lunes, 16 de agosto de 2010

Siempre se coincide en el adjetivo “tierno”

Hablando de “La sonrisa etrusca”, siempre aparece la palabra “tierno”. No sólo en la conversación, también en los foros, las críticas…
Es una novela sencilla, pero con muchas pretensiones (por eso de “sencillo y sin demasiadas pretensiones”). El autor,
José Luis Sampedro, nos mete en el corazón del viejo Roncone y, al mismo tiempo, creo que llega a adentrarse, anónimamente, en el de cada uno de los lectores.
Es revivir lo que hemos vivido (como bebés, como Brunettinos) y lo que todavía no (como abuelos, como Bruno o Salvatore), de modo que recordamos lo vivido y llegamos a sentir lo que sintieron por nosotros. Tan profunda, tan honda, es la narración en esta novela.

“La sonrisa etrusca” arranca de una situación bastante cotidiana: la de los hijos que recogen al padre, ya anciano, en su pueblo natal, porque llevándole a la ciudad le asegurarán un mejor diagnóstico y un mejor tratamiento. Y, seguidamente, arrancan las disputas, las dificultades en la convivencia, la diferencia generacional, etc.
Como dice mi abuela, “lo decían los antiguos”. Expresiones como ésta abundan en la novela y nos posicionan, por una vez, del lado del viejo. Que quizá siempre pensamos que no comprende, pero nos cuesta verle como incomprendido.

Y lo curioso, lo realmente bonito, es ver como una persona a la que se supone (mal supuesto) “acabada” por padecer un cáncer y que, además, no se encuentra en un medio en el que encaje fácilmente, consigue, con su especial personalidad, hacerse un hueco y ganarse el afecto de muchos.
Me pareció muy realista el pasaje en que zío Roncone conoce al estudiante Valerio Ferlini. Primero, como muchas personas mayores, el señor Roncone se le acerca para decirle bien a las claras lo mal que hace su trabajo (el libro completo,
aquí).
"En lo alto de la escalera apoyada contra el tronco, un hombre con el chaquetón amarillo de los jardineros municipales. Su hacha levantada amenaza ya otra rama. El viejo estalla, su grito es una pedrada:
-¡Eh usted! ¡Respete esa rama, animal!
«Ahora baja y nos liamos», piensa.
El podador, un instante paralizado, inicia, en efecto, el descenso. «Ahora», se repite el viejo, cerrando el puño y pensando cómo compensar su inferioridad combativa frente al hacha. Pero cambia de actitud al acercársele el podador, un muchacho con sonrisa embarazada y gesto amistoso.
-Lo hago mal, ¿verdad?
-¡Peor que mal, sí! Esa rama es justo la que debe quedar. ¿No ve que acaba de cortar otra debajo, en la misma línea?... ¿Dónde aprendió el oficio?
-En ningún sitio.
-¡Maldita sea! ¿Y le permiten seguir matando árboles?"

Y, después, se ofrece a enseñarle.
"Alarga la mano hacia el hacha:
-Deme eso.
Subyugado por la entonación, el joven le entrega la herramienta y el viejo va hacia el árbol. El muchacho teme que ese anciano pueda caerse, pero le ve escalar los peldaños sin vacilar. Al momento, ¡qué seguridad en los golpes! Primero considera brevemente la fronda, reflexiona, acaba decidiéndose por una rama y chas, chas; la derriba limpiamente."

Hasta que, poco a poco, surge la amistad.
"El joven le acoge confuso.
-¡Qué vergüenza! -murmura.
-Vamos, vamos, muchacho, nadie nace sabiendo... Pero menos mal que no le dieron una sierra mecánica, porque hubiera dañado todos los cortes.
-Me dejaron una el primer día y la estropeé -confiesa el muchacho con un asomo de sonrisa-. Desde entonces trabajo con el hacha... Usted sí que sabe... ¿Podador?
-No del oficio, pero entiendo. Soy hombre de campo, ¿no lo ve?
-¿De dónde?
-De Roccasera, por Catanzaro -proclama el viejo, desafiante.
-¡Calabria! -se alegra el muchacho-. Por allí tengo yo que ir el próximo verano.
-¿De veras? -se anima el viejo ante ese interés-. ¿Para qué?"


Pero hay dos momentos clave en la novela, a mi parecer: el descubrimiento del nieto y el redescubrimiento del amor (¡o el descubrimiento del verdadero amor!).

Creo que Sampedro nos regala la visión más positiva de la vejez: el viejo puede disfrutar de los que llegan, que le proporcionan una inmensa ilusión, pero al mismo tiempo encuentran ilusiones en sí mismos.
No es fácil para quienes, como Roncone, han tenido una vida dura (sin padre, partisano en la guerra…) y se han tenido que labrar su propio camino. No es fácil para quienes han disfrutado de las cosas más superfluas de la vida por no tener tiempo más que para trabajar y pelear.
Pero a una edad avanzada el viejo Salvatore experimenta la satisfacción de enseñar al que no sabe, de querer a un nieto como no pudo querer a sus propios hijos (sin padre y acostumbrado a que los niños son para las mujeres).
Y, lo que más le sorprende a él mismo, a su edad llega a enamorarse, en calma, en una relación llena de tardes al sol y caramelos de café (como las de abuelos y nietos). No es un amor del que se vive bajo las sábanas ni por la noche. Es un nuevo amor, más asentado y más profundo, el que sienten él y Hortensia.

"Su último pensamiento, antes de rendirse al sueño, es que Brunettino, acunado en sus viejos brazos, sin duda se siente tan en su nido como él ahora en el sillón de Hortensia. ¡Por eso la sonrisa feliz entre los rosados mofletes del niño!
Sentada enfrente, la mujer le contempla, sus manos sobre la falda. La cabeza ligeramente ladeada y, en los ojos, hondísima ternura derramándose hacia ese hombre. En el corazón, melancolía indecible; en los labios, un asomo de serena sonrisa.
El viejo, dormido, no puede ver ni esa mirada ni la sonrisa. Pero cuando, una hora más tarde, retorna hacia el viale Piave bajo unas nubes desvaneciéndose poco a poco en el azul grisáceo, asoma a sus ojos -sin él saberlo- la misma ternura. Y llena su corazón idéntica melancolía."

Este es otro de esos pocos libros que tienen un final absolutamente predecible y al mismo tiempo deslumbrante.
Durante la lectura, tan tierna y apacible, a menudo se escapan sonrisas al lector. ¡Las ocurrencias de Roncone y su parecido con nuestros propios abuelos! Pero el lector sabe que el protagonista tiene un fin prefijado de antemano. No hay medicación ni intervención quirúrgica que valgan: el partisano Bruno está acercándose al final de sus días.
Pero la batalla personal que libra con su Brunettino, en lo alto de su cama lo cubre de gloria. Ya sin ver, consigue oír la palabra más buscada durante los últimos meses: “Nonno”.
La muerte llega tan lenta como transcurrió la acción durante toda la novela. Y Bruno descansa en paz, con su nieto abrazado a él, porque le quiere enormemente, aunque quizá pasados unos meses no lo recordará.



“¿Cómo surgió la idea de escribir "La sonrisa etrusca"?”
“Porque una madrugada oí llorar a mi primer nieto y me levanté a dormirlo. De no haber tenido ese nieto no hubiera nunca escrito el libro. En realidad, lo escribió él con año y medio.”

"Por eso te lo repito cuando te tengo en brazos: que te aproveches del mundo, y que no te dejes manejar y, claro, tú te lanzas por ahí a practicar... ¡Apréndetelo bien: hazte duro, pero disfruta los cariños! Como hacía mi Lambrino: topar y mamar... Sólo que el pobrecillo era un cordero y no podía llegar a fuerte, ¡pero tú eres hombre!
El niño practica, en efecto, cada vez más. A fuerza de tentativas ya se pone a gatas y recorre así la alcobita o el estudio. Ahora mismo está empezando a moverse, atraído por los pantalones del viejo, cuando de pronto suena un ruido mecánico persistente y el niño alza la cabeza con atenta mirada."

viernes, 2 de julio de 2010

“Prometeo encadenado”

Así se llamaba la obra de Esquilo que leí en la universidad.

Pero me gustaría aprovechar para comentar lo que más me ha gustado de las obras completas que he leído hace poco, aparte del interés que suscitó en mí la obra sobre el titán Prometeo.

En primer lugar leí la obra “Los persas”, sobre el ataque del ejército de Jerjes a Grecia, que fue la primera pieza teatral sobre un episodio histórico y no sobre uno mitológico, que era el habitual tema central. Este ataque que muchos ya conoceríamos, aunque en una versión bien distinta, por la película de “300”. Ahora me gustaría saber si se inspiró Frank Miller, de alguna forma, en aquella tragedia. Lo que sí es cierto es que no soy la única que se lo ha planteado.

Comenta Carlos García Gual la posibilidad de que “en estos tiempos en los que la Historia del mundo antiguo y los grandes textos del mundo clásico parecen haber quedado bastante marginados de los estudios habituales, estas películas sobre antiguos héroes y batallas casi míticas pueden actuar a modo de curioso reclamo, porque el mundo que evocan en sus imágenes es espectacular e intrigante. Tal vez a algunos espectadores les muevan, por curiosidad, a contrastar sus imágenes en la lectura de los textos originales.” Eso es lo que espero yo cuando en casa cuento las historias que leo en el teatro griego, como si fuesen cuentos, pero creo que realmente debe de tener su interés el relato oral porque no he visto hasta ahora ningún acercamiento al papel.
Este es un tema muy interesante que merecería desarrollarse, pero no es éste el momento.

No sólo por lo que al cine se refiere, sino por todos aquellos sectores que muchas veces son denostados como entretenimiento barato o incluso nocivo (léase videojuegos, juegos de rol, etc.). Sin embargo, considero que como entretenimiento, para empezar, tienen un gran valor y, además, en algunos casos cumplen esa función de reclamo de la que hablaba García Gual.


Las obras de las que quería hablar aquí realmente son las que componen la Orestíada (trilogía sobre la figura de Orestes). Se ve que me pierden las historias de familias atormentadas por la tragedia y la culpa heredada…
En este caso, Esquilo escribe “Agamenón”, “Coéforos” y “Euménides”.


Tal como lo describen aquí, la primera trata de cuando “el rey Agamenón regresa al hogar desde Troya y es asesinado a traición por su infiel esposa Clitemnestra”. Yo no lo definiría tan categóricamente. Cierto que Agamenón fue asesinado a traición por su esposa, que lo ahogó mientras lo bañaba después de haber tendido alfombras por el palacio para que entrara el héroe de Troya.

Pero yo añadiría la palabra “infiel” delante de la palabra “rey”, para hacer la ecuación más equilibrada y al mismo tiempo más verdadera. Según he podido leer, hubo una época en la que igual que los crímenes de guerra eran considerados un derecho intrínseco a la victoria en la guerra la infidelidad no era realmente algo reprobable. Ni para ellos ni para ellas. Y si bien a mí me parece reprobable, lo es tanto para él (el esposo) como para ella (la esposa). He aquí una de las primeras razones por la que me parece tan enriquecedora la Orestíada: la lectura de esta obra se puede hacer desde diferentes prismas, según sea el momento y el lugar donde se lee. Así, el autor lo escribió en una época por unas razones y ahora nos gusta o disgusta por estar en otra época y entender distintas razones.

Parece que en la web citada, de algún modo (aunque sea involuntario), se critica la actitud de Clitemnestra. Sin embargo, su figura ha sido estudiada a lo largo de la historia y sin duda es por las opiniones encontradas que genera su actitud.Así comienza un artículo muy interesante de Guadalupe Lizárraga:

“El prestigio de Clitemnestra es el prestigio del mal. No es cualquier prestigio. No se trata de la reputación de la bruja de los cuentos de hadas a quien nos enseñan a temer desde niños y nos hace sufrir con sus intenciones maléficas. Tampoco es la célebre femme fatale, esa irresistible amante vestida de encajes negros, devoradora de virtudes masculinas. Menos aún, goza de la admiración que produce el horror de la muerte vengada a sangre fría, pues Clitemnestra no es a la mirada antigua la madre sufriente que asesina para reivindicar la memoria de su hija sacrificada. El prestigio de Clitemnestra es el prestigio urdido en una paradoja. Su fama es proporcional al odio que suscita su existencia.”
Me atrae la figura de Clitemnestra como en su día me atrajo la de Antígona.

Clitemnestra lucha contra la injusticia, en este caso, la cometida contra su hija Ifigenia. Esta hija fue sacrificada por su padre, el rey de Micenas Agamenón, porque era este el único modo de terminar con Troya. Se olvidó de esto, al parecer, Electra, la otra hija, la que sobrevivió, la que azuzaba a su hermano Orestes en Sófocles para acabar con la vida de su madre.

Clitemnestra puede verse también amenazada por el fin de su relación extramatrimonial (aunque Agamenón se trae a la princesa de Troya, Casandra, como concubina) o por el fin de su mandato en el palacio y la ciudad. Sin embargo, no es esto lo que parece transmitir Esquilo en su obra.

“Clitemnestra: Vas a oír esta sacra ley de mis juramentos: ¡por la justicia, cumplida con mi hija, por la Ruina y la Erinis, en cuyo honor he degollado a éste, ningún barrunto de miedo va a pisar mi casa mientras Egisto siga encendiendo el fuego de mi hogar, si me es fiel como antaño! Pues éste es el escudo no pequeño de mi valor. Aquí yace el que mancilló a esta mujer, él deleite de las Criseidas al pie de Ilión, y ésta es su esclava, su adivina y compañera de lecho, su fiel concubina decidora de oráculos, conocedora por igual de los bancos de los marineros. Ambos han obtenido lo que se merecen: el así, ella, en cambio, yace tras haber entonado cual cisne su lamento postrero de muerte, ella, su amante, y a mí me ha reportado un condimento para sazonar mi lecho.”


Respecto a “Coéforos”, no despertó tanto mi interés puesto que ya había leído la historia en la obra de Sófocles.

No obstante, es muy interesante la tensión que sufre Orestes, hijo del asesinado, hermano de la asesinada e instado por su otra hermana a vengar la muerte del padre. Por si no fuera poco el verse envuelto en una tradición familiar de asesinatos, el mismo dios Apolo le ordena cumplir la venganza en la figura de su madre. Por ello, tras matar a Egisto, el amante, mata también a su madre. Seguir las instrucciones del dios o las de Electra no le hace sentirse orgulloso de sus actos y acaba preso de la locura.

“Clitemnestra: ¡Ay de mí! Comprendo las palabras de tu enigma. Con dolos moriremos, como precisamente matamos. ¡Que alguien me dé rápidamente un hacha matadora de hombres! Veamos si vencemos o somos vencidos. Hasta aquí he llegado en mi desgracia.”
“Clitemnestra: Parece que vas a matar a tu madre, hijo.
Orestes: Tú te vas a matar a ti misma, no yo.
Clitemnestra: ¡Mira, guárdate de las perras vengadoras de una madre!
Orestes: Mas a las de mi padre, ¿cómo escaparé si renuncio a esto?”
“Clitemnestra: ¡Ay de mí! Tras haberla parido crié esta serpiente. En verdad el terror de mis sueños fue sumamente adivino.
Orestes: Mataste a quien no debías. Sufre ahora lo que no se debe.”

Me parecen palabras de una gran fuerza: “las perras vengadoras de una madre”, “crié esta serpiente”, “sufre ahora lo que no se debe”. Todos actos contra natura, intrínsecos de una familia envuelta en la culpa que pasa de generación en generación y que se ensaña en su propio círculo más íntimo.


Por último, lo que me parece el clímax de la trama, aparecen en escena las Erinias, “las perras vengadoras”. Además, en este caso, son el coro. Quizá esto esté presente en otras piezas, pero es la primera vez que lo leo y me ha parecido impresionante el efecto que causa un coro que actúa, que obedece, que atosiga, no un coro que sigue la acción de los personajes principales casi como mero espectador (los ciudadanos, los marineros, los etcétera).

Las Erinias me ponen los pelos de punta. Me las represento como mujeres de caras pálidas pero de piel oscura, con ojeras, con largos vestidos negros, harapientos de arrastrarlos allá donde van persiguiendo a su víctima. La piel reluciente, sudorosa, goteando sangre de otros por los codos, con los dedos largos y huesudos, las uñas largas y bonitas pero de un color macilento.“A nosotras al nacer esta suerte fatal nos fue encomendada, apartar nuestras manos de los inmortales, ninguno toma parte con nosotras en el banquete. De peplos blancos privadas, sin derecho a ellos fui creada. Elegí la destrucción de los hogares. Cuando Ares doméstico a un pariente mata, contra éste, ¡oh!, lanzándonos aunque sea fuerte, igualmente lo debilitamos con sangre reciente. Mas, porque nos aprestamos a eximir a otros de esta preocupación, a hacer que los dioses no tengan que cumplir las plegarias que se nos hacen, a que no tengan que instruir causa, Zeus tuvo por indigna de su compañía a esta raza odiosa que gotea sangre. Las glorias de los hombres, aun las muy respetadas bajo el éter, desvaneciéndose bajo tierra, se consumen sin honor ante nuestros asaltos de negros vestidos y las danzas odiosas de nuestro pie. (…) Y cuando cae, no lo sabe por su loco extravío. Tal es la oscuridad que la mancha hace volar sobre el hombre y tenebrosa niebla por su casa vocea la fama de muchos gemidos. Éstos son nuestros intereses, buenas en urdir y en cumplir, rememoradoras de males, augustas e inexorables para los mortales, rechazadas por nuestro oficio no honrado, separadas de los dioses en ciénaga sin sol, en rocas impracticables, iguales para los que ven y para lo ciegos. ¿Qué mortal, pues, no respeta y tema esto, cuando oye mi ley fijada por el hado, otorgada por los dioses para su cumplimiento? En mí hay un antiguo privilegio y no estoy sin honores, aunque tenga bajo tierra mi puesto y en tinieblas sin sol.”

viernes, 18 de junio de 2010

"La muerte es simplemente no haber estado"

Poco antes de salir del trabajo, he recibido la noticia de que hoy nos ha dejado José Saramago.
Me veo con mi nuevo libro de Saramago en el bolso, deleitándome cada día en el tren, y ahora sólo puedo pensar que, aunque me queda toda una vida por leer, no leeré nada nuevo de este maestro de las palabras.
Seguiré embaucada por "La ceguera" un par de semanas más, pero por el momento se me pone un nudo en la garganta y se me agolpan las lágrimas en el borde de los ojos. Como si leerlo fuese un sacrilegio cuando realmente es mi mejor homenaje.

Cuántas veces pienso en cómo ser al menos la mitad de buena que los que se van.
En lo literario o en lo moral. En definitiva, en la forma de enfrentarme a la vida.

lunes, 7 de junio de 2010

Creación de una Blythe mulata

Si hay entre las Blythe customizadas algún tipo al que pueda calificar de "favorito", ese es el de las Blythe negras y mulatas.
Y, como ya comenté anteriormente, no podía quedarme sin tener una e intentar hacerla yo misma.

En este caso lo que hice fue comprar una Blythe ADG (Ashton Drake Galleries), que son las primas americanas de las Takara japonesas. Ahora que he tenido una en mis manos, he constatado las mil diferencias que hay entre unas y otras (aunque comparo, por supuesto, el modelo ADG con el modelo RBL de Takara - y Takara tiene otros tipos de moldes para sus muñecas).
Las ADG se pueden comprar por unos 60€ en e-bay y fue básicamente por esto que me decidí a comprar una. Elegí la Pow Wow Poncho, una muñeca rubia vestida como los nativos americanos: un poncho y unas botitas de "ante" marrón y un mono blanco debajo. Puesto que mi idea era modificar totalmente la muñeca, la elegí, dentro de las ADG, por su atuendo (es el poncho de flecos que lleva mi muñeca Geraldine al final del tutorial en el que explicaba cómo modificar una RBL Takara Cappuccino Chat). Poco queda ya de esa melena rubia y de esa nariz respingona.

La primera diferencia (¡crucial!) que nos encontramos al intentar abrir la ADG fue que la cabeza, en lugar de tres piezas básicas, sólo tenía dos.
Recordando la forma de abrir la cabecita de una Blythe, lo que hay que hacer en primer lugar es desatornillar los tornillos que tienen en la parte posterior de la cabeza. Después, metiendo un objeto con punta (una aguja de ganchillo puede ser lo ideal) en el agujero del que sale el hilo para cambiar los ojos, se saca de su sitio el muelle que tiene dentro para hacer que, al cambiar los ojos de color, la subida de párpados sea automática. En el caso de la RBL, ya se podía presionar la cabeza por la mitad (más o menos a la altura de las orejas) y las dos piezas se separaban. En este caso no fue así... La ADG tiene la cabeza totalmente dividida en dos y la parte superior de cada mitad está unida al "cuero cabelludo" ("scalp", que es como lo llaman en todas partes, suena mucho mejor...). Así que no se pueden separar sin romper el scalp. Por ello cortamos con un cutter toda la base del scalp, para separarla de esas dos mitades y después, al tirar, pudimos comprobar que el scalp estaba totalmente pegado, pero a base de bien.
Así que la segunda diferencia, aparte de las piezas que forman la cabeza, es la cantidad ingente de pegamento que llevan las ADG.
Una vez separado el scalp, me di cuenta de que no podría reutilizarlo ni cortando el pelo rubio porque se podría romper en cualquier momento, así que compré uno a través de la web de Cool Cat.

Después empecé con el trabajo de los ojos. Yo me dediqué a las pestañas y mi chico a los ojos (eyechips), y la verdad es que no sé quién se llevó la peor parte... En este caso, también encontramos cantidades ingentes de pegamento al enfrentarnos a nuestra tarea. Tuvimos que ayudarnos del agua caliente para reblandecerlo, pero aún así no fue todo lo efectivo que necesitábamos.

Después de haber quitado todos los eyechips (más abajo aparecerá una foto para recordar un poco el proceso) y la mayor parte de las pestañas (en el ojito izquierdo me quedaron algunos restos que se partieron y que no salieron de raíz con las pinzas...), encontramos la tercera diferencia entre las ADG y las Takara. Y esta diferencia es bastante más importante que las anteriores. Porque, si bien el pegamento entraña una mayor dificultad en el trabajo, lo que constatamos ahora fue que la calidad de las piezas de las ADG es bastante menor que la de las Takara. No tengo fotos, desgraciadamente, pero una vez quitamos los chips vimos que dentro de los ojitos la base blanca sobre la que se sostiene el ojo en muchos casos estaba rota y no estaba pegada a los eyechips, es decir, ya estaba rota antes. Me dio, por tanto, un poco de miedo poner los nuevos eyechips, por si el pegamento se salía por esos agujeros y se estropeaba el mecanismo, pero, por suerte, no hubo para tanto.Al igual que el scalp, compré los eyechips en Cool Cat. Compré dos planos y dos normales (con "setita", como yo digo).

En los que tienen "setita", lo ideal es pintarla de negro para que la pupila quede totalmente destacada. En la foto se aprecia bastante bien la diferencia y, en este tipo de ojos, con motivo floral, es espectacular cómo queda la pupila, pues parece el botón de la flor.
En cuanto a los eyechips planos, utilicé la plantilla de "chips realistas" que amablemente colgó Mimoko en su web. Ciertamente, el adjetivo de "realistas" les viene que ni pintado. Probé con varios colores (aunque mi idea inicial eran unos verdes y unos grises o azules, por lo que ya había elegido los eyechips verdes y grises) y al final elegí los que ya tenía en mente. Una vez recortados y pegados, el resultado es magnífico.
Y aquí es donde se ve, también, la foto que recuerda cómo sacar los eyechips. Nosotros calentamos el tubo de un boli bic hasta que se derrite y luego, al presionarlo contra el eyechip, los dos plásticos (en principio, porque con la ADG nos costó una barbaridad...) se funden y al tirar se saca el eyechip para poder colocar el nuevo.

En esta muñeca intenté hacer un importante trabajo de esculpido, ya que quería hacer algo más trabajado que con Geraldine y mucho más exagerado a la vista, puesto que, en cierto modo, mi idea era retratar los rasgos de una persona de raza negra. Por eso, aplané la naricilla respingona de las Blythe, intentando que acabara en una forma más redondeada, con aletas más separadas y pronunciadas también. Marqué más los agujeros de la nariz y, eso por cuestión estética nada más, agudicé la forma del lacrimal.

Pero el trabajo más importante se lo llevó la boca. Quería hacer unos labios gruesos y carnosos y, al mismo tiempo, que la boca estuviese entreabierta y enseñase los dientecillos. Fue un buen trabajo de limas y cutter de precisión, si bien, como no soy ninguna experta, el cutter se me escapó un par de veces y no hubo forma de tapar esas líneas después (al menos, yo no sabía cómo hacerlo...). De todos modos, mientras yo trabajaba con las limas, nadie a mi alrededor veía ni la forma de los labios ni los dientes que yo decía que tenía la muñeca. No sería hasta que estuvo totalmente pintada que sus rasgos tomaron forma del todo.
Respecto al color de la piel, ahí no fui yo la autora. Requerí la ayuda de una experta del aerógrafo pues creímos que con pincel se podría estropear totalmente el trabajo que ya llevaba hecho en la muñeca. Y con la pintura negra y marrón dimos con el color que yo buscaba, un marrón chocolate tirando a tostado.
Hasta que no estuvieron pintadas todas las partes de la cabeza y el cuerpo (acentuando el color dejando las plantas de los pies blancas), no me puse con la boca. Utilicé un marrón casi negro para delinear los labios y después lo fui aclarando para pintar los labios de fuera hacia adentro. Después, con un rosa muy claro, pinté la boca desde los dientes hacia afuera, hasta que el rosa y el marrón se hubieron mezclado perfectamente. Por último, con un pincel realmente fino, pinté los dos dientecillos.
El maquillaje de los párpados en este caso fue un dibujo de estrellitas y círculos blancos que después repasé en dorado (ya me habían avisado de que, si pintaba directamente en dorado, el color no destacaría sobre el marrón).Pero el maquillaje sobre una muñeca negra es bastante más sencillo que sobre una blanca, en el sentido de que no tuve que lijar la cara ni tampoco quitar el maquillaje que viene de fábrica (ahora se entrevé debajo de la pintura aerografiada, pero me gusta el efecto).

El paso final, el que convirtió a la muñeca en una niña de verdad (como en Pinocchio), fue el pelo.
Estaba demasiado cansada y también demasiado asustada como para coserle el pelo a la muñeca, así que opté por el camino fácil: una peluca. Pero la peluca era una verdadera locura. Había visto decenas en e-bay y nada me convencía; hice encuestas entre amigos, hice fotomontajes... Pero nada me daba la solución. Finalmente, ya que llevaba bastante dinero invertido (muñeca, scalp, eyechips...), fue el factor económico el que me hizo elegir. Cuando una de las pelucas que me gustaba salió a subasta, pujé por ella y me la llevé por casi la mitad de lo que costaba cualquier peluca.
No era mi peluca favorita porque era muy exagerada pero, después de un drástico corte de pelo, se convirtió en la peluca ideal. He de decir que el corte fue después de pegar la peluca en el scalp (que a su vez pegué sobre las dos mitades de la cabeza una vez que la muñeca estuvo totalmente montada, con el mecanismo de los ojos en su sitio y la cabeza atornillada), pues no quería cortar sin saber cómo estaba quedando.
Y, voilá, así es como Pow Wow Poncho pasó a ser nuestra pequeña Tabitha.

viernes, 4 de junio de 2010

"Edipo Rey" y "Edipo en Colono"

Después de un par de intentos fallidos (y no por falta de ganas, sino por falta de tiempo), hoy he acabado de leer las "Tragedias completas" de Sófocles.
Puede parecer mucho trabajo, pero realmente son sólo siete obras completas las que se conservan: "Áyax", "Las Traquinias", "Antígona", "Edipo Rey", "Electra", "Filoctetes" y "Edipo en Colono".
He de decir que las que no me han gustado demasiado han sido "Electra" y "Filoctetes". La primera por lo histriónico de Electra que, a la sombra de Antígona, es una heroína de palabra pero que no llega nunca a actuar. Y la segunda por el artificio de Hércules como deus ex machina; aparte de que me parece una obra mucho más lenta y de acción en cierto modo más previsible (y eso que era la única historia de todas las tragedias que no conocía previamente), este tipo de finales para el teatro no me gustan. Aunque en opinión de los críticos de la edición que he leído sea el final más adecuado y mucho mejor utilizado que en la obra de otros autores griegos."Las Traquinias" me resultó muy agradable de leer y la historia de la mujer de Heracles, Deyanira, y el papel que tuvo en la muerte de aquél, muy interesante. Me gusta leer en las obras todas las historias de la mitología que conozco por citas, pies de página diccionarios... Ver de pronto una obra entera dedicada a un momento concreto de la vida de un héroe griego me parece fascinante.

Del mismo modo que me fascinó el "Áyax". Es el modelo de héroe que admiro (como cuando hablé de Caramon, un héroe de un contexto muy distinto): pasional, fuerte, terco. Y en esta obra se le presenta cuando acaba de ser consciente que la venganza que quería perpetrar contra sus compañeros griegos la ha llevado a cabo sobre los rebaños del ejército, que yacen degollados alrededor de su tienda. Y, dentro de su tienda, un carnero atado, al que él creía Ulises. El héroe que quiere vengarse de aquellos que le roban lo que merece (la armadura de Aquiles, que debía ser entregada al más valiente entre los griegos cuando este muriera) se ve cubierto de la vergüenza cuando descubre que, ciego por mandato de los dioses, ha descargado su ira sobre los rebaños que habían de alimentar al ejército. Pero, antes de ser víctima de escarnio público, decide lavar su honor suicidándose y se clava la espada que le dio su enemigo, Héctor.
(hablando a su mujer y a su hijo, con el niño sobre su regazo) "Aúpalo, aúpalo aquí, pues no temblará, no, aunque acaso dirija la mirada a esta carnicería recién perpetrada, si es que por parte de padre, es hijo mío legítimo. Al contrario, hace falta adiestrarlo enseguida en los crudos comportamientos de su padre y que se le iguale en su natural. ¡Hijo, ojalá seas más afortunado que tu padre, y, en lo demás, igual, que entonces no serías nada vil! La verdad es que ahora tengo que envidiarte esto, el que no te enteras en absoluto de los males presentes, pues la vida más agradable radica en la falta de conocimiento, lo que te durará hasta que empieces a darte cuenta de la alegría y de la tristeza. Cuando llegues a eso, es preciso que pongas al descubierto entre los enemigos de tu padre qué valiente eres y por qué valiente padre fuiste criado. Pero hasta entonces nútrete de suaves aspiraciones, ilusionando tu tierna alma, lo que constituirá motivo de alegría para tu madre."

Aún así, si dejo para el final las tres obras relacionadas con la familia de Edipo, es porque son las que más me han gustado, tanto por el tema como por la profundización en los personajes y en la historia.
Ya hablé cuando leí "Antígona" de quién era Edipo y, realmente, de eso trata "Edipo Rey".
Cuando Edipo libera de la terrible efigie a la ciudad de Tebas, recibe como recompensa la mano de la reina viuda, convirtiéndose de este modo en rey. Lo que él no sabe es que la reina viuda es realmente su madre, de la que fue separado de niño porque sus padres decidieron abandonarlo a su suerte al saber que sería su hijo quien le matase a él y quien después tuviera hijos con ella. Pero ni Yocasta ni Edipo saben con quién se están casando realmente.
En "Edipo Rey", comienza la obra cuando Creonte le expone a Edipo la forma en que el antiguo rey fue asesinado. Y Edipo, en su buena fe y como obligación de rey, decreta que aquel que matara a Layo sería castigado con el destierro de Tebas. Según avanza la obra, se van descubriendo más detalles de la forma, el lugar y la manera en que fue asesinado el rey. Y, poco a poco, Edipo va siendo cada vez más consciente de las semejanzas que tiene el caso con algo que a él mismo le ocurrió tiempo atrás, cuando mató a un hombre... hasta que empieza a sospechar que fue él mismo quien mató al rey (y, además, su padre, aunque él eso no lo podía saber de ningún modo).El adivino Tiresias, que también aparece en Antígona, es el que trae buena parte de las malas nuevas a Edipo:
"¿Es que todavía no lo has captado ni lo has sacado por deducción? ¿O es que me estás tentando a que continúe dando más explicaciones? (...) Afirmo que eres tú el asesino que andas buscando encontrar."
Pero, igualmente, lleva hasta el oído de Edipo otras insinuaciones no menos graves:
"Afirmo que se te oculta que tienes trato, el más infame, con los seres más queridos, y que no te das cuenta en qué tremenda infamia estás metido."
Lógicamente, Edipo se enfada con el adivino y le trata de insolente. Sin duda, Edipo es un pobre inocente que sufre el destino que le ha tocado y del que, de momento, nada comprende. Pero su familia está condenada por los dioses (la culpa se hereda), como lo estuvieron/están sus padres y lo estarán sus hijos.
Antes de marcharse, Tiresias sermonea a Edipo con lo que no es tanto una premonición como quitarle la venda que tiene ante los ojos (y la que, en cierto modo, él mismo se volverá a poner):
"Esto es lo que tengo que decirte: el individuo ese al que hace tiempo buscas amenazando y proclamando públicamente como el asesino de Layo, ése está aquí. A juzgar por las explicaciones es extranjero afincado aquí, pero luego se evidenciará que es un tebano indígena, y no se alegrará por esa suerte, pues marchará ciego tras haber visto, y mendigo en vez de rico, a tierra extraña tanteando el suelo con un bastón a medida que va caminando. Y se evidenciará que él es a la vez, pese a tratarse de una sola persona, hemano y padre de sus propios hijos, y de la mujer de la que nació hijo y esposo, y de su padre compañero de fecundación a la vez que su asesino."
Edipo le habla a su esposa, Yocasta, de las predicciones del adivino, que precisamente le ha sido presentado por Creonte. Pero ella, para quitar hierro al asunto, le habla de la inutilidad de los adivinos y le cuenta lo que a ella y a Layo les ocurrió años atrás, cuando un adivino predijo el futuro infame que les esperaba a ellos y a su hijo. Para evitarlo, ellos abandonaron a su hijo en un monte y, pasados los años, fueron unos bandidos los que acabaron con la vida de Layo en una bifurcación de caminos.
Curiosamente, esa historia que debería haber disipado las dudas de Edipo le hace pensar en la veracidad de las afirmaciones de Tiresias. De pequeño, él fue abandonado en un monte y, años después, en una bifurcación de caminos, tuvo un encontronazo con unos extranjeros que cada vez se le parecían más a Layo y su séquito. Al preguntar más detalles a Yocasta sobre la muerte de Layo, ya está totalmente convencido de que fue él el asesino.Edipo pide a Yocasta ver al criado que llevó a su hijo al monte para saber qué hizo realmente del niño y ella, aunque un tanto suspicaz, cede a sus peticiones y lo manda llamar, pues no se encuentra en la ciudad. Edipo le narra la historia de cómo huyó de su tierra, Corinto, al enterarse por el oráculo de que acabaría con la vida de su padre y que tendría descendencia con su madre. Así pues huyó de Corinto y sus pasos le llevaron a Tebas.
Si Edipo sospecha (se entera de la muerte de su padre en Corinto, pero luego le cuentan que era su padre adoptivo y se ve presa del destino de nuevo), Yocasta ya está absolutamente segura de lo ocurrido:
"¡Por los dioses! Si es que te importa algo, por poco que sea, tu propia vida no indagues eso. Bastante hay con que sufra yo."
Pero eso no es suficiente y, tras conocer al criado de la casa, Edipo ya está totalmente seguro de que es hijo de su esposa...
"Y tras cerrar de un portazo las puertas, una vez que entró adentro, invoca a Layo muerto hace tiempo ya, dedicando un recuerdo a su lejana sembradura por obra de la que él mismo había muerto y por obra de la que a ella la había dejado que trajera al mundo otra cosecha descastada labrada con su hijo, para unirla a los propios hijos suyos. Y lamentaba su tálamo en el que ¡desgraciada ella! había dado aluz a dos generaciones, de un marido otro marido, e hijos de otros hijos. cuando tras esto, muere ya nada veo, pues envuelto en griterío irrumpió Edipo (...). Justamente allí vimos, de frente, pendiendo, a la mujer colgada por el cuello de una cuerda lazada que se columpiaba. Y él, cuando la ve, lanzó unbramido espantoso ¡el pobre! y suelta la cuerda columpiante suspendida Y cuando ¡el pobre! yacía en el suelo, entonces el espectáculo siguiente era espantoso de ver. En efecto, tras arrancar de su vestimenta los broches labrados en oro con que se adornaba, los puso en alto y así golpeó el recinto de sus órbitas oculares, veladamente dando a entender intenciones de este tipo, que era un hecho decidido que sus ojos no habían de verle ni las calamidades que estaba sufriendo ni las que había causado (...)."

En "Edipo en colono", vemos a Edipo vagando por la Hélade como un exiliado pobre y anciano. Le guía en su exilio su hija Antígona, que le ayuda a encontrar el camino hacia el lugar donde quiere morir (aunque no ve, sabe adónde dirigirse) y también a encontrar el sustento. Y, en un par de ocasiones, su hija Ismena acude a su encuentro, para llevarle noticias. Las últimas, que sus hijos, Eteocles y Polinices, están a punto de enfrentarse para sentarse en el trono de Tebas.
Me ha parecido ésta una obra especialmente tierna en cuanto a la forma en que el anciano busca la paz; quiere refugiarse en un lugar donde le puedan proteger y al mismo tiempo huir de aquellos que le trajeron problemas: su familia. Sus hijas son las únicas, como se dice varias veces a lo largo de la obra, que merecen una vida agradable por mostrarse piadosas y cariñosas con él. No así sus hijos: Eteocles por usurpar el trono de su hermano y Polinicies por echarle a él de Tebas cuando por fin había empezado a ser capaz de convivir con su desgracia.
Sin embargo, Edipo no deja de ser una persona vehemente y apasionada. Busca en Teseo a un protector que le asegure una tumba tranquila en su reino, pero se muestra distante con otras personas con las que se encuentra (Creonte y Polinices), con una soberbia y un arrojo dignos de ver en un anciano. Bien es cierto que su cuñado y su hijo van por él por el provecho que de él pueden sacar; el primero quiere raptar a sus hijas (quizá así le obligue a volver a Tebas, para poder enterrarle cerca de la ciudad para que no les cause nuevos males pero al mismo tiempo fuera del territorio del que fue expulsado) y el segundo quiere que su padre le apoye en su expedición contra Tebas y Eteocles porque, según el oráculo, vencería aquél de los hermanos que recibiese el apoyo de su padre. No obstante, Edipo sólo tiene para su hijo duras palabras:
"Precisamente fuiste tú, ¡el colmo de la ruindad! quien cuando ocupabas el cetro y el trono que ahora ocupa tu hermano en Tebas expulsaste a tu propio padre que aquí está y lo hiciste apátrida y lo obligaste a usar estos harapos que lloras al verlos sólo ahora cuando se da la casualidad de que estás metido a la fueza en la misma dificultad que yo (...). Por eso tienes que saber que el destino te tiene echado el ojo, ¡y todavía nada en comparaión de cómo te lo echará dentro de poco!, si es que se están moviendo los referidos batallones hacia la ciudad de Tebas. Pues en modo alguno derribarás aquella ciudadela, sino que caerás tú antes manchado en sangre y de igual manera tu hermano (...). En fin, tú, vete en mala hora, despreciado y desposeído de un padre que soy yo, tú el peor, de los peores, tras haber recogido las Maldiciones siguientes que invoco contra ti así: ¡que ni logres con la lanza el dominio de la tierra de nuestra raza ni consigas regresar jamás al valle de Argos sino que mueras a mano de tu hermano y con la tuya mates a quien te expulsó! Esas son mis duras Maldiciones, e invoco lo primero a la detestable obscuridad del Tártaro para que te destierre allí, e invoco además a las diosas de este lugar, e invoco también a Ares, que es quien ha inculcado en vosotros dos este terrible odio."

Pero aquél que es duro, hiriente, también es una persona que dio amor a quienes se lo merecieron.
Y, pese a todos los males que, en su ignorancia, le persiguieron durante toda su vida y le obligaron a llevar una vejez de vagabundo, engendró dos hijas que bien merecieron llamarse así por el amor que le profesaron. Antígona, en este sentido, es la viva estampa de su padre: amantísima hija y al mismo tiempo luchadora exacerbada.
"Ahora vemos que había cierta añoranza incluso de las calamidades pasadas, pues hasta lo que en sí en modo alguno era grato grato resltaba al menos cuando lo tneíamos a él entre nuestros brazos. Padre, ser querido, tú, pese a estar recubierto de la sombra eterna en el mundo de ultratumba, sábete que ni aún así hay cuidado de que te quedes nunca sin mi amor y el de ésta." (esto último por Ismena).

Sobre Edipo en Wikipedia.
Para leer "Edipo Rey".

viernes, 26 de marzo de 2010

Lecturas recomendables


Voy a hablar de varias novelas que he leído y con las que he quedado muy contenta. Para variar, no desvelaré el final de las historias. La primera lectura es mi primer acercamiento a la literatura cubana. La segunda es mi primera novela de Saramago (pues estoy segura de que después vendrán muchas más). Y la tercera es una obra maestra de la literatura universal que, junto con la novela gráfica “Fun Home” de Alison Bechdel (2006), me ha empujado a buscar bibliografía sobre literatura estadounidense.




Leonardo Padura: “La novela de mi vida” (2002) y la saga de Mario Conde (1991 - 1998)


De este autor he leído tres obras. La primera de ellas, “Máscaras” (1997).

Es ésta una novela policíaca de la tetralogía “Las cuatro estaciones”, cuyo protagonista es Mario Conde. Como yo no sabía que se trataba de una serie, fue un libro que cogí en la biblioteca sin más y con el tiempo me enteraría de que era el tercero. No obstante, esto no fue impedimento para seguir la trama ni para disfrutar plenamente de los personajes. Es una característica muy positiva de este libro (y de “Paisaje de otoño” (1998), el cuarto, que también leí) la presentación que se hace de los personajes. Aun en el tercer y el cuarto libro se nos esbozan su historia y caracteres, de modo que no echamos de menos ningún detalle que pudo ser explicado en novelas anteriores, y tampoco cansa por la repetición.

Otra característica que a mí me entusiasmó de “Máscaras” que, a pesar de tratarse de una novela policíaca, hay mucha “literatura” en su interior. Es decir, que hay mucha poesía, mucha descripción; no es, por ser una obra de género, una obra menor en la que hay mucha acción y narración de acontecimientos.

Me gustó mucho asomarme al ambiente de La Habana por medio de este libro. Además, Padura se convirtió para mí en un embajador turístico de Cuba con “Máscaras”. Mientras lo leía, el verano pasado, tumbada en el césped de la piscina municipal, creía estar respirando el aire de La Habana y no el aire contaminado y clorificado que realmente respiraba... Vi colores, vi caras, vi olores; fue una sensación real del ritmo de vida de esa ciudad y de su gente. Y, por supuesto, ¡me sentí muy intrigada por probar su gastronomía!

Otra cosa que aprecio bastante cuando leo literatura iberoamericana es aprender el vocabulario de todos estos países, que me suena exótico y que entiendo sólo a medias. Es ciertamente interesante.

Antes de seguir conociendo a Mario Conde, Carlos el Flaco, Andrés o Candito el Rojo, decidí leer algo distinto. Y entonces fue cuando elegí “La novela de mi vida”, una historia sobre un filólogo, Fernado Terry, en busca de los documentos perdidos de José María Heredia, poeta cubano desconocido por mí hasta ese momento.

La forma en que Padura enlaza dos relatos, el de Terry, un exiliado que consigue volver a Cuba por las cosas que allí le quedan pendientes (entre ellas, la de encontrar una biografía escrita por el mismo Heredia), y el de la vida del poeta, que no es si no ese manuscrito que Terry está buscando.Ambas historias siguen un ritmo cada vez más fuerte, más rápido. Durante todas las páginas vemos a Fernando Terry acercarse al manuscrito y cómo se desvanece la pista que le ha llevado hasta ese punto, sin saber en ningún momento si llegará a encontrarlo o no al mismo tiempo que “leemos” ese manuscrito.

Me pareció una obra muy completa que deja claro al lector que todo en ella es ficción (no es de esas novelas históricas en las que dudas qué sucedió realmente y qué está adornando la historia). Y, al mismo tiempo, los temas de la búsqueda, el reencuentro, el amor abandonado... Todo lo que se plasma en el personaje de Fernando Terry.

Esta es una web para conocer un poquito más al autor.

Y aquí un par de párrafos que me gustaron mucho:

Todo el mundo se olvida de todo y siempre se dice que se puede empezar de nuevo y ya: está hecho el exorcismo. Si no hay memoria, no hay culpa, y si no hay culpa no hace falta siquiera el perdón, ¿ve cuál es la lógica?

Cuando saco esa cuenta, y no te creas que la saco todos los días, por Dios, me da pánico, pero sobre todo me da fuerzas. Porque lo único que me queda claro es que hay que vivir, y ni el odio, ni el resentimiento ni la frustración ayudan. A mí me costó trabajo, pero decidí que tenía que seguir viviendo.

José Saramago: “El hombre duplicado” (2002)


Este ha sido mi primer acercamiento a Saramago y, por lo que he visto en la red, podría haber estado más acertada.

Me quedo pues con las ganas de leer “El evangelio según Jesucristo” o “Ensayo sobre la ceguera”, que en cuanto tenga un hueco me pondré a buscar.Puede que, efectivamente, no sea la mejor obra del autor, pero lo que tengo claro es que yo quedé bastante satisfecha.

Para leer una crítica del libro, muy bien hecha y respetuosa, recomiendo este artículo. Creo que este autor admira la obra del portugués y la conoce, de modo que dice cosas como:

Saramago pertenece a esa estirpe de escritores que cree que la literatura debe articularse en torno a una idea que ayude a explicar o a cuestionar problemas de nuestro mundo o nuestro alma.

Así que creo que ya no sólo por leer las novelas que ha bordado, me nace un interés todavía mayor por el autor.

Algunos de los puntos más interesantes de “El hombre duplicado” han sido los que luego he leído que son los que más le definen como escritor: las oraciones largas, con poca puntuación, la falta de nombres propios y, sobre todo, la falta de comillas o guiones en los diálogos. Creo que todo ellos es muy definitorio de un estilo muy particular e interesante.

Lo que más me llamó la atención fue precisamente la puntuación: uno o dos puntos y aparte por capítulo y comas entre las intervenciones de los personajes. Unido esto a que el protagonista, Tertuliano Máximo Afonso, profesor de historia, habla consigo mismo muchas veces, respondiéndole su Sentido Común, hace difícil seguir la conversación y el quién dice qué. De hecho, en algunos momentos me vi poniendo voz a Tertuliano y a Maria Paz en mi cabeza para saber cuándo hablaba el hombre y cuándo la mujer... Si para la crítica que mencionaba más arriba la intervención del Sentido Común puede ser interpretada como un defecto, a mí me parece todo lo contrario: me parece un recurso muy imaginativo, incluso diría que surrealista (por ejemplo, el Sentido Común “baja” del coche de Tertuliano cuando éste va a cometer alguna temeridad).

Y es que yo veo tres principales actores en esta novela (aparte, lógicamente, de los personajes con nombre y apellidos que forman parte del argumento): Tertuliano Máximo Afonso, su Sentido Común y el Narrador (en la novela no aparece con mayúscula, pero podría perfectamente...). Una cosa es el argumento (el del sosias) y sus protagonistas y otra muy distinta la del montaje que hace el escritor durante la narración. Es decir, que hay un montaje absoluto que, de cara al lector, “se sale” del libro, como esos cuentos con muñecos plegados cuando los cierras y en 3D cuando los abres.En medio de la acción (lenta acción, es cierto, pero como a mí me gusta), el Narrador nos hace tomar consciencia de que existe. Es un Narrador omnisciente pero al mismo caso presente: no es sólo que todo lo sabe, es que existe, por encima de todo lo demás. Y es consciente de su existencia y nos lo hace saber. En algunos momentos, dice algo así como “voy a dejar de pensar en alto porque podría influir en lo que Tertuliano Máximo Afonso piense, pues al fin y al cabo es un personaje”. Me parece pura metaliteratura. El narrador no sólo nos cuenta la historia, sino que nos explica cómo se forja el pensamiento de un personaje y cómo se sabe o no se sabe lo que está por venir, dejando entrever las tácticas del autor. Es decir, que si los magos no enseñan nunca el truco, aquí se nos enseña el truco: se nos descubre que esto es literatura.

Pero, realmente, ¿de qué va el libro? Como dice la misma contraportada y como se puede ver en las primeras páginas, de un profesor de instituto que un día, viendo una película en casa, descubre a un actor idéntico a él, pero idéntico hasta extremos insospechados. Y, después, de la anécdota, se salta al nivel más filosófico de los problemas de identidad y, en cierto modo, de “autenticidad” y “singularidad” del individuo, que no sabe hasta qué punto es prescindible para otros, siendo el único elemento consciente en él el yo.

El blog del autor es éste.


Vladimir Nabokov: “Lolita” (1955)

Quizá cuando estoy escribiendo ya demasiado no debería embarcarme en la recomendación de “Lolita”, pero creo que si le dedico una entrada entera acabaría por escribir páginas y páginas y no sé si lograría darla nunca por terminada...

Si bien las obras anteriores que, aunque a mí me han gustado mucho, son objeto de crítica, por el momento no he encontrado una crítica literaria contra “Lolita”. Y es que creo que si las anteriores son muy buenas obras, esta otra es una obra de la literatura universal.

La historia de Dolores Haze, Lo o Lolita, junto con los pensamientos de Humbert Humbert, son perturbadores.

Para una mente como la mía (yo “crecí en los 90”, aunque no haya canción), el concepto de Nabokov de “Lolita” ya había no sólo desaparecido, sino que había sido totalmente pisoteado. Por un lado, las niñas que crecen a gran velocidad, vistiendo y pintándose a los doce como adultas y, por otro, las adultas queriendo parecer niñas.

Y no sólo eso. Además, quizá propiciada por la película de 1997 (que tendré que ver de nuevo), sólo me quedó en la memoria el simple hecho del hombre de 37 años (48 el actor) que se enamora de una joven de 12 (14 en la película). Es decir, que la historia me pareció una “nadería” después de que la he podido comparar con la novela.

Se trata de una historia, es cierto, de la atracción de un hombre maduro por una niña. Y, además, de una atracción sexual más que enamoramiento y de una atracción sexual consumada.

Lo que quizá no es tan conocido es el carácter maniático y culto de Humbert Humbert o del carácter difícil de adolescente de Lolita, que además es más bien vulgar y soez que fresca y desvergonzada.

La novela está escrita por el mismo profesor Humbert Humbert, que explica al lector de su novela (que es una carta, una explicación de los hechos), qué es lo que le ha movido a actuar como ha actuado y, por tanto, a consumar su relación con Lolita. Explica lo que es para él una nínfula, lo que es un ser que, más que una niña, es algo casi diabólico, algo que parece emanar incluso diríamos un perfume que sólo él puede notar. Algo que se encuentra en el momento exacto en que se va a llegar a la etapa de la pubertad, pero aún no se ha llegado. Y es cuando llega la pubertad, con su exuberancia de formas, cuando toda la magia se acaba.

Por otro lado, Lo es una niña consentida y maleducada que se dedica a comer patatas fritas a manos llenas, helados y todo tipo de comida grasienta. Cada vez que habla dice alguna barbaridad, con un montón de palabras malsonantes en cada frase, diciendo que todo lo que ve y hace con Humbert Humbert es “una mierda” y que “se aburre”. A menudo se escapa, monta un espectáculo, exige lo que quiere e incluso increpa a su amante que no volverá a acostarse con él si no le compra tal o cual cosa.

No se trata tanto de un examen de culpabilidades sino como de ver dos personalidades completamente antagónicas pugnando por lo que quieren; con chantajes, amenazas... Una relación anormal que no es ni siquiera tal relación. La del profesor de buenos modales que se sorprende llevando a cabo sus deseos más inconfesables y que se sorprende al ver en Lolita a quien quiere satisfacérselos (ya sea por aburrimiento o por querer montar un espectáculo que le acaba saliendo mal).

Sé que como opinión no he dicho demasiado, pero creo que esta obra debe leerse siempre. Es un viaje a lo más profundo de la humanidad y de la inhumanidad que, ¿quién sabe? Quizá sea la misma cosa...

Creo que es muy representativo del valor de esta obra que tuviese que leerla con la palma de la mano extendida sobre el texto por leer... porque se me iban los ojos al párrafo siguiente.

Pero igualmente valioso es el prólogo del libro (que yo leí al final, pensando que no era parte de la novela... aunque creo que fue muy valioso leerlo así, aunque no fuese la idea inicial de Nabokov). Y, también, el epílogo, la explicación de Nabokov sobre las dificultades de la publicación de la novela y del problema de firmar o no con pseudónimo, ya que podría haberse tomado el pensamiento de Humbert Humbert como el del mismo autor.

martes, 9 de marzo de 2010

Palomitas sin caramelo y una bélica

Fue una grata sensación la de volver a unos multicines de barrio.
Me recordaba a mí misma viendo “
Pequeño Buda”, obnubilada, y comiendo Rufinos.

Las butacas sin numerar, el acomodador vestido de acomodador (y no de vendedor de productos electrónicos), la señora que vende las palomitas de toda la vida (¿naturales?; sin caramelo, sin colores...).
Bastante nostálgico, aunque imagino que los que han crecido con las grandes superficies del cine no conciben una sala sin numerar ni tampoco una pantalla tan pequeña. Lo cierto es, dicho sea de paso, que ha habido cines en los que me parecía tener que girar la cabeza para ver qué sucedía en una esquina de la pantalla, o sea que tampoco es tan positivo el tamaño por el tamaño.

Lo que sí percibí es que el público de este tipo de cines no tiene nada que ver con el público de las macro salas de los centros comerciales o de los “centros de cine”, donde la gente acude en masa, busca aparcamiento durante unos treinta minutos y va al cine más a engullir palomitas que a ver una película.
El público de las salas pequeñas, de no más de cien butacas, accede a ellas en transporte público y tiene un gusto por el cine que es más morriña que cinefilia (aunque los que engullían palomitas al ritmo de típica comedia americana o típica acción americana tampoco van al cine por el arte que encierra).
El cine es la alternativa al teatro de ocio asequible. Tanto económica como intelectualmente hablando. Es tanto el estrés y el cansancio que sufrimos en nuestra vida diaria que uno no tiene ganas ya no de pensar, sino de prestar excesiva atención a algo. Y últimamente el cine nos ofrece muchas horas huecas de entretenimiento.
Creo que en todo lo anterior están las razones de por qué la sala estaba llena de gente mayor de sesenta años en su mayoría.

Otro motivo para ir ayer al cine, aparte de una supuesta nostalgia, era ver “
En tierra hostil”.
Supongo que a más de uno le habrán pillado de sorpresa
la cantidad de Oscars que ha recibido esta película. Es verdad que puede que sean demasiados, pero lo que tampoco comprende uno es que después de unas semanas un tanto complicadas para poder ir al cine, nos encontremos con que esta película ha pasado sin pena ni gloria por nuestra cartelera. ¿Tan sólo hemos tenido oportunidad de verla durante un mes?
Supongo que no habrá funcionado cuando la gente no quiere ver cosas serias, sino entretenerse o reírse. No es una película para reírse, sino para examinar muchas conductas humanas que vemos diariamente pero que aquí parecen mostrarse sin tanto tapujo como el que nos brinda la rutina.
Pero no ha funcionado tanto comercialmente como “Avatar” (y no va con segundas) o como muchas otras películas.

Pues, como decía, después de haber intentado todos los fines de semana de febrero ir al cine a ver “En tierra hostil”, el primer domingo que tuvimos libre comprobamos que ya había sido retirada de los macro cines que hay al lado de casa.
Y, después de ver en qué acabaron los Oscar este año, ya sí que nos pusimos a buscar dónde siguen proyectando esta película, que es lo que debieron de hacer también los jubilados que llenaron ayer la sala.
Por sorpresa o por dejadez, acabamos los cien llenando la sala de un multicine un lunes por la tarde.

Respecto a “En tierra hostil”, sólo decir que no podía estar más de acuerdo con su candidatura y su premio como mejor película y mejor dirección. Es cierto que no he visto todas las películas que competían a estas categorías pero, por ejemplo, creo que “En tierra hostil” barría tanto a “
Distrito 9” (que fue más publicitada en marquesinas, por ejemplo) como a “Avatar” (un producto de alta calidad técnica pero de contenido de poco peso).
Si como candidata a mejor película le daba a “Avatar” un 5,5, a “Distrito 9” le daría un 7 y a “En tierra hostil” un 9.
Puede ser que “En tierra hostil” no se convierta en un clásico del cine pero, como producto global, es una película realmente buena: historia, diálogos e interpretación.

Me gustó todo de la película, a decir verdad. Me pareció de un acabado redondo.
Los escenarios, los actores, la importancia del protagonista y de los co-protagonistas, la falta de posicionamiento político, la escasez de diálogo y la cantidad de sentimientos expresados.

Me gustó ver determinados tipos (el conciliador, el sumiso, el temerario) que nos presenta nuestra vida diaria, aunque se presenten en un entorno muy distinto. Si estas ideas se hubiesen ubicado en un entorno mucho más común (una empresa, una familia...), la película no habría sido tan impactante para mí. Pero lo que realmente me gustó fue ver a personas normales, de carne y hueso, en una situación fuera de lo normal.
Y ver que el que se hace el héroe no es el héroe, sino el antihéroe. Es decir, que si Matt Damon en “
El caso Bourne” es casi un ser sobrenatural (pese a que no tiene poderes sobrenaturales), el sargento William James (Jeremy Renner) hace padecer a sus compañeros porque su heroísmo es realmente temeridad.
A pesar de que James es el protagonista de la película, comparte casi todo el peso con J.T. Sanborn (Anthony Mackie) y Owen Eldridge (Brian Geraghty), con los que trabaja mano a mano todos los días como artificiero. Aunque le vemos adentrarse solo en la ciudad por la noche, aunque es el único cuya familia conocemos y aunque tiene más minutos metraje que sus colegas, éstos comparten con él todo el peso de la historia.

Una vez más, se trata de una historia de relaciones personales vestida de cine bélico o de cine de acción. En muchos casos, a estos géneros les sobran tiros y movimiento y les falta un poco de humanidad.
Y humanidad es lo que sobra en esta película.

Es curioso el personaje de William James. Harto de todo, fumador compulsivo, hastiado de la vida, sin nada que perder... Al mismo tiempo, si puede ayudar a un compañero le ayuda, aunque sea al que más odie o el que más le odie. Hay muchos así fuera de la pantalla.
Y no menos curioso el personaje de J.T. Sanborn, mi preferido de toda la película. Prudente, consciente de sus funciones y de quiénes están a su cargo (el emocionalmente inestable Eldridge), también sabe preocuparse de quienes parecen no necesitar ayuda (James).

En dos horas de película, en absoluto largas, la acción se desarrolla como “a tiempo real”. Sé que no es así, pero la guerra tampoco es la contienda de “
300” (ahora te meto una flecha en el ojo, ahora una espada entre dos costillas, ahora tú me pisas...), cuerpo a cuerpo y entre dos auténticos batallones.
La guerra en el desierto es imprevisible; unas veces es un ataque sorpresa al que hay que reaccionar en cuestión de segundos y otras veces es una espera de horas para asegurarse de que el enemigo ha sido abatido. Espera y decisiones de vida o muerte, eso es lo que se transmite.
Me pareció muy interesante la escena en la que, en medio del desierto, el equipo de artificieros tiene que enfrentarse a unos insurgentes que se ocultan en una pequeña edificación abandonada. A pesar de que parecen haber acabado con todos ellos, tienen que asegurarse. Mientras tanto, el sol se pone; se nos muestran muchas tomas de primer plano de Sanborn y James, llenos de polvo, sudor y moscas. El desierto.
O esa otra en la que James vuelve a la zona donde están detonando unas bombas para “recoger sus guantes”. Mientras tanto el nivel de exasperación de Sanborn llega a su límite y se plantea si alguien podría sospechar de un detonador defectuoso que, “por error”, ha matado a un soldado...

Y, para escena interesante, la de los tres bebiendo y peleando en uno de los barracones. Peleando Sanborn y James, que tienen una relación de subordinación y odio en la que saltan chispas. Cuando Sanborn pega, pega para hacer daño; y cuando James devuelve, devuelve como fanfarrón que es, riéndose de quien sabe que está furioso con él. Una forma de descargar todo lo que llevan encima, a lo que unos dan mucha importancia y otros, como James, que no le dan ninguna. Es uno de esos momentos en los que, con un diálogo casi nulo, se expresa mucho en la acción, en las miradas, en las risas, en los golpes. Porque todo es expresión, no sólo la palabra.

Por último, están la escena en la que James descubre el cuerpo bomba del que cree que es Beckham, el niño que vende DVDs en el campamento, y la escena en la que intenta salvar a un pobre hombre al que le han puesto encima una bomba con un temporizador.
Creo que no se trata tanto de la humanidad de James como de la humanidad en general. La humanidad, envuelta en una disputa terrible, en la que todos, en última instancia, son víctimas.
Se ve cómo el mismo hombre que ha sido elegido para estallar y hacer daño puede ser un elegido en el sentido más místico de la palabra o un pobre desgraciado que sabe que va a morir y que pide ayuda, desesperadamente, a quien no le cree.
O se ve cómo un coronel, que tiene un relación muy cordial con el especialista Eldridge, muere sin haber apuntado a nadie (se entiende, a nadie durante lo que hemos visto) mientras que otros, James, llaman a la puerta de la muerte a diario y nunca se la abren.


Por último, nos queda el final de la película.
La conclusión, la moraleja del cuento que es, realmente, que no hay moraleja.
Le explica James a su hijo que, a medida que vaya creciendo, irá perdiendo las ilusiones. Que el muñeco que hoy tanto le gusta se convertirá en un trozo de trapo relleno de algodón. Y que llegará un día en que sólo un par de cosas le gusten. O, quizá, sólo una.
Qué será esa cosa dependerá de cada uno. Pero si miramos atrás, pocos obtendrán la alegría de comprobar que cuanto les ilusionaba de niños les sigue ilusionando.

Sobre la polémica...

¿La han votado los actores para evitar que ganase “Avatar”, una película “sin actores”? Como se puede leer en esta página,
en “Avatar” han trabajado actores, no como en otras películas (por ejemplo, “Up”), de modo que este argumento se cae por sí sólo. Pero eso se dice ahora; antes leía que la academia no premiaría a “En tierra hostil” por ser una película incómoda, aunque yo no sepa lo que se quiere decir con ese adjetivo.
¿Por qué se critica a
Kathryn Bigelow como directora? He leído las opiniones de algunas mujeres que critican que Bigelow se meta en un género tan “violento” cuando podría haber hecho cosas “mejores”. ¿Es eso cierto? ¿Es eso lo que las mujeres nos merecemos? ¿Seguir vetándonos aquellos temas crueles, violentos e históricamente masculinos? Creo que el valor de esta directora es doble: porque ha dirigido muy bien su película y porque se ha atrevido con un género que no suelen tocar las mujeres.

sábado, 27 de febrero de 2010

Modificando muñequitas…

Si hace tiempo escribí sobre las muñecas Blythe, como bellezas envidiables y verdaderos objetos de la imaginación de los customizadores, lo que no podía imaginar es que yo acabaría adquiriendo alguna (ALGUNAS) de ellas.

Al poco de escribir la entrada, me encontré pujando por primera vez en e-bay.
Sí, mi móvil es del cretácico, sigue gustándome más escribir a mano que en el ordenador y no tengo ni idea de politonos, tarifas de móviles, twitter y tantas miles de cosas de las que la gente habla.
Pues, como decía, a falta de tiendas en España donde se vendan las muñecas Blythe (las venden algunos particulares que las traen de Japón, pero a unos precios más que estratosféricos), empecé a buscar en e-bay. Y encontré una muñequita peli-morada, ya customizada, por un precio bastante interesante. Había visto otra aún más barata (y peli-rosa de pelo rizado), pero se me metió en la cabeza que si era tan barata algún defecto debía de tener… Y, tras unas cuantas pujas, me invadió un miedo terrible cuando resulté ganadora de la subasta de la Prima Dolly Violettina customizada (las Prima Dolly son las Blythe de Takara más “baratas”, aunque en este mundo nada es barato y hasta las Prima Dolly empiezan a venderse por packs, limitadas, etc.). No sabía si hacía bien pagando una cantidad así por una “muñeca de plástico”; ¿me habrían engañado en e-bay? ¿sería un timo y la muñeca vendría hecha una calamidad?
Pues no señor. Cuando llegó mi Liselotte a casa y abrí la caja se disiparon todas mis dudas (a pesar del tremendo “clic” al cambiar sus ojos de color, que pensé que se me rompía la pobre…; luego me enteraría de que eso era completamente normal). Era una auténtica preciosidad, de labios gorditos y jugosos y pecas fucsias.

Pocos meses después me encontré de nuevo en e-bay, “por cotillear”. Pero para mi cumpleaños volví a pedir una muñeca, esta vez regalada, y un par de vestiditos. Me hizo mi niño sufrir bastante, hasta pensé que la Capuccino Chat (modelo limitado con ojos especiales en color burdeos y pelo champán) se habría perdido en su periplo desde Hong Kong a España. Pero mi lunes me encontré con la cama llena de sobres y paquetes con sellos diversos: China, Tailandia… ¡Ahí estaban mis regalitos!
Y cuando abrí la caja de la segunda nena, mi Geraldine, casi me da algo ya… Medias de rejilla, abrigo de piel… Una niña monísima.

Pero lo que realmente quería comentar aquí es que mi niño y yo nos atrevimos con ella, con Geraldine, porque por algo había elegido una muñeca RBL (con un molde de cabeza que se puede abrir sin demasiados problemas). Aunque me daba mucho miedo poder romperla, mi niño es muy cuidadoso e hizo el trabajo más duro: abrir la cabecita, desmontar el mecanismo de los ojos, cambiar el color de los iris despegando los antiguos y pegando los nuevos y también cambiar las pestañas. Yo me dediqué a limar la piel de la carita, para que los brillos desaparecieran, y luego la maquillé de nuevo los ojos, las mejillas y los labios.
Para evitar errores durante el proceso, hicimos muchas fotografías. La razón de ser de dichas fotos era poder volver a montar todos los mecanismos una vez terminada la muñeca, sin colocar nada “del revés”.
Ahora creo que esas fotos pueden ser de bastante utilidad para quien no sabe qué se va a encontrar cuando abre una muñeca.
Sin embargo, creo que el proceso se basa simplemente en tener paciencia, en no forzar las piezas cuando no dan de sí y en no pensar que en un momento va a estar todo hecho (aunque depende de lo que se quiera hacer con la muñeca). Lo más difícil es, a veces, encontrar información en español y, sobre todo, información de gente que, más que darse a conocer como customizador (que aquí hay un negocio tremendo, con customizadores de renombre más que merecido), lo que quiere es informar por informar, dando toda la información que sabe y no sólo un gancho.
Después de mucho buscar, se puede hacer un collage con todas las explicaciones contenidas en blogs, foros, etc. Por ejemplo, una vez terminada la customización de Geraldine, encontré en flickr una explicación en italiano de las partes internas de la cabecita de las muñecas, algo que habríamos agradecido antes de empezar…

Pero, sin más preámbulo, aquí explicaré cuál ha sido nuestra experiencia por si alguien que esté buscando información fuera de los lugares especializados llega a esta página.

Para abrir la cabecita de una RBL, lo primero que hay que hacer es desatornillas la parte posterior. Es más sencillo con un destornillador automático, sobre todo en el momento de volver a atornillar, para ejercer más fuerza.
Una vez fuera los tornillos, ejerciendo un poco de presión con los dedos índice y pulgar sobre las orejillas de la muñeca, se nota que las partes delantera y posterior se van separando pues en parte están unidas por un mecanismo de presión. Bastará con tirar con los dedos de la otra mano de las partes de la cabeza más cercanas al cuello para ir separando las dos piezas.

Hay que tener especial cuidado porque la parte superior de la cabeza, donde está el pelo, está unida a la carita, de modo que si se tira con demasiada fuerza podría romperse la unión (otro tornillo). Aquí se ve muy bien cómo están unidas las dos piezas y por dónde hay que ir con cuidado.

Una vez separada la cara, se puede empezar con el lijado. Al parecer, hay “esponjas mágicas” que sirven para matizar la cara sin gran riesgo de estropear la muñeca. Otra opción es matizar con un spray la cara, pero en este caso se conservará el maquillaje de fábrica de la muñeca (se puede quitar con alcohol, pero no siempre sale bien…). Y la tercera opción, que es la que yo utilicé, es lijar manualmente con una lija de agua.
Para este tercer método, utilicé alcohol, algodón y lijas de agua. Las lijas tienen que ser de una medida superior al 1000 (cuanto más alta es la medida, más fino es el grano de la lija y menos araña la superficie que se matiza). He leído que estas lijas se utilizan mojadas y que el resultado es mejor, pero yo lo intenté y me costó muchísimo; lo engorrinaba todo y preferí probar con la lija seca. Estas lijas son muy baratas (75 céntimos la hoja) y se pueden recortar trocitos pequeños manejables para ir lijando en círculos y muy despacito. Un poco de lija y después una pasada de algodón empapado en alcohol, porque al plástico se le adquieren con demasiada facilidad los restos de lija. Yo cometí el error (luego vi en los foros que es una barbaridad) de usar acetona cuando el alcohol no me servía, pero al parecer la acetona es corrosiva y se carga el plástico. Por suerte no la utilicé mucho y pude realizar un último lijado sobre las zonas de acetona y limpiar con alcohol. Por eso recomiendo ir limpiando a cada poquito, porque si se deja para el final habrá zonas grisáceas muy difíciles de limpiar.
En la primera foto se aprecia el acabado grisáceo del que hablo. Como luego iba a pintar los párpados, esta parte fue sobre todo una prueba para ver cómo se me daba el lijado. La cara quedó mejor, pero no tengo fotos del proceso. En esta foto se aprecia también la diferencia entre una superficie de fábrica y una superficie matizada.
Respecto al maquillaje, hay muchas técnicas. Pero las que utilicé yo fueron el pastel y el acrílico.
La sombra de ojos y las mejillas, con un algodón manchado con pastel. Es bastante sencillo, aunque hay que tener cuidado con la presión porque pueden quedar unas zonas más coloreadas que otras. Yo tuve que limpiar la sombra de ojos porque no me gustó nada el efecto que me quedó al principio…
Los párpados y los labios, con pintura acrílica. Con esta pintura se logran muchas tonalidades (yo sólo utilicé marrón, amarillo y blanco), pero la dificultad está en que el secado es muy rápido. Por ello, dos consejos: el primero, tener un pincel en agua cercano para retirar la pintura aplicada por error con mucha rapidez; el segundo, para dibujos que van a quedar tapados, hacer una ligera marca en lápiz para guiarse. Yo no lo hice en los párpados porque el motivo fue “sobre la marcha”, pero para un dibujo pensado es mejor no dejar mucho a la imaginación, que juega malas pasadas.

Otra parte muy interesante de la customización de la cara es el esculpido (lo que en todos los foros y webs llaman “carving”).
Me costó mucho encontrar el material necesario para hacerlo, pero finalmente, y tras varios viajes a la ferretería y consultas en Internet, lo que he utilizado (que creo que es lo que generalmente se utiliza) es un cutter de precisión (como el cutter normal, pero acabado en punta) y limas de aguja (son limas bastante finas; las hay para madera y hierro y, para plástico, nuestro vecino el ferretero nos recomendó mejor las de hierro).
Así que, ¡ojo! El cutter de precisión, por ser tan de precisión, donde marca marca de verdad. Y, si es en el dedo, pues mucho cuidado porque el corte puede ser tremendo. Por otro lado, un error de cálculo en la muñeca puede ser desastroso porque, salvo que vayamos a hacer una reproducción del Joker, poco vamos a poder disimularlo con pintura…
Respecto a las limas, son más fáciles de utilizar. No son tan agresivas y, aunque se va despacito, el resultado se controla mejor. Con las que acaban en punta se pueden hacer graciosos agujeros (como los que hice en la comisura de los labios de Geraldine). También se pueden utilizar para achinar los ojos (supongo que el cutter también, pero no me atreví…), para alargar los labios, para profundizar la hendidura entre labio superior e inferior, para esculpir hoyuelos, cejas, etc.
Hay múltiples posibilidades y es una cuestión de maña y mucha paciencia. En esta parte las prisas pueden acabar destrozando el aspecto final de la muñeca.

La última parte de mi humilde tutorial se refiere al cambio de los iris (chips) de los ojitos y al cambio de las pestañas. El mecanismo de los ojos esta metido a presión en la parte frontal de la cabeza; igualmente, con presión lo sacaremos (aunque hay que hacer bastante fuerza).
Si se van a cambiar todos los chips, lo más aconsejable es desmontar totalmente el mecanismo de los ojos para introducir los globos en agua muy caliente (bastará con un vaso de agua lleno de agua bien caliente del grifo). Luego será más fácil desprenderlos. Por lo que he leído, bastará con hacer un poquito de palanca para que salgan, aunque hay que tener en cuenta que están sujetos en el ojo por su forma de seta, así que tampoco se puede hacer demasiada palanca…
Si no se quieren quitar todos los chips, como era nuestro caso (¡no quería perder los burdeos!), está “el método del boli BIC”. Mucha gente compra barritas de silicona que no sé si son mejores pero, la verdad, con lo caro que es el tema de comprar las muñecas, las herramientas, los chips… Todo lo que me pudiese ahorrar mejor para mí. Así que lo que hicimos fue calentar un boli BIC (la parte exterior, se entiende) y pegarlo a los chips que queríamos quitar. Algunos ofrecerán bastante resistencia… Es importante que el BIC siga fundido cuando se pega al chip porque lo ideal es que el chip se pegue bien para que se pueda arrancar, pero al mismo tiempo hay que tener cuidado porque si el BIC cae sobre el globo ocular podría dañarlo.
Después bastará con pegar los nuevos chips en los ojos. Yo compré de los que tienen forma de setita, que encajan hasta el fondo, y también de los planos. Los planos son ideales para poner un fondo totalmente personal (desde un dibujo pintado a mano hasta pegatinas o papel de regalo).

Respecto a las pestañas, ahí sí que desmontamos más a fondo el mecanismo de los ojos porque era imposible quitarlas simplemente tirando. Así que utilizamos el método del agua caliente (¡funciona!) y luego fue pan comido desprender las pestañas con la ayuda de unas pinzas para la depilación de las cejas.
Y a ponerle las nuevas con un poquito de pegamento y siempre utilizando las pinzas. Yo elegí unas negras extralargas. Igualmente, para ahorrar un poco, las compré en el chino. Eran tamaño humano pero, cortando los dos extremos y conservando la parte central, que es la más recta, se los colocamos a Geraldine y le quedaron perfectos. Además, en los chinos, y más en Carnaval o en Halloween, hay una variedad en colores estupenda.

¡Se me olvidaba! ¿Y los “sleepy eyes”? Con esto, lo que se consigue es que la muñeca pueda mantener los ojos cerrados. Con el mecanismo de fábrica, al tirar de la cuerda y cambiar el color de los ojos, siempre vuelven a abrirse.
En este caso, lo que hay que hacer es quitar un muelle que hay dentro de la cabecita (tan sencillo como cortar con unos alicates, se puede ver en la segunda foto que he subido) y anudar un nuevo cordel al agujero que hay en el mecanismo de los ojos (se puede ver dicho agujero muy claramente en una de las fotos que he subido explicando el cambio de los chips).
Yo elegí dos lacitos en lugar de cuerdas, porque me parecían muy originales. Para los “pullrings” (que realmente son “anillos para tirar”, gracias a los que cambiamos el iris en cada momento), utilicé dos ciervecillos que me traje de Nara en uno de mis viajes. Unas gotas de loctite en los nudos de los lazos para que no se deshagan y ya está listo. Con una cuerda cambiaremos el color del ojo, que permanecerá cerrado, y con la otra haremos subir los párpados.

Después de todo esto, volver a montar la muñeca. Es verdaderamente recomendable fotografiar todos los pasos para luego poder desandarlos.


¿Nuestro nuevo reto? Una Blythe negra, que me tienen loca también. He conseguido un pelo rizado de locuela estupendo y esta vez va a ser una muñeca totalmente personalizada, nueva.
No obstante, estamos muy contentos con la nueva carita de Geraldine, que es muy personal y que, ahora que veo, después del tiempo, sus anteriores fotos, me doy cuenta de que es totalmente diferente.

Por último, las páginas que yo he utilizado, por los tutoriales, los consejos, los ejemplos… Y también para comprar.
Por el momento, he comprado eye chips en Cool Cat. Los precios son mejores que en e-bay, aunque en e-bay a veces hay joyas customizadas que son un verdadero lujo. Los pedidos de Cool Cat me han tardado unos quince días. Tienen todo tipo de material.
También he comprado en Goody Blythe, pero esta vez fue una peluca. La gané en una puja de e-bay y me salió mejor que en la tienda, pero por lo general los precios son similares. Hay muchísima variedad en pelucas, aunque también venden otros productos.
Otra cosa que he comprado ha sido el spray Mr. Super Clear. En todos los foros hablan de él y no he conseguido encontrar otro más barato ni más fácil de conseguir, así que al final probé en Les Golfes y ellos me lo enviaron. Sin embargo, sigo pensando que no puede ser el único producto en el mercado que sirva para matizar y para fijar el maquillaje. He peregrinado por ciento y una tiendas de maquetas y manualidades de Madrid y me han dado otras ciento y una opciones, pero no quería estropear mi muñeca y al final compré el famoso spray del que tanto se habla…
Y, por supuesto, está e-bay, aunque recomiendo hacer muchas búsquedas y echar un vistazo a los precios que hay en los blogs y foros para hacerse una idea de lo que es caro y lo que no lo es.
Y luego, webs de gente que se dedica a esto y que explica en qué consiste la customización, hay muchas. Pero voy a destacar varias:
* La web más completa que he encontrado hasta ahora ha sido la de Puchi Collective, aunque está en inglés. Tienen patrones para ropa (como los pantalones que lleva Geraldine en la última foto, aunque no se vean nada…).
* La web de Mimoko. Nos ofrece tutoriales bastante buenos y tiene una plantilla de iris especiales para ojitos planos.
* La web de Pícara, Roguedolls, es un ejemplo de las virguerías que se pueden hacer con las Blythe. Y, lógicamente, cuanto más especial es la muñeca, más cuesta; sólo hay que ver los precios que alcanzan sus customizaciones en e-bay.
* La web de Erregiro, otro de mis preferidos, es también una auténtica maravilla. Nunca he visto subastas suyas en e-bay, supongo que trabajará por encargo. Pero no hay que perderle de vista porque tiene auténticas preciosidades.
* Y la que también customiza por encargo es la dueña de La Boutique de Lupi, que no se dedica sólo a la customización, sino también al patronaje. Tiene vestidos monísimos pero se agotan en seguida…