Si hay una cosa que siempre me ha encantado, a pesar de mi
alergia al polen, han sido las flores. De pequeña, aun cuando me dormía dando a
la comba sentada en una silla para que saltasen mis amigas (porque el asma me
impedía saltar y a veces la fatiga me hacía quedarme dormida en los sitios más
insospechados), tenía la ilusión de ser Botánica. Cuando nos mandaron en el
colegio hacer una redacción y presentación de un tema libre, elegí las flores.
Y, aunque hubo años relativamente buenos en lo que a alergia
se refiere, ha habido también crisis asmáticas que me lo han hecho pasar muy
mal.
No obstante, lo bueno de tener un asma alérgica es que no la
tengo todo el año y puedo disfrutar de las flores en pequeñas dosis.
Como cuando en la carrera tuvimos una práctica sobre
ikebana. He de decir que mi arreglo fue de los más mediocres y que la nota fue
normalita, pero, al vivir en un pueblo pequeño, tampoco tenía medios para
comprar en una floristería ejemplares exóticos o llamativos como otros de mis
compañeros.
O como, últimamente, cuando me decidí, de unos meses a esta
parte (porque en cuanto han empezado a florecer todas las plantas he decidido
hacer un parón en esta nueva afición), en ir a comprar semanalmente flores para
adornar la casa. Liliums, claveles, lirios… Todos son bienvenidos. Dan una
alegría y una vida a la casa incomparable.
Además, ¡me sirven para utilizar mi último DIY de décopatch!
Guardé hace tiempo unos botellines (o botellones) de cerveza turca en un
restaurante donde fuimos a cenar. Me parecieron muy originales y una buena base
para hacer algo especial. Así que limpié bien las botellas, quité los papeles
que traían y, no sin mucha indecisión, escogí papel de décopatch con el que
decorarlas. Es cierto que el color oscuro de las botellas y el exceso de
pegamento que utilicé hacen que el resultado no sea tan bonito, ya que no se
ven tan claramente los dibujos, pero tampoco estoy a disgusto con cómo ha quedado.
Ahora que, para futuras ocasiones, quizá sería interesante poner una capa “base”
de papel décopatch blanco, para que los colores que van encima se vean más
vivos.
La técnica, como siempre, sencilla. En este caso
muchas piezas fueron cortadas más grandes para conservar el cuerpo de las
chicas de las imágenes y las tiras doradas fueron cortadas con tijera, ya que
el acabado perfecto no se podía lograr de otro modo. Y, muy importante: cuidado
con las formas cónicas, ya que cortar líneas rectas hace que la línea se vaya
desvirtuando y no se mantenga recta en el borde que le corresponde. Mejor
medir, cortar la línea recta y después hacer pequeños trocitos para ir
pegándolos seguidos pero poder al mismo tiempo corregir la curvatura.
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