jueves, 3 de mayo de 2018

La copa menstrual: tabúes sobre la menstruación

Hace como diez o doce años, oí hablar por primera vez de "una copa para recoger la menstruación". Lo oí de alguien que lo oyó... Y la información me llegó un poco como "el teléfono escacharrado". Me quedé con la idea de que era un método de higiene, también desechable, que permitía recoger la menstruación de alguna manera "no absorbente". Obviamente, al imaginar un material parecido al de un tampón, me parecía bastante inverosímil y no le encontraba el sentido. 


Hará unos cuantos años menos, leí un artículo sobre la copa menstrual y su uso en África. Al tratarse de una copa hecha de silicona quirúrgica u otro material similar, muy duradero, el gasto en que incurriría una familia africana sería mínimo. Y, desde luego, se presentaba como un remedio muy efectivo contra la estigmatización del periodo y la mujer menstruante a la par que permitiría a las niñas acudir a la escuela con regularidad ya que la regla, sin ningún tipo de producto higiénico, era (y es) un gran impedimento.



Pero ha pasado el tiempo y la copa menstrual sigue siendo una gran desconocida para la mayor parte de la población (a pesar de que fue patentada a principios del siglo XX). Supongo que muchas oyen algo sobre el tema y siguen rompiéndose la cabeza como yo la primera vez para intentar entender el concepto.
No aparece en la publicidad de nuestra televisión, nuestra prensa ni tampoco he visto nunca un editorial en una "revista femenina". Sí que sigue habiendo anuncios de compresas manchadas de líquidos azules y perdura en el imaginario colectivo el "tampax pearl de Patricia Conde" o el "¿a qué huelen las nubes? de Silke".
Entiendo perfectamente que las empresas que producen tampones y compresas tienen su negocio y quieren mantenerlo (el medio ambiente es lo de menos a este respecto). Pero no acabo de entender por qué la copa menstrual es relegada a "solución para el tercer mundo" y en España la conocemos por el boca a boca, por lo que las amigas o familiares nos vamos contando.



En este sentido, cabe destacar que en una sociedad moderna y "liberada" (ejem) la menstruación sigue siendo un tabú. Sigue habiendo mujeres que no quieren hablar de la regla, les aterra decir la palabra MENSTRUACIÓN (prefieren decir "estoy mala" ¿¿??). Te dicen que les da asco la regla y ¡ay! como vean una gotita de sangre: horror.
No soy fan del movimiento "free bleeding" porque no me parece higiénico el manchar, por ejemplo, un asiento en un lugar público. Pero no es antihigiénica la sangre en sí misma y menos la recogida con la copa. ¿El olor que tanto quieren eliminar en los anuncios de compresas y tampones? Mínimo. Ese posible mal olor se produce cuando la sangre se retiene en un material como el algodón (¡qué asco! ¡hablando del olor de la regla!). La sangre en la copa huele sólo a sangre: a hierro, como la que sale de la nariz o de una herida.
Un ejemplo clarísimo de que la regla sigue siendo un tabú es que las mujeres esconden en neceseres, bolsillos o apretados dentro de la mano todos los productos de higiene cuando van al baño en la oficina. Y un tampón o una compresa (que vienen perfectamente empaquetados en mil plásticos rosas - muy ecológico también -) no debería ser motivo de vergüenza ni motivo para esconderse. Esto no es más que una reminiscencia de nuestro pasado (y del presente en otros países) cuando las niñas no iban a la escuela cuando tenían la regla o las mujeres no podían hacer mayonesa (¿¿??). Cuando me reincorporé a mi puesto de trabajo el pasado septiembre y me enseñaron la nueva oficina, una compañera me mostró orgullosa el mueble del baño, de gran capacidad (cosa que está bien para guardar muchas cosas que antes se guardaban en el almacén), "Para poder dejar el neceser ahí y no tener que andar con por la oficina". Supongo que nuestros compañeros hombres siguen sin saber lo que es la regla y se pueden asustar...

Esto último (que no sepan lo que es la regla) tampoco me extrañaría. La educación sexual en los colegios y en las familias es muy deficiente y a veces inexistente. Al menos en mi caso, se estudiaba el aparato reproductor en sexto (con 11 - 12 años) de forma muy abstracta y unas representantes de OB venían a explicarnos en una pequeña charla cuestiones sobre la regla y los productos higiénicos. A esta charla no acudían los niños... Cierto que para una niña preadolescente estar con todos los niños escuchando dicha charla habría supuesto más bochorno que el simple hecho de tener que asistir, pero el problema viene de atrás. Por ejemplo, no explicando nunca nada a los niños (a mi hija le han explicado la reproducción y le han puesto un vídeo de un parto con cinco años y me parece FENOMENAL; a esta edad no tienen prejuicios ni mitos en la cabeza y lo toman todo de forma muy natural). Por ejemplo, explicando las cosas tarde (cuando tienes la menarquia con diez años, a los doce te resulta todo muy absurdo). Por ejemplo, explicando las cosas mal (porque una empresa no debería explicar sobre sexualidad - que nos enteremos ya de que la menstruación es parte del ciclo biológico y sexual de la mujer -, sino que tendría que hacerlo un profesor o un sexólogo).


Recuerdo ahora la función de "El camino rubí". Conocí este blog por una entrada hablando de "lo malo" de la maternidad (otro tabú). Y si bien dudaba en un principio de la profundidad que se daba al tema de la menstruación, ahora que sé bastante (creo) sobre lactancia y conozco muchos procesos hormonales de los que me han hablado dos amigas que han estado en contacto con especialistas en fertilidad, me doy cuenta de que cada mínimo proceso biológico de nuestro cuerpo es una maquinaria precisa y minuciosa que requiere de una armonía absoluta para su buen funcionamiento. Reglas dolorosas, endometriosis y médicos que valoran más un dolor en la zona vaginal dependiendo de si lo que no puedes es ponerte un tampón (tienes las compresas) o mantener relaciones coitales (pobre pareja): son temas que me han hecho reflexionar sobre lo poco que sabemos sobre nuestro propio cuerpo y lo necesaria que es la labor se "El camino rubí".



Volviendo a la copa menstrual y a sus ventajas, creo que son tres (o cuatro si se compara con los tampones).



En primer lugar, es un producto económico. En España cuestan unos 30 €. Antes sólo las podías comprar online pero ya empiezan a verse en farmacias (incluso expuestas, imagino que para que preguntes y lo farmacéuticos puedan darte información). Puede parecer dinero pero dicen que pueden durar varios años (hasta diez o quince, según la web consultada). Yo tuve una que le duró dos años, lo hablé con la marca y me enviaron otra gratuita porque ese es muy muy poco tiempo. Aún así, si pienso que llevo 25 años con la regla (a los que resto uno y medio, pongamos dos, después de los partos)... Para hacer un cálculo más o menos justo (soy de las "afortunadas" a las que les dura el periodo seis o siete días), si se multiplican 23 años x 12 meses, son 276 reglas. Pongamos que son de cuatro días, no de siete, serían 276 x 4, 1104 días. Si el día tiene 24 horas y cada cuatro se cambia el tampón, 6 tampones al día durante 1104 días son 6624 tampones. Una caja estándar, sin aplicador, de marca blanca cuesta 1,50 € y trae 24 unidades.. Así que 6624 tampones cuestan 414 €. Pongamos que la copa la "jubilamos" con diez años. En 23 años estaría usando la tercera (90 €). No digamos ya si sucumbimos a la publicidad y compramos tampones de primeras marcas.



La segunda ventaja es el ahorro que supone para el medio ambiente. Compresas y tampones van a la basura... 6624 tampones que ha tirado cada mujer que hoy tenga 35 - 38 años. Y, lo peor, que muchas no saben que los tampones NO se pueden tirar al retrete (hay montones de foros donde se hace esta pregunta: no lo tenemos claro).



No es tampoco despreciable el que la copa menstrual nos hace ahorrar tiempo. La compras una vez y desparece de la lista de la compra durante años. La llevas en el bolso (o incluso puesta, cosa que no puedes hacer con un tampón) cuando te va a bajar la regla y los paseos al baño "a ver si baja" o para cambiarte son muchos menos. No hay que olvidar que se puede llevar hasta doce horas (otra cosa es el momento del ciclo en el que estés y que haya más sangrado y se llene; aún así, yo nunca la llevo por el día más de ocho horas).

Y la cuarta ventaja respecto a cuando se compara con el uso de tampones se refiere al síndrome del shock tóxico. Cuando abres una caja de tampones, como precaución, te dicen "en algunos casos" se puede padecer SST y que si sospechas que es tu caso acudas a urgencias. Quizá esto haya cambiado y las instrucciones que vienen con los tampones sean un poco más claras, pero cuando yo he leído esta información en el pasado pocas veces se hablaba de síndrome del shock tóxico, sólo de SST, que parece que asusta menos. Además, parecía que era algo que podía ocurrir y que tenía "cierta" relación con el uso de tampones, pero que era improbable y casi de causas misteriosas.
La realidad es que por no ser de un material estéril como el de la copa, recoger la sangre en un producto higiénico de algodón propicia la aparición de bacterias que pueden producir una infección y, más tarde, shock. Esto tiene que ver también con el mal uso de los tampones. Cuando hay menos flujo, en lugar de comprar tampones mini y cambiarlos regularmente (con la copa eso da igual), se tiende a utilizar el normal pero más horas. De hecho, se debería decir claramente en todas partes que no deberían utilizarse tampones por la noche. Es peligroso. Puede sonar exagerado, pero no por improbable es algo que se deba desdeñar. Una vez se diagnostica el SST, la mortalidad llega al 50%. Que se lo digan a Lauren Wasser.


De las ventajas adicionales para las mujeres y las niñas de los países en vía se desarrollo sí que se ha escrito y mucho.
Así que, por lo general, son todo beneficios.



El único problema que le encuentro es que no es tan fácil saber ponérsela y, aunque sé ponga, no siempre está bien colocada. También tenemos esa lucha la primera vez que nos enfrentamos a un tampón... Pero es que el conocimiento de nuestro propio cuerpo (tabúes, culpa, vergüenza...) es mínimo.



Para utilizar la copa menstrual, lo único que hay que hacer es esterilizarla durante cinco minutos en un recipiente con agua hirviendo. Una vez esterilizada se introduce plegada en la vagina, sin necesidad de llevarla tan al fondo como se haría con un tampón, dejando el "rabito" cerca de la entrada para poder acceder fácilmente con la yema de los dedos. El "rabito" puede molestar: en ese caso se coloca la copa más adentro, teniendo en cuenta que para sacarla después habrá que introducir más los dedos. Yo la hago girar una vez colocada (sobre sí misma) para asegurarme de que se expande y no se queda plegada y tiro muy suavemente del "rabito"; si ofrece resistencia, es que ha hecho vacío y no habrá pérdidas.

Se puede llevar hasta doce horas seguidas, así que puede imaginarse lo cómoda que es. Los primeros días habrá que vaciarla con regularidad porque hay más cantidad de flujo y los últimos, según se vea, pues la sangre retenida durante varios días en el cuerpo sí que puede desprender cierto olor (a sangre "vieja", desde luego no a "pescado" ni otras idioteces que a menudo aguantamos).
Para vaciarla, se extrae tirando de "rabito", sentada en el wc, y se vuelca su contenido en el retrete. A veces es necesario presionar un poco la copa con la punta de los dedos para romper el vacío. Se lava sólo con agua y se vuelve a colocar. Si estamos en un baño donde se separan lavabo y retrete, se puede limpiar un poco con papel higiénico y al llegar a casa con agua. No se debe usar jabón de ningún tipo. Cuando acaba el periodo, se lava en agua, se vuelve a hervir y se guarda. 
La copa se presenta no normalmente en talla pequeña o S y en talla grande o L. La diferencia para usar una u otra es si se ha dado a luz o no. Después de dar a luz, puede resultar algo más difícil conseguir un vacío en condiciones y puede haber pequeñas pérdidas (mínimas) que aconsejen usar salvaslip los primeros días. Aún así, ni el coste económico ni el coste ecológico de estos salvaslip son comparables con todo el gasto de usar métodos más tradicionales (o populares).

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