el realismo al dibujo a la vez se lo quita, porque el encuadre es tan cercano que cuesta distinguir los miembros del cuerpo.
Como ya había comentado, el color (negro) apenas aparece, salvo para algunos personajes a los que se les ha coloreado así el pelo. El dibujo es limpio y los fondos, vacíos casi siempre, son los que parecen llenar el espacio. Es decir, que el espacio está lleno de vacío, aunque sea una paradoja.

A pesar de tanta sencillez (de argumentos y de técnica), es brillante la expresividad que tienen los personajes. Personajes que lloran, gritan, desconfían... Los rostros expresan todo eso y, cuando la autora no quiere que muestren tan abruptamente sus sentimientos, coloca a los lados del dibujo los pensamientos (poéticos) de sus personajes.




Centrándome un poco más en la autora, Kiriko Nananan (魚喃キリコ), no puedo contar mucho. He encontrado poca información acerca de ella y en la Wikipedia (tanto en la japonesa como en la inglesa y la española) los artículos no son nada extensos.
Kiriko Nananan nació en 1972 y en 1997 publicó otra obra que le dio mucha fama: “Blue”. Sin embargo, ésta última no la he leído.
No soy especialista ni muchísimo menos en manga, pues apenas lo leo, pero por lo que he leído, la obra de esta autora se enmarca en el género “jôsei” (女性). El género “jôsei” engloba las obras cuyo público son mujeres, jóvenes y adultas. Además, generalmente la autoría es de mujeres. Se caracteriza también por contar historias más o menos realistas, en las que el personaje es tratado de forma más humana y menos “cómica” o “idealizada” (caso del “shôjo”, 女性).

Lo que me parece una lástima es que un libro como “El amor duele” no haya llegado hasta hace más o menos un año a España. Y llega como novedad, cuando se publicó en Japón en 1997...
La editorial es
Ponent Mon, que ha traído pequeñas joyas realmente interesantes, como “Fresa y chocolate”.

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