lunes, 22 de julio de 2013

El controvertido blog de moda

Desde el invento de la Wikipedia, se discute si la opinión de la masa puede convertirse en una opinión de referencia o si debería circunscribirse a su círculo más cercano. ¿Es Wikipedia un medio fiable? ¿Quién me garantiza que quien escribe sobre medicina sabe lo que escribe? ¿Escribe un médico o escribe mi vecino del quinto, que no acabó la EGB? ¿Escribe alguien que sabe para quién escribe o se trata de un médico que prácticamente transcribe su conocimiento técnico para que no tengamos que ir a una biblioteca física a consultar una enciclopedia pero que, en el fondo, no nos hace su saber más accesible?
Quizá también habría que cuestionarse quiénes somos nosotros como lectores. ¿Sabemos lo que leemos cuando leemos? ¿Estamos dispuestos a ahondar más en la información que recibimos? ¿A buscar fuentes alternativas? ¿A ser críticos con lo que se nos da como cierto? Porque no siempre podemos confiar en la información que encontramos en los medios convencionales o que difunden determinadas personas con prestigio. Porque hasta los historiadores, que deberían relatar hechos verídicos, cuentan la historia del vencedor o del vencido y, en algunos casos, se ha enmascarado la verdad, se han tapado atrocidades o se han vendido bondades de pueblos a conveniencia.

En este caso, me gustaría hablar de un tema que se está discutiendo bastante en internet en los últimos tiempos. Se trata de los blogs de moda y de la “presuntamente necesaria” profesionalización de los mismos.
Organizadas por el Museo del Traje, el año pasado se celebraron las que ya fueron las III Jornad@s de Blogs de Moda y que, siendo tal, como digo, el debate generado, se centraron en “las futuras tendencias en la profesionalización de los blogs, así como la forma de medir su impacto económico en su relación con las marcas”.
Aquí y aquí se puede ver un poco más sobre dichas jornadas.
 
Antes de empezar con el tema de la profesionalización, creo que es imprescindible una puntualización: no es lo mismo el blog de moda de una egoblogger que un blog de moda. Los primeros proliferan en la blogosfera como setas, mientras que los segundos, al menos yo, no suelo encontrarlos (son realmente escasos y, cuando los he encontrado, no suelen ser españoles).
Las egobloggers dedican sus blogs a ellas mismas (a veces sin ningún tipo de presuntuosidad, como es el caso de Mydailystyle, pero en otros… en fin, no quiero tampoco dar nombres ni criticar este tipo de actitudes porque olé por quienes hacen blogs totalmente ombliguistas y encima tienen miles de seguidores). En ellos muestran sus adquisiciones, sus combinaciones, sus modificaciones de modelos ya muy vistos, etc. Los hay con una vocación de ocio, claramente, y los hay también que tienden a mostrar una profesionalización cada vez mayor, en lo que a veces es un diario sobre un estilo de vida (moda, trabajos como modelo, etc.).
Los blogs de moda no se dedican a los estilismos de una persona, sino que hablan de temas más genéricos y a menudo más parecidos a lo que se muestra en las revistas de moda. Dos ejemplos que se me ocurren ahora mismo son Devilwearszara (que, con un tono bastante divertido, comenta las nuevas colecciones de las tiendas más asequibles de nuestros centros comerciales, las alfombras rojas y, sobre todo, lo que ha hecho único a este blog: los clones de las marcas menores a las marcas mayores) y The Coveted (un blog de una estadounidense – un poco parado por temas personales últimamente pero realmente interesante – que lucha precisamente por la profesionalización de los bloggers). Es aquí, quizá, donde debería “exigirse” algo más de profesionalidad.

Forma parte del debate también, sobre todo después de la guerra entre discográficas y piratas, si este aluvión de blogs no profesionales resta lectores a la prensa de moda y si es lícito que lo haga. No se trata exactamente del mismo caso, ya que los blogs son una iniciativa particular (egobloggers), sin ánimo de lucro la mayor parte de las veces, frente al trabajo de las revistas (que, mucho mejor que las discográficas, diría yo, se han adaptado al mundo de internet).
El problema es, en algunos casos, que no encontramos en las revistas de moda lo que buscamos: gente real (no modelos famélicas que aseguran que no hay nada mejor que un brownie de chocolate), ropa asequible (porque su idea del lowcost muchas veces es un pantalón a setenta euros), artículos interesantes (son contadas las revistas que hablan sobre viajes, política e incluso añaden alguna columna literaria a sus contenidos) e interés real por los lectores. Y ahí están lasegobloggers, para mostrarnos sus modelitos y dirigiéndose a los lectores sabiendo que son gente de carne y hueso, que está ahí, y nos tratan de “vosotros” y “tú”.
No obstante, cabe decir a este respecto que, cuantos más seguidores tiene un blog, cuanto más popular se hace e incluso, diría, más profesional (con secciones y horarios incluso), más cerca está de lo que no nos gusta: la ropa que se muestra deja de ser asequible y las egobloggers se convierten en anunciantes de aquello que visten.
Se ha criticado mucho el hecho de que los bloggers reciban regalos de las marcas, por haber hablado de ellas o para hablar de ellas. Es muy interesante el artículo de Vanitatis sobre este tema: “Ya se intuía, pero un reciente estudio lo certifica. Los bloggers de moda españoles reciben regalos de las marcas, las cuales 'pagan' sus reportajes e incluso les contratan a cambio de moldear sus informaciones”.“Así, parece que determinadas marcas han encontrado en la 'picaresca' su particular gallina de los huevos de oro, aprovechándose de la inexperiencia para publicitarse gratis”.
De este modo, nos encontramos con bloggers que hablan de su maravilloso bolso “hache-i-jota-ka” o que hablan de si les ha gustado o no una determinada prenda (más a menudo, lo hacen con cosméticos) que les ha enviado una marca. Los bloggers se suelen posicionar en estos casos: “me he comprado”, “me han regalado” (fans, otros blogs, una marca”) o “me han enviado para que os diga si me ha gustado”. En la mayor parte de los casos, al menos en los blogs que yo sigo, no dejan lugar a dudas sobre la procedencia de lo que enseñan. Por supuesto, nadie admitiría que está modificando una opinión porque le están pagando, pero los hay (como en todos los sectores, hablemos de moda u otros temas o hablemos de blogs u otras plataformas).
Creo también que toda esta crítica es matizable. Por un lado, vemos muy a menudo publi-reportajes en las revistas o a famosas hablando de las marcas que han creado. Lo primero está claro y no se engaña al lector. ¿Lo segundo es una entrevista o publicidad velada? En The Coveted se hablaba de este tema y de por qué se critica que los blogs reciban regalos o pagos (siempre que no haya engaño hacia al lector, claro está) y no que lo hagan las revistas; es una lástima que no consiga recuperar aquella entrada que se dedicaba al tema.
Parece ser que, precisamente en esa ingenuidad y no profesionalidad del blogger de moda está la causa de la crítica: se venden opiniones, las marcas se aprovechan y el resultado es bastante cuestionable.
Sin embargo, cuanto más profesional es el blogger, más financiación recibe y al mismo tiempo va ganando en credibilidad. Hace del blog una carrera y cobra por su trabajo, de modo que responde con responsabilidad y dedicación y las marcas ven en él una oportunidad de negocio (se equilibra más la relación entre ambos).
En Estados Unidos y en Francia ser blogger es una profesión como tal. Se puede leer aquí sobre el ello.
¿Para cuándo algo así en España? ¿Están preparados los autores de los blogs y estamos preparados los lectores también para ser más exigentes y para no consumir cualquier cosa?
Para leer un poco más sobre el tema, aquí está el enlace al Estudio de Blogs de Moda realizado en 2012 por Truendy en colaboración con la AEBDM.
Recomiendo también el artículo que dedican al tema en esta web aunque su discurso es bastante más duro que el mío.
“Basta con echar un vistazo a la inmensidad de fashionistas que usan su blog como plataforma para hacer crecer su autoestima y/o opinar sobre el sector como si de la mismísima Anna Wintour se tratara. Por supuesto, ¡es tan digno como admirable! pero la relación profesionalidad-influencia que estos blogs han llegado a conseguir roza en algunos casos la locura”.
“Es más que conocido el interés de las marcas de moda por tener presencia en los blogs, y es más que obvia la forma tan sencilla en que esas marcas pueden conseguir su objetivo con ciertos bloggers.En ese aspecto, Guerrero subrayaba la importancia de la educación/formación de bloggers, con el objetivo de que puedan mantener la libertad de opinión en sus publicaciones y de que adquieran conciencia de que las marcas son las descaradas “ganadoras” en los habituales intercambios de “especias” por publicaciones”.


* Edito: ¿y el caso Tavi Gevinson? ¿A la edad en que empezó a escribir sí sabía lo que escribía? ¿Lo hacía de forma profesional? He de decir que no he seguido su trayectoria, pero por todos es sabido que se enseguida se convirtió en una asidua de los front row e incluso amiga de muchos diseñadores.

lunes, 15 de julio de 2013

Hoy es 15 de julio… cumpleaños feliz…

Después de diseñar mis propias zapatillas y pintarlas a mano, creo que le voy a coger el gustillo a esto de pintar zapatillas (o incluso ropa: ¡ya tengo en mente muchas ideas!).
Sin embargo, quería hacer ahora algo un poco mejor en cuanto a calidad de los materiales utilizado. Primero porque las zapatillas iban a ser un regalo (felicidades, mi amor); segundo porque las zapatillas no me habían costado seis euros y no podía arriesgarme a estropearlas en el primer lavado.
Por ello, lo que hice fue pedir asesoramiento en una tienda de manualidades. Parece ser que aquel consejillo que me dieron respecto a los acrílicos (“no, no salen de la ropa”) no era del todo cierto. Vale, es posible que cuando te manchas la ropa de acrílico no puedas quitarla al 100%, pero pintar con acrílicos no te garantiza que el color permanezca igual que cuando lo pintaste ya que puede irse parte del dibujo.
En dicha tienda (muy cerquita de mi casa, por cierto, siguiendo con el tema de comprar en tiendas pequeñas y apoyar el comercio local) me informaron sobre las dos posibilidades que ellos tenían: la pintura de Americana y la de Setacolor. La primera marca, si bien ofrece una variedad enorme de tonalidades, está pensada para poder utilizarla como acrílico o como pintura para tela. Por ello, si se quiere utilizar como pintura para tela, hay que comprar un producto adicional y mezclarlo con la pintura. Para mí… demasiado trabajo. Respecto a Setacolor, tiene una gama de colores más limitada y, de hecho, en la tienda sólo vendían siete colores de la gama básica. Sin embargo, se puede aplicar directamente sobre la tela, sin ningún tipo de preparación previa y los colores son muy vivos (ideal para ropa para niños o, como era mi caso, para dibujos tipo manga o cartoon). En ambos casos, una vez seca la pintura, se debe planchar colocando un paño entre la tela pintada y la plancha para que se fije totalmente la pintura.
No tengo queja ninguna sobre la textura, color y aplicación de Setacolor. Mientras pintas te das cuenta de que la pintura se va impregnando en las fibras, lo que supongo que ayudará también a su fijación final. Y ahora queda, después de lavar, comprobar que no se pierde definición ni intensidad de los colores.
El motivo lo tenía claro desde un primer momento, ya que era un tema del que incluso habíamos hablado en casa hacía unos meses. Así que fue tan sencillo como imprimir varias imágenes en color para elegir el dibujo y poder conseguir el tono exacto. Elegida la imagen que iba a pintar, la dibujé en un folio en blanco y recorté la silueta. Esa silueta me sirvió para trazar la imagen sobre la zapatilla (mucho más sencillo que dibujar a mano alzada) y después empezar con los colores. Apliqué primero los bordes, negros, y luego rellené superficie por superficie. Para terminar, los detallitos de los dientes y de nuevo retocar los bordes negros, que en algunos puntos me había comido con la pintura de relleno. Secar, planchar… ¡y a regalar!
Ni qué decir tiene que las zapatillas número 46 han sido un éxito.

jueves, 30 de mayo de 2013

El caso Jolie

Después de haberme enterado por los medios de que Angelina Jolie ha tomado la drástica decisión de someterse a una doble mastectomía para reducir el riesgo de cáncer, decidí investigar un poco sobre el tema. Me llamó mucho la atención, y más tratándose de quién es, que aunque los medios se han hecho eco de la noticia en la calle no se oye hablar mucho del tema. Me extraña, de nuevo, por ser una afamada actriz hollywoodiense y, sobre todo, por tratarse de una mujer exuberante.
Leí su emotiva carta “My medical choice” y, después de tantos rumores de cuchillos, sexualidad al límite, vida complicada, etc. (sin contar con que las malas lenguas hablan de sus hijos como de una campaña de Benetton), descubrí la humanidad de una de esas personas que desde fuera nos parecen un maniquí, una fachada, un producto. Porque cuando veo a Angelina Jolie veo una Tomb Raider, una heroína de videojuego: diseñada por hombres, con curvas imposibles y una delgadez casi enfermiza. Hasta hoy. Ahora puedo ver que se trata de una mujer real, como las demás, de carne y hueso. Con sus preocupaciones, sus miedos y, sobre todo, su familia. Porque esta es una decisión personal, de pareja y de familia, más allá de una decisión de salud.

“We often speak of “Mommy’s mommy,” and I find myself trying to explain the illness that took her away from us. They have asked if the same could happen to me.”
El trámite de pasar por el quirófano no es fácil en ningún caso, quizá menos todavía cuando la operación se plantea como un acto preventivo, no tras un diagnóstico.
El doctor José Luis Alonso comenta que ante la dura decisión de extirparse unos pechos sanos "hay que ponerse en el lugar de esas mujeres que vienen de familias muy castigadas, con muchas desgracias a sus espaldas".
Efectivamente, no es fácil (ni se debe) juzgar este tipo de decisiones tan personales.
Conozco casos de personas que, efectivamente, se han planteado la opción de hacerse  estudios genéticos para comprobar el riesgo de padecer graves enfermedades hereditarias. Y ni siquiera se han atrevido a hacerlos. No saber te permite no realizar ninguna acción.
Pero, ¿y si los haces y compruebas que tu riesgo es alto? ¿Y si compruebas que el porcentaje de que tu vida peligre es muy alto y sabes que una decisión tomada hoy, aunque drástica, hará disminuir dicho porcentaje considerablemente?
Después de leer la carta de Angelina Jolie me planteo de una forma totalmente distinta este tipo de operación preventiva, algo a lo que en España no estamos tan acostumbrados.
En Estados Unidos se trata de una opción bastante recurrente, tanto que hasta en un capítulo de la irreverente “Nip / Tuck” se hablaba del caso de una mujer que decidía, contra la opinión de su marido, extirparse los dos pechos para reducir su riesgo de sufrir cáncer de mama. En aquel momento me pareció otra de las locuras de la serie: hoy veo que en Estados Unidos esto es una realidad: “La doble mastectomía, una operación consistente en extirpar ambos pechos para prevenir o luchar contra el cáncer de mama, se ha alzado como una opción cada vez más recurrente entre las mujeres de Estados Unidos, algo que se arrastra desde la década pasada, en la que, por ejemplo, entre 1998 y 2003, la cantidad de estas operaciones se disparó del 1,8 % al 4,5 % entre mujeres con cáncer de mama.”
He aquí la opinión de la periodista y política Uxue Barkos:
“La mastectomía preventiva es un tratamiento en el caso en que los porcentajes de riesgo de cáncer de mama son importantes. Y al parecer en el caso de esta mujer (Jolie) era así. Por lo tanto sólo puedo decir una cosa: el respeto más absoluto y una llamada a que no se frivolice por el hecho de ser una mujer holliwoodiense estupenda y reconocer en su decisión y en el hecho de que lo haya hecho pública la valentía que supone enfrentarse a una circunstancia de estas características. Repito que la mastectomía preventiva no es una frivolidad, no es una decisión personal. Es precisamente una decisión nunca fácil ante un riesgo porcentual casi definitivo de un cáncer de mama.”
“(…) yo creo que se merece no sólo el respeto, por descontado, sino la confianza de una circunstancia de estas características sólo puede responder a la defensa que todos nos merecemos en una batalla contra el cáncer.”

 
“But I am writing about it now because I hope that other women can benefit from my experience. Cancer is still a word that strikes fear into people’s hearts, producing a deep sense of powerlessness. But today it is possible to find out through a blood test whether you are highly susceptible to breast and ovarian cancer, and then take action.”
Sí, la palabra cáncer nos asusta, nos aterra. Diagnóstico cáncer parece sinónimo de diagnóstico muerte, si no lo es también de dolor y penuria.
Nos asusta esa enfermedad oculta que ataca nuestras células de forma silenciosa, que expande su impureza por nuestro cuerpo hasta que, un día, de repente, ese fantasma invisible se deja ver y se deja ver para anunciar, casi siempre, que ya no se va a marchar. Quizá es por ello que extirpar parte de lo que nos define pero que al mismo tiempo podría convertirse en la causa de nuestra muerte se plantea como una opción dura pero efectiva.
Aunque “(…) desde el NCI recuerdan que se trata de un proceso "irreversible" que puede conllevar "efectos psicológicos" en la mujer a causa de los cambios en su cuerpo y de la pérdida de las funciones del pecho.”, la decisión es de cada mujer en particular. De ella y, sobre todo, fruto de la reflexión y la comunicación con su entorno más cercano y sus médicos.

“Nine weeks later, the final surgery is completed with the reconstruction of the breasts with an implant. There have been many advances in this procedure in the last few years, and the results can be beautiful.”
A la mujer le preocupa, por supuesto, su aspecto. No se trata de una banalidad ni de algo superficial.
No hay duda de que con una doble mastectomía una mujer pierde, de golpe, sus atributos más visibles. Y, además, como se comenta en uno de los artículos citados anteriormente, se trastocan también una serie de funciones biológicas.
Angelina Jolie comenta que no se ha sentido menos femenina por someterse a esta operación, pero el trauma puede darse. Aunque se le coloquen a la mujer unos implantes, aunque sean de calidad, aunque el aspecto pueda parecer idéntico (y, según algunos, incluso mejor, más perfecto, más simétrico)… No serán sus pechos. Tendrá algo ajeno en su cuerpo. Ciertamente, algo ajeno más querido que el cáncer, pero sin ayuda (familiar, psicológica…) se puede plantear un segundo problema. Creo que, efectivamente, hay que tener las cosas muy claras y tener una fortaleza emocional importante.
 
Por último, no me gustaría dejar de lado otra “banalidad”: el tema terrenal del dinero.
“The cost of testing for BRCA1 and BRCA2, at more than $3,000 in the United States, remains an obstacle for many women.”
Según he podido comprobar, En España la mastectomía preventiva, así como los estudios genéticos que determinan la predisposición a padecer cáncer de mama, son servicios que entran dentro de la cartera de prestaciones de la seguridad social, incluso la cirugía estética que es necesaria después.”
Al parecer, el proceso se plantea a aquellas pacientes que tienen tres o más familiares directos con cáncer de mama o de ovario. Después las pacientes pasan por una unidad de consejo genético que es quien se encarga de descartar o recomendar la mastectomía, ya que puede haber otro tipo de tratamientos posibles (como, por ejemplo, las mamografías mensuales) que eviten una intervención quirúrgica al menos a corto plazo.
Aún así, "En un caso como el de Angelina Jolie, cuyo riesgo es del 87%, la mastectomía preventiva sí es justificable (…) Nosotros lo recomendaríamos".
Pero en Estados Unidos, donde se ha realizado la operación la actriz, no se trata de una intervencón gratuita. Están esos tres mil dólares del estudio genético pero está después la extirpación de los pechos y, de nuevo, la operación en la que se colocan los implantes. Habrá muchas mujeres que no puedan costearse el estudio genético o la operación. Y otras que, aunque puedan costeárselo, tendrán que prescindir de colocarse implantes, en cuyo caso, probablemente, se verán sanas pero menos “ellas”.

Finalmente, no quiero dejar de mencionar que también los hombres sufren cáncer de mama.

martes, 7 de mayo de 2013

Una familia tragicómica

Es ésta una novela gráfica interesante en muchos sentidos. Pero, ¡atención!, no se puede hablar de uno de dichos puntos de interés sin anticipar parte primordial de la trama…

Por un lado, es interesante porque es una autobiografía tratada con humor e ironía. La autora no tiene miedo de hablar de la homosexualidad de su padre ni de la suya propia. Ni del matrimonio de sus padres, ni de la relación de ella misma con sus progenitores (“Mi padre trataba a sus muebles como hijos y a sus hijos como muebles”). Supongo que cualquiera que sepa algo de Alison Bechdel sabe de sobra que es homosexual y que, precisamente, habla de su intimidad y de la homosexualidad en general en sus historietas. Para mí, que no tenía ni idea, fue un golpe de efecto en “Una familia tragicómica” (en el original, “Fun home”). Nos encontramos aquí con un asunto muy interesante desde el punto de vista argumental y también como reflexión, ya que se trata el tema según lo viven diferentes generaciones y también según los diferentes roles dentro de una misma familia.

Pero lo que, una vez superado el asombro inicial, me interesó enormemente de esta novela gráfica (y me reitero en lo de novela, porque me temo se llama “novela gráfica” a muchos comics pero éste realmente lo es) fue el nivel intelectual de su contenido. Creo que ya me he leído “Una familia tragicómica” tres veces, y esto no me había pasado nunca antes con un comic. En la primera lectura, como decía, me deleité en el argumento. En la segunda, en el estilo y en el contenido mitológico de la novela. Vi entonces que se hablaba mucho también de literatura y decidí hacer una tercera relectura, esta vez para anotar todas las novelas de las que se habla en la obra para después poder yo misma leerlas.

Respecto a los mitos, que tanto me apasionan, compara a su padre, por ejemplo, con Ícaro y Dédalo (el que construye y el que cae): “alquimista de la apariencia”, “el coste humano de sus proyectos le resultaba indiferente”. Lo compara también con el minotauro por su ira. O dice, en otra ocasión: “a veces parecía el perfecto héroe abrumado, como un Sísifo que cargara la piedra con alegre indiferencia”. Hasta hay una imagen que nos recuerda la Pasión de Cristo.
Como se ve, el lenguaje de esta obra no es el lenguaje ligero y rápido de un comic. Se trata de algo mucho más profundo aunque las frases vayan impresas sobre imágenes. “Mi padre está muerto. Se arrojó delante de un camión”. “Yo relataba la historia en un tono plano, prosaico, deseando detectar en mi interlocutor un estremecimiento de dolor que yo estaba eludiendo”.

Respecto a las novelas de las que se habla en “Una familia tragicómica”, no se trata ya del interés que despertaban en mí al relacionarse casi siempre el contenido de las mismas con determinados pasajes o viñetas de la obra, sino de que en muchos casos se me estaba brindando la oportunidad de hacerme con una bibliografía de literatura anglosajona muy interesante (y más que anglosajona, lo que ocurre que es ésta una buena motivación para leer un inglés de calidad).
Y he aquí, a grandes rasgos, dicha bibliografía:

La muerte feliz”, Albert Camus
En busca del tiempo perdido”, Marcel Proust
El mito de Sísifo”, Albert Camus
El Gran Gatsby”, F. Scott Fitzgerald
A este lado del paraíso”, F. Scott Fitzgerald
Washington Square”, Henry James
El pozo de la soledad”, Radclyffe Hall
“Zelda”, Nancy Milford
El tambor de hojalata”, Günter Grass
La fierecilla domada”, William Shakespeare
Retrato de una dama”, Henry James
“La serpiente Uróboros”, Eric Rücker Eddison
“El sueño americano”, Edward Albee
El alba a las siete”, Paul Osborne
La trompeta del cisne” (“El cisne mudito”), E. B. White
Un marido ideal”, Oscar Wilde
El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde
Mujercitas”, Louisa May Alcott
La comunidad del anillo”, J. R. R. Tolkien
El guardián entre el centeno”, J. D. Salinger
Mientras agonizo”, William Faulkner
Fiesta”, Ernest Hemingway
Ulises”, James Joyce
Retrato del artista adolescente”, James Joyce
Dublineses”, James Joyce
Los muertos”, James Joyce
La odisea”, Homero
“Cartas a mujeres”, Virginia Woolf
“Volando”, Kate Millet
Ana Karenina”, Lev Tolstoi
El desnudo”, Kenneth Clark
“Las piedras de Venecia”, John Ruskin

lunes, 22 de abril de 2013

El sueño de los cupcakes

Como consumidora de series de investigación criminal, me sentí un poquito obligada a dejar de ver tanto “CSI”, “Dexter”, “Mentes Criminales” y similares debido a que estuve casi cuatro meses sola con una bebé que absorbía la información a su alrededor como una esponja. Si yo empecé a soñar con los cráneos de “Bones”, ¿qué imágenes llegaban a guardarse en la memoria de mi pequeñina? No veíamos la televisión día y noche, pero a veces me sentaba un ratito delante de la tele y enseguida me di cuenta de lo poco adecuado de la programación que me (nos) preparaba.
Así que mi chico se puso a buscar cosas más adecuadas para todos los públicos y, tras “Girls” (no adecuada en absoluto), descubrimos “Dos chicas sin blanca” (en el original “2 Broke Girl$”).

“Dos chicas sin blanca”, protagonizada por Kat Dennings y Beth Behrs, nos cuenta la historia de Max Black y Caroline Channing, dos chicas muy distintas que acaban compartiendo trabajo, casa y finalmente sueños.
Max, hija de una mujer problemática, conoce la vida dura y el trabajo desde muy joven. Caroline, por el contrario, es hija de un magnate que le ha proporcionado una vida más que desahogada y jamás ha tenido una preocupación. La vida de Caroline da un giro de ciento ochenta grados cuando su padre es encarcelado por cometer una estafa piramidal: se queda en la calle, arruinada, sin amigos… Tan sólo recupera (parece ser) un collar de perlas y un cinturón metálico que serán su toque personal en el uniforme de su futuro trabajo. Un trabajo de camarera que consigue gracias a Max, a quien conoce de casualidad y que le ayuda acogiéndola en su casa y enseñándole cómo es ese mundo al que los apuros económicos la han expulsado y que no conoce en absoluto. Esto también hará cambiar la vida de Max totalmente, ya que ahora sabe lo que es la ambición. La entrada de Caroline en su vida le hace soñar con un futuro mejor y, aunque no deja de ser una chica sarcástica y negativa, se abre a nuevas posibilidades.
Dichas posibilidades consisten en convertir la habilidad de Max con las cupcakes en un próspero negocio gracias a los conocimientos de Caroline.

Ahora está muy de moda el mundo de las cupcakes. Quizá sea por eso que lo que yo siempre había llamado muffins (magdalenas americanas, casi cien por cien mantequilla) lo llamen aquí cupcakes (mini magdalenas coloridas y divertidas).
Después de este inciso, continúo con la serie.

Max y Caroline pasan de ser conocidas a ser amigas y, aunque no lo digan, se comportan como si fueran hermanas. Se recriminan cosas, se enfadan, se reconcilian, se ríen la una de la otra…
Y a su alrededor se forma un mundo de personajes pintorescos que al final de la temporada (¿cuándo van a doblar la segunda?) se convierten en los protagonistas de un auténtico cuento de hadas.
Están Han, el dueño coreano de la cafetería donde trabajan; Oleg, el cocinero ucraniano; y Earl, un “setentañero” negro que trabaja como cajero. Han es bajito, despistado, tiene un fuerte acento y se muere por ligar. Oleg, en cambio, es bastante brusco, guarrete, viste de forma poco adecuada para ser cocinero y se muere por acostarse con alguien (aunque acabará enamorándose…). Earl es un viejito entrañable que habla a menudo de música, drogas… de su juventud y de sus experiencias, que comparte con Max.
No hay muchos personajes fijos, aunque Sophie (interpretada por Jennifer Coolidge, conocida en España y me temo que quizá mundialmente como “la madre de Stifler”) se convierte enseguida en uno de ellos y, sin duda, se ha ganado mi corazón. Es hortera y vulgar, pero muy maternal con las chicas. Le gusta hacer fiestas de pijama con las chicas que trabajan para ellas (limpiadoras en camisón inundan su piso y Max y Caroline creen que acaban de conocer a una madame), cree que los sueños hay que perseguirlos hasta el final (si no puede tener un chalé y un columpio en el jardín, ¿por qué no instalar el columpio frente a su televisor?) y le pirran las cupcakes de Max.
Es una serie que merece la pena ver si quieres sacar a relucir tu sonrisa. Max es ácida, Caroline es dulce. Max era pesimista, Caroline es luchadora. Max es singular, Caroline era el reflejo del prototipo de niña rubia y rica que la sociedad nos vende. Se complementan hasta que en un determinado momento sus personalidades encajan totalmente y se convierten en el tándem perfecto para pasar un buen rato.
Aunque todos los episodios me han parecido divertidos, me quedo con el apoteósico final de la primera temporada. Es el cuento de Cenicienta hecho teleserie (y para una fan de Cenicienta no podía haber mejor manera de cerrar esta historia).
A Max y a Caroline les surge la posibilidad de acudir a una fiesta de esas a las que Caroline solía ir y que ahora le están vetadas. A dicha fiesta acudirá Martha Stewart y no se les ocurre mejor manera de hacer despegar su negocio que dándole a probar una de sus cupcakes.
No tienen dinero para un vestido de noche, pero de la nada surge un hada madrina que se lo compre: Sophie, embutida en un vestido ajustado y con una tiara y una varita brillantosas. Aparecen con su uniforme color mostaza en una tienda lujosísima en la que no les tratan bien… hasta que ven el fajo de billetes que lleva Sophie.
Recibirán la ayuda de todos para que todo salga perfecto: Earl les regala unos ramilletes de los del baile de graduación, Oleg se ofrece como chófer (está intentando sacar adelante su nuevo negocio de conductor de limusinas, aunque sufren un terrible atasco) y finalmente Han y Castaño (je, je, el caballo de Caroline) llegan al galope para dar la solución. Increíble ver al pequeñito de Han como jockey y luego a las chicas, con sus fastuosos vestidos, atravesando Nueva York a caballo.
Un bolso con forma de cupcake encierra su sueño materializado: la cupcake con bacon que probará Martha Stewart.

miércoles, 30 de enero de 2013

Saramago pensador

Leyendo los Cuadernos de Saramago y ciertas noticias en internet, descubro facetas del pensador en las que coincido plenamente.
Vaya por delante que la primera de sus frases que suscribo es: "He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro". Así que esta entrada es más bien una forma de dejar de salir mis pensamientos a borbotones; mis pensamientos y también mis dudas, sin más interés que dejarlos plasmados en algún sitio. No pretendo convencer a nadie como no quiero que me intenten convencer a mí de nada, aunque me encanta escuchar.
Esta entrada surge de la lectura de la siguiente afirmación de Saramago:
“Un animal no puede defenderse; si tú estás disfrutando con su dolor, disfrutando con la tortura, te gusta ver como está sufriendo ese animal...entonces no eres un ser humano, eres un monstruo”.
También lo comparto.
Respeto a los vegetarianos y veganos, a cuyas páginas me ha llevado la búsqueda de muchas ideas de Saramago. Pero no comparto totalmente sus creencias.
Aún así, me considero una defensora de la dignidad animal.

No puedo ver corridas de toros, aunque tampoco puedo negar haber asistido a una de ellas. Sí, lo hice, y calculo que debía de tener unos ocho años. ¿Me asusté? ¿Me horrorizó? No lo recuerdo. Después de ver corridas de toros en la televisión cada vez que había “fiesta” (mi abuelo las veía con asiduidad, aunque no le recuerdo nunca pisando una plaza de toros y, por otro lado, en aquel entonces sólo había dos canales de televisión), tampoco creo que viese asistir a este espectáculo como algo anormal. Ni chocante. Pero hoy en día sólo recuerdo mi estupor al ver que los baños portátiles consistían en un plato de ducha con desagüe (no los había visto nunca en España hasta entonces) y mi miedo al pensar que la plaza de toros portátil podría desarmarse al mínimo movimiento del público, desplomándose todas las chapas como un castillo de naipes sobre el que uno sopla. ¿Presté algún tipo de atención al toro o a los toreros? No lo sé...
Si bien ahora mismo la tauromaquia es legal en España, soy de las que creen que la emisión de corridas de toros en la franja infantil es una barbarie. Sí, igual que la emisión de programas del corazón en los que los tertulianos no se guardan ningún tipo de respeto. Que el canal A haga las cosas mal no debería ser el motivo para que el canal B también lo haga.
Hoy en día, como digo, no asistiría a una corrida de toros bajo ningún concepto.

 “El gozo y el disfrute no consisten en matar al animal y distribuir los filetes entre los más necesitados. Pese al desempleo, el pueblo español se alimenta bien sin favores de esos. El gozo y el disfrute tienen otro nombre. Cubierto de sangre, atravesado de lado a lado por lanzas, tal vez quemado por las banderillas de fuego que en el siglo XVIII se usaron en Portugal, empujado al mar para que allí perezca ahogado, el toro será torturado hasta la muerte. (...) El pueblo es feliz mientras el toro intenta huir de sus verdugos dejando tras de sí regueros de sangre. Es atroz, es cruel, es obsceno. (...) ¿Qué importa que una ciudad haga de la tortura premeditada de un animal indefenso una fiesta colectiva que se repetirá, implacablemente, al año siguiente? ¿Es esto cultura? ¿Es esto civilización? ¿No será simple barbarie?”

No estoy de acuerdo, en absoluto, con la afirmación de “para eso se crían” o “si no hubiese corridas de toros el toro de lidia se habría extinguido”. Hay muchos animales en peligro de extinción a los que no se tortura para usar esa misma tortura (declarada bien de interés “cultural” en Madrid, para vergüenza de los que aquí vivimos) como excusa, como aquello que hay que agradecer.
Si a algunos pudiese ofender mi repulsa a la mal llamada “fiesta nacional” (porque ya cada vez son menos los que sienten esta barbarie como motivo de festejo), al menos entiendan, como escribía Saramago, mi “honesta confesión de incapacidad para entender la fiesta”.
¿No se nos hiela el corazón al ver la mirada del toro, extenuado, cuyo final está tan cerca?
Escribía Saramago: “Cuando era pequeño, la palabra reparar, suponiendo que ya la conociera, no sería para mí un objeto de primera necesidad hasta que un día un tío mío (...) me llamó la atención sobre una cierta manera de mirar de los toros que casi siempre, lo comprobé después, se acompaña por una cierta manera de levantar la cabeza. Mi tío decía: “Te ha mirado, cuando te miró, te vio, y ahora es diferente, es otra cosa, está reparando”. Esto es lo que le conté a Luis, que inmediatamente me dio la razón, no tanto, supongo, porque lo hubiera convencido, sino porque la memoria lo hizo recordar una situación semejante. También un toro que lo miraba, también ese gesto con la cabeza, también ese mirar que no era simplemente ver, sino reparar.”
Sobre la mirada del toro escribió también Gala: “Mugía el toro de dolor, bramaba de dolor, llenaba el aire, clamaba al cielo en vano. Los peones lo mareaban con los capotes. Y de repente miró hacia mí, con la inocencia de todos los animales reflejada en su rostro, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad.”
 
Y escribí yo en otra entrada: “Desde fuera de la jaula, se veía a los gorilas pasear deprisa, cerca del cristal, como locos, mirando de vez en cuando a la gente. Y seguían dando vueltas y más vueltas. Pero había uno que se quedaba sentado, sin hacer nada, y me miraba. Supongo que nos miraba a todos, de uno en uno.”
Y es que al seguir leyendo a Saramago encuentro algunas otras coincidencias: el circo, el zoo.
He ido al circo. He ido al zoo. He ido a espectáculos con animales. Y los he disfrutado.
Hoy en día, me encuentro en la tesitura no ya de no ir a zoológicos o circos, porque lo tengo bastante claro, sino en la de dejar que mi hija vaya. Todos los colegios organizan excursiones al zoo. Todos los niños quieren ir.
¿Cómo explicar a un niño lo que se oculta detrás de esos animales y de los espectáculos con monos, con delfines y otros animales? Es curioso o incluso bello ver los espectáculos con animales, pero cuando maduras empiezas a ser consciente de la mínima calidad de vida de esos animales e incluso de los duros castigos a los que son sometidos para su aprendizaje. ¿Merece la pena ese sufrimiento para mostrarnos un par de piruetas? No, no lo merece. Y ellos no lo merecen.
¿Cómo asegurarse de que cuando visitamos un zoológico o un parque los animales reciben los cuidados necesarios? ¿Cómo asegurarse de que no han sido capturados para su exposición?
“Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza. Esto en lo que tiene que ver con los zoológicos. Más deprimentes que esos parques, son los espectáculos de circo que consiguen la proeza de hacer ridículos los patéticos perros vestidos con faldas, las focas aplaudiendo con las aletas, los caballos empenachados, los macacos en bicicleta, los leones saltando arcos, las mulas entrenadas para perseguir figurantes vestidos de negro, los elefantes haciendo equilibrio sobre esferas de metal móviles. Que es divertido, a los niños les encanta, dicen los padres, quienes, para completa educación de sus vástagos, deberían llevarlos también a las sesiones de entrenamiento (¿o de tortura?) suportadas hasta la agonía por los pobres animales, víctimas inermes de la crueldad humana. Los padres también dicen que las visitas al zoológico son altamente instructivas. Tal vez lo hayan sido en el pasado, e incluso así lo dudo, pero hoy, gracias a los innúmeros documentales sobre la vida animal que las televisiones pasan a todas horas, si es educación lo que se pretende, ahí está a la espera. Se podrá preguntar a propósito de qué viene esto, y responderé ya. En el zoológico de Barcelona hay una elefanta solitaria que se está muriendo de pena y de las enfermedades, principalmente infecciones intestinales, que más pronto o más tarde atacan a los animales privados de libertad. La pena que sufre, no es difícil imaginarlo, es consecuencia de la reciente muerte de otra elefanta que con la Susi (este es el nombre que le pusieron a la triste abandonada) compartía en un más que reducido espacio. El suelo que pisa es de cemento, lo peor para las sensibles patas de estos animales que tal vez tengan todavía en la memoria la blandura del suelo de las sabanas africanas. Sé que el mundo tiene problemas más graves que estar ahora preocupándonos con el bienestar de una elefanta, pero la buena reputación de que goza Barcelona comporta obligaciones, y ésta, aunque pueda parecer una exageración mía, es una de ellas. Cuidar a Susi, darle un fin de vida más digno que verla acantonada en un espacio reducidísimo y teniendo que pisar ese suelo del infierno que para ella es el cemento. ¿A quién debo apelar? A la dirección del zoológico? ¿Al ayuntamiento? ¿A la Generalitat?”

martes, 22 de enero de 2013

Pintar con pasteles

Después de un intento bastante frustrante de pintar con acuarela (a pesar de los elogios de la profesora a la ciruela que pinté), decidí probar con los pasteles.
Por un lado, quería los pasteles para poder cambiar el maquillaje de mis muñecas Blythe, pero al mismo tiempo era una forma de seguir investigando las técnicas de color.
El pastel me parece una técnica parecida a la acuarela en cuanto a que se trabaja con distintas capas y a que el papel tiene una capacidad de asimilar el pigmento limitada. Sin embargo, mientras que el pastel se va mezclando con algodón, con los dedos, con difuminos o con otras herramientas, así que de alguna manera se controla mejor el resultado, con la acuarela el resultado no es tan fácil de manejar, puesto que el agua hace revivir la pintura de la capa anterior y se pueden volver a mezclar los colores.
Y el pastel tiene bastante de dibujo; creo que está en la línea que separa el dibujo de la pintura, así que para mí es una forma cercana de trabajo y no tan complicada como lo ha sido la acuarela o como puede serlo el acrílico o el óleo.
 
Sin profesor y sin experiencia previa, no es la primera vez que recurro a Youtube para investigar.
Aquí, papeles, tipo de trazo, difuminado...
Aquí, ejemplo de paisaje.
Aquí, ejemplo de pájaro.

Yo, en cambio, me decidí por las flores, pues me parecen un motivo sencillo como primer intento con una técnica totalmente desconocida. Y, todo hay que decirlo, en Youtube se encuentran auténticas maravillas con jarrones, flores silvestres, etc.
En fin, pasteles Rembrandt y papel Canson y ¡a trabajar!

Desde luego, estoy muy muy lejos de hacer algo tan increíble como ésto.

lunes, 14 de enero de 2013

Hung

Esta serie llegó a casa por casualidad, no estamos seguros ni de quién nos la recomendó. La cuestión es que es altamente recomendable.
Sólo tiene tres temporadas y, sinceramente, yo creo que la quitaron por presiones, por falta de audiencia, por falta de presupuesto o lo que fuese, pero en ningún caso porque los creadores quisieran que acabase. La tercera temporada tiene un final semiabierto: bien podría ser el final o bien podría ser el principio de nuevas peripecias.
Si alguien empieza a verla después de leer este comentario, ya no se llevará la sorpresa... Pero lo que nos impactó fue el contenido del primer capítulo, ya que ni sabíamos cuál era el argumento de la serie ni quién nos la había recomendado (así que no sabíamos ni sus gustos, ni la opinión de esa persona sobre los nuestros ni nada de nada). Tampoco sabíamos lo que quería decir “hung” coloquialmente hablando.
Esta serie es la historia de un profesor de instituto que, divorciado, acuciado por las deudas, a punto de perder su casa por un incendio y, finalmente, despedido por culpa de los recortes, se ve obligado a tomar medidas drásticas para rehacer su casa y para sobrevivir. Ray.
Es la historia de una mujer con alma de poeta que tiene, como casi todo hijo de vecino, que trabajar en una anodina oficina para poder ganarse el pan. Obviamente, haciendo algo que no le aporta nada a su vida. Tanya.
Ray y Tanya se reencuentran en un curso para hacerse millonario, de esos que nadie se traga que funcionen pero también de esos acerca de los que todos nos hemos preguntado alguna vez... ¿y si funciona? Y se reencuentran porque se conocieron en el instituto donde trabajaba Ray cuando Tanya fue a dar unas clases sobre poesía. Ni qué decir tiene que acabaron acostándose y que ésto hace que choquen durante el curso.
En el curso aprenden que tienen que concebir una idea de negocio que parta de un don especial y propio, que les aporte satisfacción y, sobre todo, que les haga ganar dinero. Tanya piensa en su poesía y se le ocurre crear galletitas con un poema dentro. Ray... no tiene ningún talento, ¿o sí? Todas las mujeres le dicen que tiene el pene muy grande y, bueno, el sexo es una industria realmente potente. ¿Y si se prostituyera? Todos sus problemas acabarían...
Del cruce del potencial de Ray con la inventiva de Tanya, surge un negocio prometedor.
En él meterá mano Lenore, una ex compañera de trabajo de Tanya que es todo lo opuesto a ella: guapa, segura de sí misma y triunfadora en el mundo laboral. Pero, además, mala persona.
 
La originalidad de esta serie va más allá de la pareja de instituto que llega a matrimonio (Ray y Jessica, la estrella de béisbol y la jefa de animadoras), de la chica popular que deja a su marido por un dermatólogo rico pero repelente, de los hijos absolutamente friquis que tiene la pareja (el hijo gótico que duda si es homosexual y la hija con sobrepeso que prácticamente odia a su madre porque cree que no la acepta)... Todos estos argumentos podríamos encontrarlos en Wisteria Lane, pero no la prostitución. La prostitución no tiene cabida en Fairview.
La prostitución, sin embargo, aparece en numerosas series y películas, pero con Hung es distinto. No sólo porque es él quien se prostituye, sino porque es ella la proxeneta. No sólo eso, sino que diríamos que Tanya es una “proxeneta con escrúpulos”.
Independientemente del papel de Jessica, la ex mujer, o de Lenora, la femme fatale, lo que a mí me ha gustado más es la pareja que forman Ray y Tanya.
Él es un hombre perfecto, cuarentón, que se mantiene gracias a que entrena a los chicos del instituto y corre; le falta el dinero pero no las ganas de vivir y recuperar su vida anterior y el cariño de sus hijos. Ella es una mujer llena de complejos e histerismo, que viste mal, que se peina mal y que no es capaz de hacer el mal aunque se lo proponga.
Él acabará acostándose con una ex alumna que, igual que las demás, le paga por hacerlo. Ella acabará acostándose con un chulo de los de verdad, de los que pegan, amenazan y maltratan.
El negocio se basa en la visión de Tanya, más o menos un mundo femenino y feminista, en el que reivindica la necesidad de emociones en el negocio del sexo pero también la posibilidad de llamar vulva, con todas las letras, a la vulva. Lo que empieza con entrevistas privadas con las posibles clientas acaba en un taller de sexualidad en el que sutilmente se muestra el producto (Ray y, después, también Jason).
Y Ray, consecuentemente, tiene que aprender de Tanya, una mujer neurótica, lo que piensan / pensamos las mujeres.

Le preguntan a Jane Adams, en una entrevista, qué le parece que las mujeres paguen por sexo.
“Los hombres y las mujeres tenemos parecidas necesidades, pero es más frecuente que los hombres las hagan públicas. Me hace muy feliz que la serie hable de esas necesidades femeninas. Que se sepa que a nosotras también nos gusta el sexo. Y que, si no te interesan los tipos de tu edad, muchas pueden recurrir a los jóvenes.”
Efectivamente, no se trata realmente de pagar por sexo. Se trata de que las mujeres tienen unas necesidades que la sociedad, compuesta por hombres (que no quieren escuchar o entender) y por mujeres (que sienten vergüenza de hablar), tiene totalmente enterradas.
Las mujeres que Tanya capta y que al final recurren a Tanya son muy variopintas. Sí, necesitan sexo, quieren sexo, pero, como dice Ray, “son distintas”. Y, como dice Charlie, el medio novio proxeneta de Tanya la proxeneta, “¿no trabaja para hombres? son los hombres los que dan dinero”.
Ray aprende a hablar a las mujeres, pues el sexo con mujeres es sexo más palabras.
Ray aprende a escuchar a las mujeres, pues el sexo con mujeres es sexo más palabras.
Ray aprende a jugar con las mujeres (la mujer policía que se acuesta con el ladrón, esposado y a veces golpeado; la mujer que finge conocer al hombre de su vida cuando pincha una rueda en la carretera; la mujer que quiere llegar al final y “dejar” a su puto como la dejó a ella su novio).
Ray aprende a enseñar a las mujeres, pues el sexo con mujeres es sexo y miedo. Miedo a disfrutar, a dejarse llevar, a decir lo que de verdad se quiere.
Me sorprende que una serie así haya llegado tan lejos en Estados Unidos. O quizá es un prejuicio que tengo yo con Estados Unidos y el puritanismo. Pero aquí se ven muchas tetas y mucho vello púbico y eso, en Roma, que fue otro país y otra época, está bien, ¿pero hoy, con gente normal, de la calle, con hijos, con familia? Me sorprende, sí.
Sea como fuere, si alguien quiere reírse de las penas de esta vida (divorcios, hipotecas, trabajos alienantes) no hay mejor manera de hacerlo que Hung.
Y, quizá porque la serie no continuó, no hemos tenido que presenciar cómo los dos protagonistas, hombre y mujer, de una serie tan buena se enamoran y acaban juntos. ¡Basta ya de este cliché que ha estropeado tantas y tan buenas series!

martes, 8 de enero de 2013

Mi propio HTM

Sigo desde hace un tiempo varios blogs que se dedican a mostrar y a enseñar cómo se hacen sus “do it yourself”, o “hazlo tú mismo” (de ahí el HTM).
Los hay de todo tipo, pero me gustan especialmente los de manualidades (crafts, es que todo hay que decirlo en inglés para que suene ¿mejor?), los de decoración y los de ropa.
Los de decoración, sinceramente, están fuera de mi alcance. A menudo se trata de restauración y creación de muebles, de modo que sin los materiales y sobre todo la herramienta (¡y maquinaria!) necesaria no hay nada que hacer. No obstante, hay proyectos más asequibles como la decoración de jarrones, de vasos, de manteles... O la creación de cuadros de todo tipo, con frases o motivos divertidos.
Los de manualidades, para alguien con poco sentido espacial como yo, se limitan a lo que sea recortar papel, fieltro o pintar. El 3D (léase punto, ganchillo o amigurumi; y, sí, el ganchillo, aunque “quede” plano, necesita de cierta visión 3D de hilo y agujas) es un imposible para mí. Así que, a este respecto, aparte de los blogs en los que enseñan cómo hacer muñequitos planos de fieltro o cómo pintar una libreta con ayuda de una tira de encaje y un spray, cuento con la experiencia adquirida en el mini curso de Couture Club Taller que hice el verano pasado en La Luna de Madrid. En dicho curso aprendí a decorar diademas, a hacer broches o a forrar botones. Fue divertido e instructivo pero, sobre todo, ¡sencillo!
Por último, aquellos blogs en los que te enseñan cómo modificar un jersey viejo para que parezca otro (desde cómo hacerle un bordado hasta cómo transformarlo en un gorro de invierno) me resultan muy prácticos. Nos hemos vuelto bastante consumistas en una sociedad en la que está de moda el comprar y tirar para volver a comprar... así que no está de más aprender cómo hacer que aquello de lo que nos hemos cansado parezca distinto. A lo mejor no supone un gran ahorro cuando se trata de comprar lentejuelas, botones o borlas, pero tendremos la satisfacción de tener algo único y personalizado con nuestras propias manos.

Como A Beautiful Mess combina todo esto (aparte de mostrar multitud de recetas interesantes), me gustaría aprovechar para hacer una mención especial a este blog.
El blog comenzó su andadura en 2007 y sigue un ritmo de publicaciones tremendo. Aunque en un principio lo llevaba Elsie, unos años después se uniría su hermana Emma. Actualmente, ambas escriben entradas de lo más variado.
Tienen un apartado específico para sus proyectos, que comparten abiertamente con todo aquel que quiera tomar sus ideas y llevarlas a cabo. Las hay más simples y más complejas, pero son siempre muy originales. De vez en cuando hacen recopilatorios de sus DIY con un tema específico: proyectos por menos de veinte dólares, proyectos que se pueden acabar en un par de horas, etc.
 
Respecto a mi propio HTM, me inspiré en una idea de Elsie para estampar vestidos. En su caso, suele hacerlo con cartón. Dibuja una silueta bastante esquemática pero fácilmente identificable y luego la recorta. La va pintando cada vez y la imprime sobre la tela (o sobre el papel, según lo que se disponga a hacer). Me enamoré de su vestido con caballos estampados y decidí hacer algo a pequeña escala.
Por otro lado, desde hace un tiempo veo por todas partes bulldogs franceses (en la calle, en las exposiciones de fotografía, en las colecciones de moda...), así que creo que me han entrado por los ojos. Son esos perritos tan monos a los que hace años, cuando muy poca gente los tenía, yo llamaba “perros-murciélago”.
Así que teniendo la idea sólo faltaba el material: sólo necesitaba el qué (que fue unas zapatillas baratitas) y el con qué (que fueron mis pinturas acrílicas, las que me regalaron por mi cumpleaños este año y con las que aún no he tenido tiempo de hacer demasiadas cositas).
Para este HTM no hay demasiado que explicar.
Para los perros, busqué imágenes en internet que me pudiesen valer y, como yo también soy del HTM casero, las pegué en el Word para, con la regla que tiene el programa, poder medir el tamaño que quería dibujar en las zapatillas. Una vez impresas las imágenes, las recorté para dibujar la silueta en las zapatillas. Había pensado hacerlo con lápiz, pero tuve que recurrir al bolígrafo porque con el gris de base no se veía absolutamente nada. Después dibujé esquemáticamente el morro, los ojos, las orejas...
El proceso para pintar los perros no creo que requiera de gran explicación. Si no me hubiese visto capaz de hacer algo así, habría bastado con esquematizar mucho y utilizar tan sólo tres colores y sin gradaciones.
Para añadir un tono alegre e infantil a las zapatillas (si es que los bulldog franceses no eran ya lo suficientemente infantiles), me decidí por los corazones. Pensé en estrellas, pero con el método de impresión elegido creo que no se habría visto apenas lo que eran. Pensé también en triángulos de diferentes colores, pero me pareció demasiado ochentero. Así que corazones. Recordando los tiempos del parvulario, tallé un tampón con forma de corazón en una patata. Y, voilá, mojar en pintura y estampar, no hay más truco.
Por último, para separar la zona delimitada de cada motivo, pinté una franja roja sobre uno de los remates de las zapatillas. Aunque podrían haber quedado realmente bien sin esta franja, creo que el efecto que hace con los cordones y la suela negros es bastante resultón.
¡Ahora sólo toca que deje de hacer este frío para poder estrenarlas!