domingo, 1 de mayo de 2011


Búhos en el metro

Hoy es un buen día (¿por qué no?) para retomar este blog que tenía tan abandonado.
Hace unos meses tuve gana, pero no tiempo, y todo fue porque me enteré de que alguien me leía. No es que nunca me haya importado demasiado pero, bueno, de momento espero que mis dos seguidores granadinos sigan ahí después de los meses…

Quizá hoy he encontrado el tiempo porque es el momento no de escribir en el blog, sino el momento de redescubrir.
A veces es incluso más bonito redescubrir que descubrir, porque lo que redescubres es íntimamente tuyo y basta destaparlo un poco para que brille, como cuando soplas el polvo de un mueble viejo y reconoces antiguos arañazos y manchas.
Así he redescubierto las ganas de escribir, porque al mismo tiempo he redescubierto el placer de observar a la gente en el metro. No en vano mi primer relato corto “reconocido públicamente” se basaba en una descripción de un vagón de metro, de la que salía el fugaz encuentro (ni reencuentro ni desencuentro) de dos desconocidos.
Hace poco, en un intercambio de metro, uno de esos trasbordos a los que tengo tantísima manía, vi a un búho ululando. Tocaba la guitarra zarandeando el mástil de izquierda a derecha, y meneando la cabeza en el mismo sentido como un cuervo en la peli de Dumbo. Hora y media después, al deshacer el camino, ese hombre seguía allí, guitarreando, y lanzando “uuhs” y “aahs” como un búho.
Eso y el monótono subir escaleras a la salida del tren en la estación de Sol, desde Parla o desde Colmenar, todos a una, me hizo de nuevo soñar con esas cosas cotidianas que tanto me inspiran.
La diferencia es que espero no hacer entradas de dos páginas de Word, porque eso es lo que más pereza me daba a la hora de escribir.

Así que, a redescubrir toca.
A redescubrir lo que es escribir en el blog y lo que es escribir de nuevo relatos. ¡Lo tengo pendiente! ¡Me lo debo y se lo debo a mucha gente!

Otra cosa fantástica que he redescubierto es el dibujo. Ahora intento hacer desnudos masculinos, para evitar la facilidad a veces de dibujar el cuerpo femenino, más estilizado, más suave; sin formas abruptas ni posturas forzadas (es lo que tiene dibujar tomando como base fotografías). Quizá esto me ayude a explorar otras formas de dibujar y, de ese modo, DESCUBRA.
Aunque también es verdad que hice una pequeña incursión en el mundo de la acuarela… ¡y salí aterrada! No imaginaba que fuese tan difícil. Sobre todo, para alguien con una paciencia más que escasa como soy yo. ¿Esperar a secar para aplicar un nuevo color? Me temo que no es lo mío. Sin embargo, he aprendido técnicas de la acuarela que puedo emplear con la tinta china. Al ser un único tono no tengo ese miedo a destruir mis bocetos con color ni espero tanto como con el color, pero puedo jugar con el agua y puedo practicar a reservar el blanco.

Cuando se redescubre al mismo tiempo se descubre…
Si no, que quienes pasen por debajo de mi balcón agucen un poco el oído… ¡Soy feliz de haber redescubierto la música! Después de años escuchando los mismos CDs, aquellos que me tenían como embrujada en la adolescencia y cuyos intérpretes han desaparecido (¿en la miseria? ¿en las drogas? ¿simple desmembramiento de los grupos?), ahora escucho nueva música. Nueva para mí, claro está. Y puedo dejar de lado esos grupos que creía haber destruido con mi gafe de teenager; sí, había en ello cierto pesimismo ombliguista, pero siempre fue así. Nunca encontré interesantes a los góticos pero imagino que tan sólo unos años después y habría sido una fantástica emo (y es que con los góticos no van el rosa o HelloKitty).
Las cosas nuevas, como dice el abuelo de mi chico, son las que acabas de usar. Da igual que llevasen años en un armario. Así, una Fujitsu de carrete puede ser una cámara de fotos nueva. Es decir, es nueva pero no moderna; puede ser antigua pero no vieja (¡¡si no está usada!!).
Pues eso me ocurre con la música descubierta. Otros dirán que voy tarde o podría decirme a mí misma que estoy redescubriendo. Pero no es así: disfruto de The White Stripes como si el álbum que he comprado (y que me costó la “friolera” de seis euros) hubiese sido estrenado ayer mismo. Y, en el fondo, ¿qué importa eso?
Para redescubrimiento, el de los Smashing Pumpkings. Mi niño me encontró el Mellon Collie en CD, pues yo lo tenía en cassette y para mí era una maravilla irreproducible. Aunque no sé si lo añoraba tanto por la música en sí misma o por ese recuerdo de mí misma, como en la frase llena de sabiduría pronunciada por Homer Simpson: “Gracias por no hacer soñar a mis hijos con un futuro que no les puedo proporcionar”. Algo así era.

Redescubro otras muchas cosas: mi gusto por la ciencia ficción, por ejemplo. Aunque lo último que he visto, a pesar aparecer en ella Jude Law (“I.A.”), Forest Whitaker (“El último rey de Escocia”) y Liev Schreiber (¿“Lobezno Orígenes”?), no me ha gustado demasiado. “Repo Men”. Me temo que demasiado parecido a mi adorada “Alita Battle Angel” pero a la vez demasiado lejos. No se preocupan mucho por el contexto. La idea está bien, el argumento también, pero sin contexto es como fantasear en casa sobre el día en que se puedan crear órganos artificiales y se compren en una clínica de alto nivel. ¿Qué ocurre con la policía, por ejemplo? En el mundo de Alita, NO hay una justicia como tal. El orden mundial, político y social está patas arriba y a nadie le importan los pobres (en el fondo, en esta dirección vamos, ¿no?). Quizá en Repo Men es el mismo caso, pero nadie se molesta en hacértelo saber. Una pena porque las interpretaciones, especialmente las de Law y Whitaker (del que soy fan incondicional), son muy buenas. No tanto Schreiber, aunque creo que su papel no da tanto juego como para poder hacer un papel de gran envergadura. Pero es que la peli se queda corta para el potencial que tenía.
Aunque esto me recuerda que quiero leer alguna novela de Asimov y este tiene que ser mi objetivo en mi próxima visita a la biblioteca.

Otro redescubrimiento importante es el de los comics. Desde que ME LOS descubrieron, no he podido parar de consumir este tipo de lectura que alimenta mi mente y mi vista. Tengo un comic precioso, cuya historia no me dice mucho, pero en el que todo todo está pintado desde el punto de vista de él que, además, no habla. Sólo se la ve a ella y sólo habla ella, pero parece realmente que el lector vea a través de él.
Tengo el maravilloso “Ensalada de Niza” de Edmond Baudoin, con un protagonista de una serie de historias cada cuál más bella y con cierto punto cruel. Pero el dibujo es magistral, y el uso del negro como base me parece una verdadera locura. Me gustaría hacer alguna vez algo así: usar el negro en trazos gruesos, dando siempre la impresión de ser de noche, y no utilizar finas líneas sobre blanco…
Oscuridad que me recuerda a Franz von Stuck




Y, de momento, creo que es suficiente. Subiré el volumen de la música y empezaré con mis dibujos. Relajación absoluta en un domingo víspera de festivo, sin tener que pensar si mañana encontraré o no encontraré búhos en el metro o si los pies subirán las escaleras del tren al compás.