martes, 8 de enero de 2013

Mi propio HTM

Sigo desde hace un tiempo varios blogs que se dedican a mostrar y a enseñar cómo se hacen sus “do it yourself”, o “hazlo tú mismo” (de ahí el HTM).
Los hay de todo tipo, pero me gustan especialmente los de manualidades (crafts, es que todo hay que decirlo en inglés para que suene ¿mejor?), los de decoración y los de ropa.
Los de decoración, sinceramente, están fuera de mi alcance. A menudo se trata de restauración y creación de muebles, de modo que sin los materiales y sobre todo la herramienta (¡y maquinaria!) necesaria no hay nada que hacer. No obstante, hay proyectos más asequibles como la decoración de jarrones, de vasos, de manteles... O la creación de cuadros de todo tipo, con frases o motivos divertidos.
Los de manualidades, para alguien con poco sentido espacial como yo, se limitan a lo que sea recortar papel, fieltro o pintar. El 3D (léase punto, ganchillo o amigurumi; y, sí, el ganchillo, aunque “quede” plano, necesita de cierta visión 3D de hilo y agujas) es un imposible para mí. Así que, a este respecto, aparte de los blogs en los que enseñan cómo hacer muñequitos planos de fieltro o cómo pintar una libreta con ayuda de una tira de encaje y un spray, cuento con la experiencia adquirida en el mini curso de Couture Club Taller que hice el verano pasado en La Luna de Madrid. En dicho curso aprendí a decorar diademas, a hacer broches o a forrar botones. Fue divertido e instructivo pero, sobre todo, ¡sencillo!
Por último, aquellos blogs en los que te enseñan cómo modificar un jersey viejo para que parezca otro (desde cómo hacerle un bordado hasta cómo transformarlo en un gorro de invierno) me resultan muy prácticos. Nos hemos vuelto bastante consumistas en una sociedad en la que está de moda el comprar y tirar para volver a comprar... así que no está de más aprender cómo hacer que aquello de lo que nos hemos cansado parezca distinto. A lo mejor no supone un gran ahorro cuando se trata de comprar lentejuelas, botones o borlas, pero tendremos la satisfacción de tener algo único y personalizado con nuestras propias manos.

Como A Beautiful Mess combina todo esto (aparte de mostrar multitud de recetas interesantes), me gustaría aprovechar para hacer una mención especial a este blog.
El blog comenzó su andadura en 2007 y sigue un ritmo de publicaciones tremendo. Aunque en un principio lo llevaba Elsie, unos años después se uniría su hermana Emma. Actualmente, ambas escriben entradas de lo más variado.
Tienen un apartado específico para sus proyectos, que comparten abiertamente con todo aquel que quiera tomar sus ideas y llevarlas a cabo. Las hay más simples y más complejas, pero son siempre muy originales. De vez en cuando hacen recopilatorios de sus DIY con un tema específico: proyectos por menos de veinte dólares, proyectos que se pueden acabar en un par de horas, etc.
 
Respecto a mi propio HTM, me inspiré en una idea de Elsie para estampar vestidos. En su caso, suele hacerlo con cartón. Dibuja una silueta bastante esquemática pero fácilmente identificable y luego la recorta. La va pintando cada vez y la imprime sobre la tela (o sobre el papel, según lo que se disponga a hacer). Me enamoré de su vestido con caballos estampados y decidí hacer algo a pequeña escala.
Por otro lado, desde hace un tiempo veo por todas partes bulldogs franceses (en la calle, en las exposiciones de fotografía, en las colecciones de moda...), así que creo que me han entrado por los ojos. Son esos perritos tan monos a los que hace años, cuando muy poca gente los tenía, yo llamaba “perros-murciélago”.
Así que teniendo la idea sólo faltaba el material: sólo necesitaba el qué (que fue unas zapatillas baratitas) y el con qué (que fueron mis pinturas acrílicas, las que me regalaron por mi cumpleaños este año y con las que aún no he tenido tiempo de hacer demasiadas cositas).
Para este HTM no hay demasiado que explicar.
Para los perros, busqué imágenes en internet que me pudiesen valer y, como yo también soy del HTM casero, las pegué en el Word para, con la regla que tiene el programa, poder medir el tamaño que quería dibujar en las zapatillas. Una vez impresas las imágenes, las recorté para dibujar la silueta en las zapatillas. Había pensado hacerlo con lápiz, pero tuve que recurrir al bolígrafo porque con el gris de base no se veía absolutamente nada. Después dibujé esquemáticamente el morro, los ojos, las orejas...
El proceso para pintar los perros no creo que requiera de gran explicación. Si no me hubiese visto capaz de hacer algo así, habría bastado con esquematizar mucho y utilizar tan sólo tres colores y sin gradaciones.
Para añadir un tono alegre e infantil a las zapatillas (si es que los bulldog franceses no eran ya lo suficientemente infantiles), me decidí por los corazones. Pensé en estrellas, pero con el método de impresión elegido creo que no se habría visto apenas lo que eran. Pensé también en triángulos de diferentes colores, pero me pareció demasiado ochentero. Así que corazones. Recordando los tiempos del parvulario, tallé un tampón con forma de corazón en una patata. Y, voilá, mojar en pintura y estampar, no hay más truco.
Por último, para separar la zona delimitada de cada motivo, pinté una franja roja sobre uno de los remates de las zapatillas. Aunque podrían haber quedado realmente bien sin esta franja, creo que el efecto que hace con los cordones y la suela negros es bastante resultón.
¡Ahora sólo toca que deje de hacer este frío para poder estrenarlas!

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