miércoles, 27 de diciembre de 2017

Netflix: ficción española

Durante mi baja de maternidad y posterior excedencia, con una niña altamente dependiente que demandaba mucho el pecho y sólo se dormía durante el día si lo hacía en brazos, me quedaban pocas opciones que no fuesen ver la televisión (de hecho, el ruido de las hojas de la revista hacía que se despertase, así que ni leer...). Por ello, me di una buena "pechada" de ver tele y series, muchas series. Y es lo bueno que tiene la televisión a la carta.

En esta entrada comentaré dos series españolas que he visto en Netflix. Una con mucho agrado y otra... no tan de mi gusto.

Isabel

La emisión de "Isabel" en TVE fue todo un acontecimiento. Seguida por jóvenes y mayores, el público esperaba cada capítulo con ansia y más aún determinados acontecimientos, como la conquista y la rendición de Granada. Pocas veces he visto en Facebook tantos comentarios serios y de una admiración sobre una serie y, más, siendo española (en mi comentario sobre "Las chicas del cable" veremos por qué).
No la vi cuando fue emitida porque, a pesar de que en TVE apenas hay pausas publicitarias, lo cierto es que en España la emisión de series y películas empieza muy tarde. Luego se pregunta uno por qué tenemos estos horarios laborales y estas costumbres de comida y hábitos malsanos de sueño (aunque esa es otra cuestión).
Cuando la vi disponible en Netflix y me vi a mí misma con el tiempo suficiente de empezar a ver una serie como esta (con capítulos largos, muchas temporadas y temática densa, que en más se una ocasión me llevó a dejar el episodio en pausa y a indagar un poco más en internet sobre la historia), la única pega que le veía era la actriz protagonista: Michelle Jenner.
La conocía de su papel de lolita en "Los hombres de Paco" y, si bien no hacía un mal papel, no me cuadraba esa actriz en ese papel. Además, "Isabel" recoge toda la historia de la Católica desde su adolescencia hasta su muerte y la cara aniñada y angelical de Jenner no me parecía acorde con un personaje como la reina Isabel. No sólo eso: me parecía imposible que pudiese encajar con una mujer madura y después anciana.
Pero la verdad es que la interpretación es fabulosa. Su voz sigue siendo un tanto dulce para la imagen que yo he tenido siempre en la cabeza de Isabel la Católica, pero al trabajo de Jenner no le falta fuerza. Creo que registra todas las facetas de Isabel, como niña, madre, esposa, enamorada, celosa, amante, intrigante, gobernadora, religiosa y enferma. Como cualquier otra persona, Isabel es poliédrica: tiene mil caras. Pero en televisión los personajes suelen ser algo más planos porque se da más importancia a la narración que al personaje.
Ese es uno de los puntos fuertes de los la serie: aunque narra la historia de España, narra ante todo la vida de una persona.
Da cierta pena que algunos de los personajes queden un poco "cojos", como Torquemada o Cristóbal Colón. Pero también es cierto que podrían ser el eje de nuevas series.
Sin embargo, también hay que decir que en  ocasiones se paran para contarnos la historia de personajes menos relevantes, en ocasiones parte de leyendas populares, que retratan a la perfección y sirven también para aligerar un poco la trama principal. Por ejemplo, la bella Susona o Isabel de Solís.
Por otro lado, el retrato que se hace de Fernando de Aragón, Felipe el Hermoso, Juana de Portugal, Enrique IV o Juana hija de Isabel es loable.
En su día vi en el cine la película de "Juana la loca" (la realmente llamada "loca") y para mí el personaje de Juana también me resulta muy querido. No sólo por cómo la utilizaron su marido, su padre y su hijo, como si se tratase de un alfil en una partida de ajedrez, sino porque debió de ser una persona de fuerte carácter y firmes convicciones. Si eso queda patente en la película, cabe mencionar cómo en la serie se muestra que sus circunstancias la marcan y hacen fuerza en ese carácter, que se doblega, que se subleva... que al final le hace obrar como una loca. Y, llamemos a las circunstancias por su nombre, porque lo tienen: Felipe. Porque es el amor ciego que siente por su marido y la manipulación de éste los que la hacen caer.
Ni qué decir tiene que la ambientación es fantástica. Los escenarios, la fotografía, el vestuario y el maquillaje son magníficos.
En este sentido, me quedo con dos ejemplos:
- La entrada de los Reyes Católicos, por primera vez, en la Alhambra. Un plano desde arriba, los dos subidos en sus monturas, observando callados y embelesados la majestuosidad de los palacios nazaríes. Transmiten a través de la pantalla lo que uno siente cuando entra por primera vez en un sitio que asombra de esa manera. Y, más aún, si nos paramos a pensar en la poca capacidad para viajar que tenía la gente en aquella época y lo que debía de suponer para ellos semejante choque cultural. 
- El deterioro de Isabel con el paso de los años. En las primeras temporadas, se nos muestra a Isabel en un entorno agradable. Vive con su familia y nada enturbia su felicidad. A su alrededor se encargan de que los paisajes sean frescos y luminosos, con grabaciones al aire libre; el pelo de Isabel siempre suelto y en lustrosos tirabuzones perfectos, el azul de sus ojos perfectamente resaltado. Pero según avanza la serie el cabello pierde lustre y el brillo de sus ojos ya no es tal. Después de tapa su cabello con la toca que Isabel llevaba y sus atuendos pasaron a ser más recios y pesados, lo que hace que el cuerpo de Jenner no se vea tan delgado y juvenil. La vida adulta de la Católica no fue fácil: envuelta en intrigas, guerras, en plena revolución social y religiosa, con numerosos y difíciles partos... Todo ello hizo mella en su físico y así se ha retratado en la serie. Un trabajo de caracterización digno de elogio. 


Las chicas del cable

Esta serie fue muy esperada también. Anunciada a bombo y platillo en todos los medios, fue el primer encargo de Netflix a una productora española.

No sé si están satisfechos con el resultado ni si han obtenido el éxito que esperaban, pero para mí esta serie adolece de lo que (y he visto muchas y me han gustado otras tantas) muchas series españolas.
En primer lugar, las voces. Ocurre un poco también con Isabel, pero pasa relativamente desapercibido. Y es que en muchas series parece que en lugar de televisión estamos viendo teatro, como si se leyese en alto un libreto o si se estuviese declamando. Esto resta veracidad a la historia, pues de algún modo despista al espectador y le impide meterse en la historia.
Pero en mi opinión lo peor son los personajes planos y las historias tan predecibles que nos cuenta.
Teniendo una base más que interesante para hacer una serie entretenida y muy seria con la llegada de las centralitas telefónicas a España o presentarnos los inicios del trabajo femenino, al final la serie cae en la historia de amor fácil.
El abandono, el reencuentro, la infidelidad, el marido maltratado... Si al menos se tratase en profundidad y mostrando lo complejo de las relaciones humanas, podrá seguir siendo un telón de fondo interesante para el resto de temáticas.
Por ejemplo, pocas veces se ha tratado en la ficción televisiva española el tema de la homosexualidad (tenemos a Fidel o a Mauri, pero no se ha hecho un tratamiento tan explícito ni se ha profundizado en él en cuanto a lo que sienten los personajes más allá de lo que simplemente son). Y aquí, en Sara (Ana Polvorosa), se trata de una forma muy seria y emotiva. Tanto la homosexualidad como la sugerida transexualidad.
Pero mientras en un lado de la balanza tienes la relación triangular entre Sara, Carlota (interpretada por Ana Fernández) y Miguel (interpretado por Borja Luna), te presentan la de la pueblerina que se enamora del buenazo del contable. Ambos personajes muy manidos y con una historia que se presenta de forma jocosa y hacen que todo lo que ocurre a su alrededor pierda el dramatismo que merece y que su esfuerzo ha costado construir.
En fin, que podría resultar entretenida pero poco más. 
La ambientación también es excelente y la interpretación de Ana Polvorosa simplemente espectacular. Es, junto con el personaje de Ana Fernández, el único que resulta creíble. Y no porque sobresalga por encima de el resto (que obviamente sobresale), sino porque se trata de un trabajo redondo.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Retrospectiva sobre el fotógrafo Nicholas Nixon

Se expone en la Fundación Mapfre una colección de fotografías del americano Nicholas Nixon. Todavía se puede uno acercar, está abierta hasta el 7 de enero.

Yo fui hace un par de meses y quedé impresionada. Las fotografías son de una calidad increíble. Ahora comprende una que se le hayan dedicado tantos artículos a este fotógrafo, sobre todo ahora que, con cierta edad, su carrera está más que asentada y su trayectoria y diferentes etapas se pueden estudiar a fondo.


En la exposición podemos ver sus inicios fotografiando distintas ciudades estadounidenses donde vivió. En unas, el encuadre es limpio, el paisaje está vacío de personas y de vida, parece casi abandonado (permítaseme presumir un poco y decir que hace tiempo me acerqué a la feria, de buena mañana, cuando los feriantes están trabajando y las atracciones a medio montar: los resultados pueden ser magníficos). En otras, el encuadre no es tan clásico y los edificios son cortados por el marco, resultando bellos y al mismo tiempo transmitiendo una fuerza tremenda y también la masificación de la gran ciudad. No en vano, el objetivo de las primeras a menudo es Albuquerque y de las segundas Boston o Nueva York.


Más adelante nos encontramos con las series sobre personas, muy emotivas y que le pueden llegar a tocar a uno el alma.


Las familiares, con su hijo y su hija o, curiosamente, con tan solo la cortina de su salón al viento, de nuevo con un encuadre poco habitual. Hay también fotos con su mujer, autorretratos en los que sólo se atisba la nariz o el pelo del pecho del autor. Y, por último, una serie muy interesante que realiza tomando, año tras año, una foto a su mujer y a sus tres hermanas. Muchos de nosotros ya teníamos estas fotografías en la mente incluso antes de conocer el nombre de Nixon.


Y es que el paso del tiempo también es un tema recurrente en su trabajo.


Así, dejo para el final lo que más me impresionó de su obra. Porque Nicholas Nixon es un fotógrafo pero también una persona muy humana. Pasó mucho tiempo acompañando a enfermos de VIH en los 80, cuando el diagnóstico de la enfermedad era prácticamente una sentencia con un pronóstico terrible al que se sumaban también el rechazo y la marginalidad. Así, tomó fotografías muy íntimas de pacientes de los que muestra una evolución terrible en apenas unos años. También pasó bastante tiempo en residencias de ancianos, dando su cariño y compañía y, también, fotografiando los estragos que sufre el cuerpo humano con la edad.
Me quedo con el desnudo de una anciana con su cara arrugada, los ojos cerrados y la cabeza hacia arriba; el pecho caído y el vientre abultado. Porque uno podría quedarse con esta imagen plana de la vejez, pero Nixon fotografía algo más: la pose, valiente y casi altiva, de una mujer que se desnuda y se muestra en toda su sabiduría, con la certeza del cambio que los jóvenes se obstinan en negar.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Vuelo de grullas

La papiroflexia, arte para el que la Wikipedia hoy sólo reconoce el término de origami, es el arte de doblar papel y hacer con él figuras de todo tipo. Desde el barquito y el avión que aprendimos a hacer de pequeños (los más avezados se lanzaban a la pajarita o incluso a la rana) hasta las figuras más complicadas que se puedan imaginar.

Quizá se deba a que lo exótico vende más y a que el mundo de lo nipón y de la papelería está de moda (lo primero desde hace ya tiempo; el tema de la papelería ya se ha vuelto una fiebre a la que se han sumado hasta las tiendas de moda). Es posible. Pero me cuesta más desprenderme de la palabra "papiroflexia" de lo que me costó desprenderme de la palabra "insignia" (pin).

La cuestión es que las figuritas de papel son originales y perfectas para decorar.
Como idea, un pequeño ejercicio muy sencillo: recoger ramas de árbol (durante las podas se pueden encontrar fácilmente buenas ramas en cualquier ciudad) y hacer o comprar las figuritas que más nos gusten. En mi caso, dado que no soy muy buena en el tema y, sobre todo, porque quería infinidad de grullas pequeñas, las compré.


Me decidí por una tienda de Etsy, que vende grullas de papel desde Japón. Y el resultado fue genial. Llegaron a casa perfectamente plegadas; tan sólo tuve que desplegarlas, perforarlas con un alfiler y colgarlas de un hilo. De grulla en grulla y de rama en rama. A mí me parece un pequeño detalle perfecto, como en mi casa, para un rincón del salón. Pero también para un móvil en una habitación infantil, para colgar de una lámpara de la mesilla de noche... Las posibilidades son muchas.

lunes, 21 de agosto de 2017

Joyeros que enamoran

Me gustaría mostrar un pequeño y delicado trabajo que realicé hace un par de meses con Décopatch.

Ya lo hice anteriormente en un joyero algo más "basto" para bisutería de gran tamaño y después para un regalito personalizado, pero eran unas sencillas cajitas de madera que compré en Ikea. Me gustó mucho su diseño porque se cerraban dejando un pequeño cajón arriba, al descubierto, a modo de tapa; de ese modo, se podían guardar dentro accesorios como collares o pañuelos y dejar arriba los que se usan con más asiduidad. Lamentablemente, me da la impresión de que los han quitado del catálogo.

El joyero que hice en esta ocasión tenía bastante más complicación. Seguía siendo un contrachapado fino con cristal para ver el interior de cada celdilla. Pero la altura era mucho menor y la compartimentación mucho mayor. Así, en lugar de hacer trozos el papel como recomiendan los expertos del Décopatch, me dediqué a cortar tiras a medida para ir pegándolas de una en una. La poca altura del joyero sin duda lo permitía, porque para grandes superficies es bastante engorroso por la cantidad de bolsas que se forman. Esta vez, algo nuevo que aprendí, es que no es aconsejable cubrir hendiduras de las cajas que luego necesites abrir pensando que con un cúter de precisión te va a ser posible. El pegamento es demasiado bueno y, si seca del todo, lo más fácil es que te ocurra lo que a mí: 1) que te lleves algún trozo de madera por no poder encontrar bien la abertura y 2) que se rompa la cuchilla por intentar hacer palanca. Así que, o se corta cada pieza por su lado, o se pega junto pero se pasa el cúter cuando aún está el pegamento fresco y el papel húmedo.


Elegí un papel negro con pequeñas flores, bastante elegante diría yo. Así, iba genial con las pequeñas joyitas que quería guardar dentro: pendientes mínimos, collares finos con colgantes delicados, algún que otro recuerdo de un viaje e incluso un par de regalos de mi madre (unos de los pendientes, sin ir más lejos, es un regalo de juventud de mi padre a mi madre que ella nunca pudo estrenar por no irle bien el cierre omega).


Y este fue el preciado resultado, con el que no puedo estar más contenta.

miércoles, 26 de julio de 2017

Design Home: el primer y único juego que me he descargado en mi móvil

Como fan que soy de Hilary y David y de los hermanos Scott, y también como "Decoradora de interiores titulada por Divinity" que me puedo declarar (estos programas y la revista Nuevo Estilo son mi perdición, eso es así), no podía haber encontrado un juego para descargarme que no fuese este.

Me encanta ver Love it or List it (y no sólo porque sus presentadores den más juego que los de Vancouver, que lo dan), porque Hilary es una máquina decorando y sacando partido a los rincones más insospechados. Es una pena que nunca termine del todo las casas o que, como les ocurre a los Scott, que no enseñen más que la zona principal: salón, comedor y cocina (y también el zaguán, que es una palabra que en el programa de Hilary sale día sí día también).

Y me encantan los programas de Drew y Jonathan, los gemelos, pero especialmente los de "Comprar para vender" y "La casa de mis sueños". Son programas de reforma que, salvo el amianto o los cimientos endebles, no fallan. El puntazo es los nombres que les dan a las casas decrépitas que compran en "La casa de mis sueños" y cómo acaban pringando siempre a los nuevos propietarios para que sean ellos los que desmonten y saquen de la casa el inodoro.

Podría también hablar de la reforma que hicimos en casa, porque es un "lo he sufrido en mis carnes", pero ya llegará esa ocasión. Lo he pensado mucho, como las influencers que al parecer adoran mostrar sus dormitorios al mundo entero, pero tiempo al tiempo.

Como decía, el único juego que me he descargado en mi móvil (por falta de espacio, interés y contrato de datos) ha sido Design Home. Fue el propio Facebook quien me lo sugirió... Pero al poco tuve que quitarlo. Fue por varios motivos:
- Estaba enganchadísima. Ahora entendía a todos los fans de Candy Crush.
- Ocupaba demasiado espacio en mi móvil. O mi móvil es una castaña, que todo puede ser.
- El juego parece diseñado para que pasado un tiempo no puedas hacer gran cosa si no pagas.

La mecánica del juego es muy sencilla pero, como digo, si no se planifica mínimamente, al poco tiempo no puedes hacer más que diseños feos y planos que nadie votará... y entrarás en un bucle de no conseguir dinero para comprar muebles y decoración nuevos.

En cada reto, tienes que realizar un diseño (salón, comedor o dormitorio) utilizando determinados muebles obligatorios. Te puede obligar, por ejemplo en un salón, a utilizar un sofá, dos mesas auxiliares, una mesa de centro y un aparador. Y, por otro lado, te permite colocar otros muebles y accesorios que no son obligatorios pero que suelen ambientar mejor la estancia: una planta, una alfombra, una lámpara...
Al comenzar el juego tienes una serie de muebles básicos a tu disposición que serán de los que vayas tirando.
También tendrás una cantidad de dólares (para comprar muebles), una cantidad de diamantes (para comprar objetos especiales o para canjear por dólares) y una cantidad de llaves (sin llaves no puedes concluir un diseño). Cada vez que terminas un diseño, se te entrega la cantidad de dólares que te indicaba el reto. Cada vez que consigas una buena puntuación por uno de tus diseños (te habrán votado otros jugadores), se te entregan diamantes y en algunos casos muebles y objetos de decoración especiales. Y, para conseguir llaves, tendrás que votar al resto de jugadores; te sugieren uno de los diseños que se acaban de preparar (por ejemplo, dormitorio juvenil para dos niñas) y te proponen los diseños que han enviado los jugadores para que indiques cuál es mejor o si te gustan por igual.
El juego te presenta cada día un reto para diseñar un salón para, si no recuerdo mal, conseguir 2500 $. Cada cierto tiempo sacan retos especiales temáticos (en Semana Santa, en primavera, etc.) y el premio que se consigue es mayor que con los diseños habituales.

El juego es interesante porque cada vez que te propone un espacio para decorar le da un título (por ejemplo, "Brownstone Bachelor Pad") y una pequeña descripción de los propietarios y de sus gustos ("Sharon y Cleyton acaban de mudarse a California; les gustaría que el dormitorio de sus hijas gemelas fuese una muestra del estilo Palm Springs, sin olvidar que las niñas adoran los caballos", cosa que me acabo de inventar). Pero, a la hora de la verdad, descubres que si pones unas alfombras negras y unas camas como de psiquiátrico dará igual. Podrás enviar el reto igualmente. Y, si cae en gracia, te votarán, aunque no sea la idea buscada.

Y, lo que realmente me cansó del juego, como digo, es ver que poco a poco, y aunque trabajes mucho los diseños y busques lo que de verdad puede conjuntar de alguna manera, si no estás pagando nunca podrás lograr buenas decoraciones. Por ejemplo, si en un salón que te va a dar 2500 $ te obligan a colocar dos sofás rinconeros (que costarían unos 2000 $ - 3000 $) y tú ya has utilizado los que tenías previamente y al mismo tiempo te obligan a colocar un aparador (que rondan los 4000 $), acabas desembolsando una cantidad muy superior a la que vas a conseguir. Así que, cuando llegas a uno de los retos que te dan 500 $ (después de votar 15 diseños de forma absolutamente tediosa para conseguir las llaves que te permitirán enviar el diseño para su votación), te encuentras con que te exige una mesa, una lámpara y un sofá de estilo industrial, tres elementos dorados y dos muebles de la marca Puturrú de Fuá (entre ellos, el sofá), es totalmente imposible conseguirlo. Tu saldo estará a 0 $ si es que conseguiste terminar el reto del día y resulta que Puturrú de Fuá será una de las marcas más caras que hay y ya usaste tu último sofá de estilo industrial (que, por supuesto, no era de la marca Puturrú de Fuá), no hay más que dos elementos dorados dentro de la marca Puturrú de Fuá y son una lámpara de 1500 $ y una mesita auxiliar (¡horrorosa! ¡no querrás usarla en ningún otro espacio aunque hayas desembolsado ese dinero!) de 1100 $. Así que esperas a que pasen los días y lleguen nuevos retos del día para ir sumando de 2500 $ en 2500 $ y poder hacer algo... Pero al final sólo podrás hacer dos diseños buenos a la semana porque los retos serán siempre así de complicados. Y verás, al votar, que el resto de jugadores colocan los muebles más caros. Porque no les duelen pagar dinero virtual para algo tan absurdo como un juego de decoración... A lo mejor para ellos no es absurdo, pero no dejo de pensar que mejor invierto 30 € en un jarrón bonito si me apetece decorar de verdad.





Como, aún habiendo dejado el juego, guardo buenos recuerdos, he seleccionado mis mejores diseños (según el resto de jugadores) y también los que más me han gustado. A pesar del final tedioso al que llegué, es cierto que disfruté muchísimo jugando a ser Hilary Farr.

lunes, 17 de julio de 2017

Buscando inspiración y el regalo que nunca llega

Durante ya varios años vengo pidiendo algún regalito que tenga que ver con la furry fashion Fifi Lapin.
Soy muy dada a que me gusten los personajes kawaii, los animalitos antropomorfos, las cosas kitsch. Pues Fifi tiene un poco de todo. Y, encima, es una coneja enamorada de la moda. Lo tiene todo, ¿o no?
Pero por algún motivo que desconozco las colecciones que sacan para niños, que son una auténtica delicia, que me encantarían para mis nenas, no se venden en España. Y, aunque eso también está bien, hay pocas réplicas por ahí. ¿Nadie les quiere copiar? ¿Tiene Fifi tanto poder que nadie se atreve?

Las Navidades pasadas tuve la suerte de recibir un regalito de Fifi y además auténtico. Quizá porque hay tiendas on-line que nos lo ponen todo muy a mano que uno no tiene excusa... Y fue el libro de la "furry fashionista".

De verdad que me parece una pasada que un pequeño animalito de largas orejas y apenas esbozado con unas líneas pueda tener tanta fuerza y tanto carácter. Y es que pisa la pasarela como las grandes.


Por eso necesitaba alguna prenda suya y hoy, hoy mismo que publico esta entrada, me topo de bruces con una "sample sale" que hacen en su web. Y, precisamente, con la imagen que yo elegí para hacer una prenda única que lucir como ella luce a los grandes diseñadores.


Hace meses que guardé una imagen que encontré en la red, una de tantas que me inspiran y que, antes de conocer Pinterest, guardaba sin ton ni son en mi portátil. Quería hacer algo parecido, pero no era capaz de encontrar un cuadro que me entusiasmase y al mismo tiempo fuese fácil de realizar. Porque sin duda tenía que pintarlo yo.


Así que recurrí a las imágenes que pude encontrar de Fifi Lapin en internet y me dispuse a realizar mi propio chaleco oversize. Están muy de moda y es que, sí, ¡los 90 han vuelto!
Tan fácil como coger un chaleco de segunda mano (por si las moscas: me invade siempre el miedo a personalizar algo que haya comprado para acabar estropeándolo, aunque de momento creo que no ha llegado a ocurrir), mis pinturas para textil Setacolor, un folio con el dibujo para ir recortando los contornos y la plancha, que sólo sube del trastero para estos menesteres. Creo que poco hay que explicar. Es otra de esas actualizaciones sencillas para la ropa que después siempre reciben un ¿dónde lo has comprado? Sí, orgullosa del resultado. Y ya estrenado.

jueves, 6 de julio de 2017

DecorAcción 2017

Lamentablemente, el año pasado, por las fechas en las que se celebraba DecorAcción, me encontraba en casa de baja y mi médico me había prohibido tajantemente salir de casa para cualquier cosa y mucho menos para disfrutar de la calle. ¿Por qué? Por la suma de varias circunstancias: un embarazo avanzado, un índice alto de polen y dos entradas en el hospital por urgencias. Así que, sí, me lo perdí.

Pero, y aunque ya siento contarlo después de haber terminado el evento (porque realmente fui un sábado), este año SÍ estuvimos allí. Y con la pequeñita que, todo hay que decirlo, se portó más que bien.

Disfrutamos una vez más de las ideas de decoración, de los muebles, de las restauraciones... Una maravilla. Y además paseamos por algunas de las librerías del barrio y vivimos bonitas experiencias, como la cesión del libro "El malvado zorro feroz" (¡ya comprado!) por otra lectora al ver que nosotros no podríamos volver pronto para comprar otra copia. O como las ricas arepas y la deliciosa limonada que degustamos en Cacao Restobar, donde los camareros eran amabilísimos y, lo increíble, tenían tronas y cambiador (increíble porque pocos sitios con un ambiente tan bonito y moderno disponen de facilidades para las familias).

En fin; para muestra, un botón.

Y, por supuesto, otro gran descubrimiento: el fanzine Ropa Tendida. Me encantaron las fotografías, me encantó la información que me dieron y me gustó aún más abrir la bolsita en casa y descubrir muchas otras fotos bonitas y poesías.






sábado, 25 de marzo de 2017

Barbie en Fundación Canal

Parece mentira lo que una exposición gratuita puede ofrecer a veces.
Si creía que iba a ver una exposición sobre los modelitos de Barbie y su cambio de imagen desde su creación hasta nuestros días, me quedaba más que corta.
La exposición de "BARBIE Más allá de la muñeca" es precisamente eso: algo que va más allá.


Claro que se pueden ver las primeras Barbies, de 1959 y de la década de los sesenta, con sus mofletes hinchados, sus ojos rasgados y su pecho pequeño. Después las que yo conocí entre los 80 y los 90, con unas caderas inexistentes y un culo totalmente plano, mientras que sus enormes pechos retaban a la fuerza de la gravedad. Y, finalmente, las más actuales, la serie de alta, baja y curvy, para dejar atrás precisamente ese cuerpo que apareció en mi infancia y que tanto fue criticado.

Pero, si bien creí que había terminado la exposición en la primera sala (bastante extensa para una exposición gratuita, la verdad), enseguida me di cuenta de que la exposición continuaba.
Barbie en el mundo, Barbie profesiones...

Aunque lo mejor estaba por llegar: Barbie diva, Barbie de alta costura, Barbie de fantasía, Barbie reinas, Barbie actriz, Barbie cantante y un largo etcétera.

A continuación muestro muchas de las fotografías que tomé.
Son muchas, sí, porque me fascinó lo que vi a pesar de que no soy una gran fan de esta muñeca. Pero invito a todo el mundo a acercarse a la Fundación Canal (si vives en Madrid y si pasas por aquí de visita) y disfrutar de este despliegue de muñecas. Supera en mucho a lo que aquí muestro. ¡Hasta el 2 de mayo!







viernes, 17 de marzo de 2017

¿Pensando en un bralette?

Es curioso cómo a una le ha podido gustar algo durante años sin saber que tiene un nombre... Y, cómo no, cuando una descubre que tiene dicho nombre no se sorprende de ver que el nombre es de procedencia francesa o anglosajona. Como casi todo en el mundo de la moda. Me refiero en este caso al bralette. Mucho más chic por eso de provenir del francés.

Durante muchos años fui seguidora del blog de Rumi Neely. Me gustaban mucho sus looks en apariencia sencillos pero siempre cargados de glamour. Telas vaporosas, transparencias, superposiciones... Me parecía que tenía un gusto muy especial y, por otro lado, ¡que vivía en un lugar cuyo clima le permitía estos conjuntos! Rumi era asidua a los bralettes y le gustaba lucirlos (entre otras prendas de ropa) a la vista o sugeridos: aquí una puntilla, aquí un tirante. También llevaba mucho tops lenceros y, si bien estos últimos no me llamaban puesto que los viví en los 90 y con un tipo bastante distinto, me llamaban la atención los ya mencionados bralettes.


En aquel entonces los llamaba "sujetadores sin relleno", "sujetadores con copa triangular" o "sujetadores con faldilla". Y es que los bralettes tienen un poco de todo esto. Hoy hablan de ellos como una mezcla del sujetador de toda la vida (si bien en su versión más femenina y sofisticada) y el crop top, otra prenda para mí también endemoniada por ser descendencia directa de los 90.
¿Los 90 de nuevo? ¿Estamos hablando acaso de las Spice Girls? Porque Mel B era una abanderada del sujetador a la vista y Mel C del crop top...
Pues no, no y no.


Tuve un par de ellos. Me parecen perfectos para quienes tenemos poco pecho. Son bonitos, sensuales y, aunque en mi caso no me gusta llevarlos a la vista, se siente una sexy hasta con una simple camiseta.
Pues ahora vuelven, están muy de moda y hay quien se atreve a llevarlos como si de una camiseta se tratase. No es para mí pero, lo reconozco, ¡son una pasada! Hay mucho donde escoger y, sin duda, en cuanto acabe con la lactancia iré a buscarlos (¿se habrán acabado para entonces? porque con la moda nunca se sabe...).

Como comentan aquí:

"Las transparencias siempre serán una apuesta segura para lucir sobre cualquier modelo; los de tamaño mínimo de encaje o blonda pueden asomarse a través de los tirantes y bajos de camisetas cropped de algodón, pero también mostrarse gracias al recurso francés por excelencia (y universalmente conocido) de dejar abierto un botón de más en la camisapara enseñar la parte central. O, por qué no, que esa blusa actúe como chaqueta ultraligera, sujetada únicamente por los cierres finales, para dejar ver un bralette más tupido"

¡A la búsqueda del bralette perfecto!


*** Sobre Rumi Neely, ya que la he mencionado, hace mucho que no sigo su blog. En un momento dado me empezó a parecer repetitivo y, sinceramente, ahora que he hecho nuevas búsquedas ya no me parecen las suyas imágenes bonitas. Es algo subjetivo, supongo, pero por ahí se dice de todo... Sólo ella sabe lo que hay pero tiene sus fans y supongo que ella se siente a gusto.

lunes, 6 de marzo de 2017

Grace and Frankie

Con mi permiso de maternidad, la excedencia y la exitosa irrupción de Netflix en nuestra casa, el poder ver series a la carta ha copado buena parte de mis mañanas los días de mal tiempo.

Ha habido auténticas maravillas (lo comentaré en otra entrada, ya que he visto muchas series en muy poco tiempo), pero hoy me gustaría reseñar "Grace & Frankie". Quizá no diga mucho el nombre, no he oído nunca a nadie hablando de ella en la calle, pero creo que merece la pena verla por muchas razones. Y, quizá, la más llamativa: que los protagonistas son sexagenarios y septuagenarios. Y muchos dirán: "¿Qué me importa a mí esa serie? ¿Qué tengo en común con los protagonistas?". Pues yo respondería que, bien, quizá hoy yo no sea esa mujer sexagenaria, pero podría ser su hija, su nieta... y algún día seré ella. Además, ¿qué tengo yo en común con Daredevil o con Sherlock Holmes? ¡Pues eso!

La serie arranca con una idea cómica (aparece en la sinopsis de la serie, en la intro y en los primeros diez minutos del primer capítulo): a estas edades, los maridos de Grace y Frankie les dicen, durante una comida en un restaurante, que quieren divorciarse porque hay otra persona. Y esa persona es... ¡el otro! Les confiesan llevar décadas siendo amantes y ellas jamás lo habían sospechado. Eran compañeros de trabajo, amigos... ¿¡pero amantes!?

Parte de la primera temporada (de momento hay dos) gira sobre este descubrimiento. Sobre el trauma del divorcio, la explicación de un divorcio a hijos de treinta y cuarenta años, el salir del armario a esta edad (de cara a socios de negocios, tus hijos, tus nietos...).

Pero, para mí, lo más importante no es esto. Y es que la serie empieza a hablar de otros temas para mí mucho más trascendentales.
Porque Grace y Frankie no tienen nada en común. Grace (Jane Fonda) es una mujer de negocios, con sus joyas, con sus tintes, con su ropa conjuntada; levantó una empresa de cosméticos que va viento en popa y tiene la familia perfecta de cara a la galería. Frankie (Lily Tomlin) es una mujer que vive la vida con entusiasmo y con principios pero que no valora tanto lo material: es hippie, fuma marihuana, es una pintora, una artista, una activista... Y cuando sus maridos se divorcian ellas ponen tierra de por medio y se mudan al chalé que los cuatro compartían en los Hamptons. El chalé de fin de semana que comprado entre cuatro era posible y que ellas ven como el "nido de amor" de sus ex y hoy el único lugar en el que refugiarse.

Y, así, ahí van los temas que más me han interesado:

    * Menospreciamos la tercera edad, como si fuese un momento de declive.
A menudo se representa en las series y en las películas la problemática que viven adultos, adolescentes, minorías étnicas, mujeres... Pero no es tan común que veamos gente mayor en una serie o en una película con un papel protagonista. Incluso en nuestra vida diaria, parece que la gente (ya ni mayor), cuando se jubila, "desaparece". Pasa a un segundo plano y no se les considera ni población activa (no lo son en cuanto a lo laboral pero, ¿qué ocurre con el ocio, por ejemplo?) ni población objetivo para publicidad a no ser que hablemos de compresas para retener los escapes de orina o el pegamento para la dentadura.
¿De verdad? ¿Es esto lo único que podemos pensar de nuestros mayores? ¿Somos tan inconscientes como para pensar que nosotros también llegaremos a los 60, a los 70, nos jubilaremos, y nos sentaremos para siempre en un sillón orejero, sin hacer nada y sin consumir nada, sin, en definitiva, vivir?
Cierto es que en determinados momentos y según la vida que se haya llevado y la herencia genética, los problemas de salud pueden llegar. En la serie vivimos de hecho un infarto y una muerte. Pero es parte de la vida y así se trata. De hecho, hablar de cáncer, de muerte, de tratamientos o de eutanasia es algo que no había visto así antes en la televisión. Y he de decir que la serie no se convierte en ningún momento en un pozo de lágrimas ni en un drama tal que le deje a una con mal cuerpo. Incluso diría que es todo lo contrario. Un canto a la vida y a ser conscientes de que podemos estar más cerca del final pero, precisamente por eso, estamos llamados a vivir con más intensidad y a decidir más rápidamente lo que realmente queremos.

    * Amistad en la tercera edad y lo absurdo del rencor o la rabia.
Enlazando con lo expuesto anteriormente, ¿por qué negarnos lo nuevo? ¿Por qué no dejar nuestros zapatos de tacón de aguja o nuestro cardigan de cachemira de lado y tirarnos en la arena de la playa a fumarnos un porro con una hippie aficionada al canto difónico?
Lo que no tiene sentido en la juventud, lo que nos separa de aquellos "diferentes" (etiquetados como diferentes pero iguales en esencia), deja de existir en la tercera edad. Mucha gente ha desaparecido. De muchos nos hemos despedido. Y lo que la vida nos da lo debemos tomar.
No tiene sentido un enfado tonto. No tiene sentido dejar de hablar a alguien o no perdonar "hasta que" o "durante", ya que no sabemos de cuánto tiempo contamos. Qué ilógico vivir esperando que algo suceda para cambiar una actitud propia que en el fondo nos está haciendo daño. ¿No es otra lección de vida que merecería la pena aprender antes de llegar al último tercio de nuestra vida?

    * Sexo y amor en la tercera edad.
Si primero fueron nuestros padres los seres asexuados como los ángeles (¿salimos realmente de un repollo? ¿nos trajo la cigüeña?), después lo son "los abuelos". Parece increíble que se plantee el sexo a la tercera edad. ¿Pero dejamos de emocionarnos, de sentir, de vivir con ganas e incluso pasión sólo por llegar a una edad determinada? Más bien son los tabúes y también el conservadurismo lo que nos ata, como a Grace. Será Frankie quien le grite en la cara la palabra "vagina" (por favor, ruego a los traductores de las producciones estadounidenses que empiecen a traducir como "vulva", poco me importa que ellos digan vagina) a Grace. Será una de sus amigas quien le regale un consolador. Y ella, por supuesto, se escandalizará, porque es... Lo Que Toca.
Ambas viven un verdadero shock cuando sus maridos les cuentan la realidad de los últimas décadas, pero son capaces de reponerse y, ¿por qué no?, de intentar encontrar el amor. A veces con poco éxito (ya sea amoroso o sexual), a veces viviendo un cuento de hadas o una aventura canalla con un ex presidiario. Nada se le niega a uno más que lo que uno se quiere negar.


Pero, para mí el gran toque de atención de esta serie es la creación de Frankie: un lubricante de base natural (ñame) para mujeres. Natural, ecológico (luego su lucha contra el aceite de palma) y pensado para las mujeres mayores que sufren de sequedad vaginal. Sí, porque mucha viagra para ellos pero... ¿y ellas? Ah, no, que sólo son ellos los que tienen pulsiones sexuales y viven su sexualidad con jovencitas (¡ja!). De hecho, ambas tienen un anuncio que hacer a sus hijos y a sus ex en el último capítulo. Los dejan a todos de piedra y salen a ritmo de hip hop de la casa, dejándoles a todos pasmados. La mejor escena, el resumen del ninguneo y de la revolución que sufren y viven. La dejo para el disfrute de aquellos que se animen a probar con esta serie.

lunes, 20 de febrero de 2017

Rimel Neffati: de nuevo una artista francesa

No suelo escribir sobre artistas realmente, pero de vez en cuando aparece alguien que me hace soñar con su trabajo. Son personas de las que seguramente no olvide el nombre (porque, lamentablemente, sufro un constante y agradable bombardeo visual del que no suele quedar nada...) pero, en casos contados, como el de Miss Van y éste, quiero dejar algún tipo de constancia.

En una de tantas páginas sobre arte que sigo en Facebook, compartieron una fotografía realizada por Rimel Neffati. Y todo se convirtió en hacer búsquedas y más búsquedas para dar con más trabajos tuyos.

Neffati es una artista francesa que trabaja básicamente el autorretrato. Autodidacta, su obra fusiona en una misma imagen fotografía y pintura.


El estilo es fantasioso, onírico, sensual y en ocasiones tenebroso. El blanco y negro, la neblina, los toques de color rojo; todo ello me trae a la mente otros nombres. ¿Por ejemplo? Krysten Ritter o Miss Pandora.