lunes, 15 de julio de 2013

Hoy es 15 de julio… cumpleaños feliz…

Después de diseñar mis propias zapatillas y pintarlas a mano, creo que le voy a coger el gustillo a esto de pintar zapatillas (o incluso ropa: ¡ya tengo en mente muchas ideas!).
Sin embargo, quería hacer ahora algo un poco mejor en cuanto a calidad de los materiales utilizado. Primero porque las zapatillas iban a ser un regalo (felicidades, mi amor); segundo porque las zapatillas no me habían costado seis euros y no podía arriesgarme a estropearlas en el primer lavado.
Por ello, lo que hice fue pedir asesoramiento en una tienda de manualidades. Parece ser que aquel consejillo que me dieron respecto a los acrílicos (“no, no salen de la ropa”) no era del todo cierto. Vale, es posible que cuando te manchas la ropa de acrílico no puedas quitarla al 100%, pero pintar con acrílicos no te garantiza que el color permanezca igual que cuando lo pintaste ya que puede irse parte del dibujo.
En dicha tienda (muy cerquita de mi casa, por cierto, siguiendo con el tema de comprar en tiendas pequeñas y apoyar el comercio local) me informaron sobre las dos posibilidades que ellos tenían: la pintura de Americana y la de Setacolor. La primera marca, si bien ofrece una variedad enorme de tonalidades, está pensada para poder utilizarla como acrílico o como pintura para tela. Por ello, si se quiere utilizar como pintura para tela, hay que comprar un producto adicional y mezclarlo con la pintura. Para mí… demasiado trabajo. Respecto a Setacolor, tiene una gama de colores más limitada y, de hecho, en la tienda sólo vendían siete colores de la gama básica. Sin embargo, se puede aplicar directamente sobre la tela, sin ningún tipo de preparación previa y los colores son muy vivos (ideal para ropa para niños o, como era mi caso, para dibujos tipo manga o cartoon). En ambos casos, una vez seca la pintura, se debe planchar colocando un paño entre la tela pintada y la plancha para que se fije totalmente la pintura.
No tengo queja ninguna sobre la textura, color y aplicación de Setacolor. Mientras pintas te das cuenta de que la pintura se va impregnando en las fibras, lo que supongo que ayudará también a su fijación final. Y ahora queda, después de lavar, comprobar que no se pierde definición ni intensidad de los colores.
El motivo lo tenía claro desde un primer momento, ya que era un tema del que incluso habíamos hablado en casa hacía unos meses. Así que fue tan sencillo como imprimir varias imágenes en color para elegir el dibujo y poder conseguir el tono exacto. Elegida la imagen que iba a pintar, la dibujé en un folio en blanco y recorté la silueta. Esa silueta me sirvió para trazar la imagen sobre la zapatilla (mucho más sencillo que dibujar a mano alzada) y después empezar con los colores. Apliqué primero los bordes, negros, y luego rellené superficie por superficie. Para terminar, los detallitos de los dientes y de nuevo retocar los bordes negros, que en algunos puntos me había comido con la pintura de relleno. Secar, planchar… ¡y a regalar!
Ni qué decir tiene que las zapatillas número 46 han sido un éxito.

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