Suelo utilizar este blog como vía de escape, como forma
de ocio, sin ningún tipo de pretensión. Este blog no va de nada y va de todo,
sobre todo de lo que me gusta. Pero no soy una activista de nada. Tengo mis
ideas, mis convicciones, mis principios y mi ética y siempre ha sido así. Mi marido
dice que si fuese un personaje de rol, sería una paladina.
Llevo todo 2017 leyendo y compartiendo noticias y
artículos de opinión especialmente sobre tres temas: feminismo, orientación
sexual e identidad sexual.
Como mujer, he crecido en un ambiente consciente de la
discriminación (desde muy pequeña, mi padre me decía que estudiase mucho porque
muchas profesiones se me iban a vetar por el simple hecho de ser mujer y en el
resto me pedirían más que a ellos para destacar). Con el paso del tiempo,
especialmente como estudiante, siempre me creí igual porque las notas eran las
notas. No había otro medidor ni otra recompensa. Todo cambió al acceder al
entorno laboral y, cuanto más he leído, más discriminaciones machistas he
encontrado a mi alrededor. ¿Por qué? Porque tenía el machismo interiorizado y
no podía arrancarlo de raíz; yo era parte del todo. No era mi abuela con sus
pensamientos del siglo pasado, pero tampoco era una mujer libre ni liberada.
2017 ha sido, sin duda, el año del feminismo. Ha estado en boca de todos y si
algo es el signo definitivo de esa presencia es que hasta las grandes marcas
han usado consignas feministas para sus camisetas.
En cuanto a orientación sexual e identidad sexual, sí que
conozco a personas homosexuales que hablan mucho sobre el tema y sobre la
discriminación, los insultos, las palizas… Y me parece terrible. Y, cuando mi
hija, con dos años, repetía a todas horas y allá donde fuese que era una niña,
que era una niña, que ellA era una niñA… Vi que había algo dentro de ella que
despertaba y que nunca nadie cambiaría: la identidad sexual. Me enteré de
tristes sucesos, de suicidios de menores transexuales, de niños designados
niñas en el nacimiento y al revés, que pugnaba por decir que eran lo que nadie
más veía y que nadie les escuchaba; que se agarraban a los estereotipos que les
colocaban en el sexo que ellos sentían… Y que llegaban a la adolescencia sin el
apoyo de sus padres, compañeros ni profesores. Sufrían acoso y, finalmente, se
suicidaban porque poco a poco les habían matado.
Sobre orientación e identidad sexual no descarto hablar
más en el futuro porque son temas que despiertan enormemente mi interés, aunque
hoy por hoy no me vea afectada por este tipo de discriminaciones. Pero ya he
abierto la caja de Pandora.
Así que, de nuevo, volviendo al feminismo, sin ser
activista sí me considero activa y me gusta hablar del tema. Sobre todo, con
gente de mi entorno.
Hoy se ha convocado una huelga de 24 hrs con carácter
general, aunque las asociaciones feministas piden a los hombres que no se unan
para que se vea “el hueco”, que se vea que somos la mitad de la población y un
poquito más. Y que sólo se unan para que dejando su puesto de trabajo se vea
que van a casa para ocuparse de su cuidado y el de los niños y mayores, tareas
que realizan mayoritariamente mujeres pero que no se visibilizan ni se les da
importancia en absoluto. Se trata de una huelga laboral pero también de
cuidados, de consumo y estudiantil.
Algunos sindicatos, encima los más conocidos, opinan que
esto es “demasiado”. Les parece demasiado convocar una huelga general así, “de
repente”, para denunciar la brecha salarial o el techo de cristal. Quizá, en
lugar de reclamar ese 15 % de menos que las mujeres cobran ocupando el mismo
puesto que los hombres, sería mejor reclamar sólo un 4 % “para ir empezando”.
Por eso los paros de dos horas, supongo…
Esta huelga ha tenido muy poca cobertura mediática. Es cierto
que no soy de leer periódicos ni de encender la televisión, pero tengo muchos
amigos y compañeros compartiendo a diario noticias sobre todas las causas que
les hacen moverse (una de ellas suele ser el feminismo) y no he visto mucho
movimiento sobre este tema. Así que, cuando vi un vídeo de Marta Flich me dije:
“¿Qué está pasando y por qué no tengo ni idea?” Empecé a investigar y a hablar
con amigas y familiares que suelen estar al día de esto y que me ayudaron a
buscar información.
Yo no veía hacer un paro de dos horas durante mi jornada
laboral de cuatro. No veía entrar a la oficina a las 11:00h y salir a la calle
a las 11:30h, bajo el escrutinio de todos y todas, para subir a las 13:30h a
oír murmuraciones y miradas entre miedo, asombro y envidia (porque nunca se
sabe). Había oído en algún sitio también que la huelga era de 24 hrs pero, si
UGT y CCOO no la respaldaban, ¿quién lo hacía?
“Desde la
Confederación Nacional del Trabajo lamentamos profundamente la labor de manipulación que tanto CCOO
como UGT están realizando en numerosos centros de trabajo, dando a entender que
sólo es legal su convocatoria de paros de dos horas. Llamamos a todas las
trabajadoras y trabajadores a que combatan estas mentiras que socavan el éxito
de la huelga feminista y difundan en la medida de sus posibilidades la
legalidad de la convocatoria de huelga general de 24 horas legalizada por CNT y
otras centrales sindicales.” Lo leemos aquí.
Así que ahí estoy, subida en el carro de la huelga de 24
hrs.
Si alguien me pregunta por qué, es que no sé ni cómo
explicarme, de tan obvio que me parece.
En primer lugar, es un ejercicio de coherencia
personal. Con lo que he estado hablando y compartiendo durante un año y
también con mis propios principios. No puedo declararme feminista y después
seguir trabajando en un puesto en el que he sido y soy discriminada. A ver, por
supuesto que puedo. Tengo muchas amigas y compañeras que hoy siguen en sus
puestos por miedo, por poca capacidad económica y por un sinfín de
circunstancias. No las critico, las apoyo. Es difícil vencer esa barrera. El miedo
es poderoso y paralizante y de eso se valen quienes tienen el poder. Todos somos
presos de nuestras circunstancias y este viaje no se hace en un día. Además, a
pesar de que sean ilegales, sabemos todos cuáles pueden ser las represalias y
tenemos que estar dispuestos a aceptarlas. Cuando has hablado con un abogado y
te ha dicho que tu caso es un claro ejemplo de mobbing pero que sin pruebas
escritas y un informe de un psicólogo forense difícilmente te dé la razón ningún
juez, sabes perfectamente que la ley es una cosa y la realidad es otra. Cuando has
pasado una baja de dos meses y medio (y te la querían mantener pero tú querías
salir a luchar, sin tratamiento de ansiolíticos y terminando lo antes posible el
tratamiento psicológico) por ansiedad, sabes lo que es el miedo, claro que lo
sabes. Pero precisamente cuando emprendes un viaje a pie, porque este es un
viaje a pie y no en un asiento de cuero de clase business, acabas muy
fortalecida. Mi mente no es la que era, conozco el poder de las palabras y no
le doy ese poder a los demás.
También hay quien se pregunta por qué ahora, y yo me digo:
¿por qué más tarde? ¿a qué hay que seguir esperando? ¿no se ha creado suficiente
conciencia como para dejarlo correr precisamente ahora?
Ya hemos escuchado muchas tonterías...
Según elPP, partido que gobierna en España, esta huelga es “de élites feministas pero no de mujeres reales con problemas cotidianos”.
Por supuesto que las mujeres inmigrantes “ilegales”, las mujeres no dadas de
alta (el sector de la limpieza en el hogar y el de cuidado de ancianos en el
hogar a la cabeza, en los que no conozco a hombres), las mujeres que sufren una
tremendísima discriminación en su trabajo y las que tienen una situación tan
precaria que no pueden prescindir de un día de sueldo no secundarán la huelga. Yo
me pregunto: ¿qué hace el gobierno por ellas? ¿Por qué no hablan más a las
claras por qué los derechos se recogen en el papel pero no se trasladan a esas
mujeres reales con problemas cotidianos?
El asqueroso
derecho a importunar: “Esta justicia
expeditiva ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su
oficio, obligados a dimitir […] por haber tocado una rodilla, intentado dar un
beso, hablado de cosas intimas en una cena profesional o enviado mensajes con
connotaciones sexuales a una mujer que no sentía una atracción recíproca”
Y la falsa creencia de que ya se ha conseguido la
igualdad… En muchos casos porque las mujeres que sí tienen un buen cargo y
poder se olvidan de que quizá ellas no han sido discriminadas pero otras sí lo
son (volvemos al tema de tener privilegios, no reconocerlos y de la dificultad
de deshacerse de ellos).
“(…) la socióloga
Cristina Hernández, que ha rescatado el síndrome de la abeja reina para evidenciar la problemática del manifiesto.
Hernández indica que las que lo padecen “son mujeres con
éxito en ámbitos masculinos” que reniegan
de la sororidad. “Como ellas han llegado al poder creen que
todos pueden hacerlo, olvidando los obstáculos de clase social y género que
sufrimos el resto“, apuntaba en su hilo de
Twitter. Las socióloga destaca que estas suelen ser mujeres ciegas ante la
discriminación de clase y género y se empeñan en hacer responsables al resto de
féminas de las desigualdades que sufren.”
“Los hombres de mi generación son otra cosa, dice. "Ya están
educados de otra forma". Le respondo escéptica. "Sí, abuela, pero
quién sigue cuidando, quién coge las excedencias, quién se queja de los
horarios absurdos, de las reuniones a deshora, quién se agota teniendo mil
cosas en la cabeza". "Es
verdad, claro que no tenemos igualdad", sigue ella.”
“La contundencia del respaldo a la huelga, convocada por organizaciones
feministas, habla del hartazgo social por la discriminación de las mujeres y
del elevado nivel de concienciación sobre lo que ocurre, ya que el 80%
considera que en España predominan los comportamientos machistas, un porcentaje
más alto todavía cuando se pregunta a mujeres (87%) frente al 72% de hombres,
según datos de la encuesta sobre desigualdad realizada por Metroscopia para EL
PAÍS con 1.500 entrevistas telefónicas entre el 28 de febrero y el 2 de marzo.”
Curiosamente, por una vez España (y Francia) es pionera en
una huelga de este tipo.
“Nuestro país es,
en este caso (y en este año), la
avanzadilla del movimiento. Por eso mismo medios europeos y latinos se
hacen eco de nuestra propuesta, mientras que en los medios españoles no
resuenan las noticias sobre las huelgas del resto de regiones.”
El trabajo invisible, el no remunerado, el ni
siquiera agradecido.
“Hay
días que creo que ya no puedo más”. Lo dice Pilar, al despedirse. Cuidadora de
su padre, completamente dependiente. De su tía, “semi-válida”. De su marido, de
sus hijos. Tres años estuvo sin apenas salir de casa, al cuidado de su madre,
hasta que esta falleció.
“No, doctora, no me puede
dar la baja, no tengo contrato. Ya aguanto”. Graciela trabaja como interna en
un domicilio particular. Cuida, limpia, cocina, todo. Todo para mandar dinero
para su casa, al otro lado del océano.
—¿No está el doctor hoy, que
han dejado a las chicas?
—No, no nos ha dejado a las chicas. Hoy le atienden dos médicas. No se quejará…
—médica sustituta y médica residente suspiran. Sonríen displicentes. Una más…
Otra más…
“Ay, no doctora, eso de las
medicinas y las visitas a los especialistas se lo pregunte a mi
mujer/madre/hermana, que es la que lo sabe”. Mariano tiene 70 años. Jesús, 20.
José Luis, 81. Ninguno, nunca, se ha hecho cargo de nada en casa. “En casa las
que mandan son ellas, jajajaja”.
O el fabuloso comic “Me lo podrías haber pedido”, por el
que la carga mental en las parejas heterosexuales suele recaer siempre en el
mismo lado. Es un buen examen de la pareja mostrarle este cómic a él. Si no lo
entiende o se enfada, supongo que aún no ha pasado por esa etapa de reflexión,
aceptación y cambio.
La violencia machista, que por su peso tiene que
llamarse así, sin medias tintas. Ni de género, ni en el ámbito familiar, ni
nada. Es cierto que niños y ancianos son también blanco fácil de la violencia
dentro del ámbito familiar, pero basta echar un vistazo rápido a las
estadísticas para entenderlo todo.
“La
violencia sí es de género y no ‘de pareja’: sólo en 2017, 48 mujeres fueron
asesinadas por sus parejas. Según los datos publicados por el Consejo
General del Poder Judicial en su Informe sobre víctimas mortales de la Violencia de Género
y de la Violencia Doméstica en el ámbito de la pareja o ex pareja (en este caso
del año 2013, último año disponible), las víctimas mortales
masculinas no fueron más de 10 entre 2007 y 2013 (cinco de
estos asesinatos, además, fueron cometidos por hombres). En ese mismo periodo
de tiempo fueron asesinadas 443 mujeres. Esto supone que las muertes violentas que han
sufrido los hombres a manos de mujeres apenas alcanzan el 1,1% frente al 98,9%
de mujeres asesinadas.”
Porque hace veinte años de
la muerte de Ana Orantes, que marcó "un antes y un después". Pero,
como dice el gobierno, “no
existe un problema de reconocimiento de derechos, sino de trasladar los
derechos reconocidos al día a día de mujeres y hombres” (que no hablan de violencia machista, pero es
que esto es un todo). Que se lo digan a todas las Ana Orantes que han venido
después.
La feminización de determinadas profesiones. Muchas
veces, porque se da por hecho que las mujeres son más válidas para enseñar a
niños pequeños, para cuidar o para limpiar, sin pensar en que se nos ha
dirigido hacia esas profesiones y no es una elección natural basada en una
realidad biológica. ¿Por qué mi hija me dice que quiere ser profesora pero me
pregunta con timidez si PUEDE ser inventora?
Por ejemplo, “Solo
un 7% de las niñas se ven como científicas en el futuro”
Muy interesante: “El colegio de primaria Pompeu Fabra de
Barcelona activa los servicios mínimos al secundar todas las maestras la huelga
feminista” y “"A
la hora de decidir sobre la huelga tuvimos una contradicción: ¿se habrán
quedado en casa muchas madres del colegio cuidando a sus hijos? Seguro"”
Hoy en la fila del cole, mi hija se ha unido a ocho
compañeros en lugar de a los habituales veinticuatro. Lo que muchos hemos
pensado en la puerta: “Las mamás que se hayan quedado en casa habrán decidido
no traerlos”. Es contradictorio, pero nuestra sociedad lo es y vamos poniendo
parches. Hoy la tutora de mi hija ha secundado la huelga y me alegra
infinitamente porque sé que está siendo educada en valores. Y quiero igualdad
para mis hijas.
La cultura de la violación. Porque es INAUDITO, de
verdad, que estamos en 2018.
Mucho se ha hablado de esto, de los abusos y del acoso,
de ahí las campañas del #metoo y del innecesario #notallmen.
A pequeña y a gran escala, es todo injusto y terrible. Pero
lo de la cultura de la violación y la culpabilización de la víctima es ya un
tema flagrante. Que si qué llevaba puesto, que si por qué tonteaba con él, que
si no sabe elegir más que indeseables…
“La
investigación de la organización británica Haven, que brinda apoyo a mujeres
violadas, señaló que muchas de las mujeres encuestadas consideran que algunas
víctimas de violaciones deberían asumir una cuota de responsabilidad en el
hecho.
Entre las mujeres que les
atribuyeron parte de la culpa a las víctimas, el 75% dijo que si una mujer
accedió a ir a la cama con el agresor antes de producirse el ataque, debe
aceptar una cuota de la responsabilidad.
Poco más del 33% que así
piensa culpó a las víctimas por vestir atuendos provocativos o ir a la casa del
atacante para tomar una bebida.”
“Según
han continuado, "la violencia sexual es violencia machista y como tal debe
ser considerada". "Este juicio es un ejemplo claro de lo que
significa la cultura de la violación", han señalado, para recordar que
"hace una década vivimos el proceso judicial por el asesinato de Nagore
Laffage", un juicio, en su opinión, "injusto" y que
"desprecia los derechos de las mujeres, ya que se le concendió la
credibilidad absoluta al acusado".”
Pero es que hay motivos para temer que una mujer de 18
años, víctima de cinco tipos enormes y a la que además dejan tirada y SIN MÓVIL
(¿para qué? ¿para que no comparta la maravillosa experiencia por whatsapp con
sus amigas?), sea juzgada culpable socialmente y también judicialmente. Si no, véase el
caso de Rosa Elvira Cely.
La brecha salarial, el techo de cristal, la
discriminación en los procesos de selección, el castigo a las madres
y a las madres que se acogen a sus derechos de conciliación… Dentro de mi
sector soy una persona que no cobra mal, eso está claro. Y tengo una jornada
que me permite disfrutar de mis hijas y, después de atravesar un 2015 muy duro,
una auténtica crisis personal y laboral, puedo decir que hoy soy otra persona.
Pero eso no quita que yo o gente de mi alrededor (sigo
hablando de mujeres) sigan escuchando estas frases, 100% verídicas y de primera
mano:
* ¿Cuántos años tienes? ¿Y estás casada? Buf, pues con 28
años estarás deseando tener hijos.
* ¿Estás embarazada? Por lo menos no das a luz en temporada
alta.
* ¿Estás embarazada? Con la edad con la que te contraté no
creí que me fuese a enfrentar a este problema.
* Mañana quien quiera que haga huelga, pero que se quede en
casa también el 9.
* Es una desagradecida que en esta empresa no ha hecho más
que parir.
(testimonio) Mientras yo le hacía preguntas a mi jefe, cuando
me contestaba miraba a mi compañero como si yo no estuviese allí ni hubiese
hecho la pregunta.
Y una puede
sumarse de muchas formas diferentes.
Hoy hay en Madrid una marcha que parte desde Atocha a las
19:00h y que terminará en Plaza de España. Puede que no hagas la huelga, pero
puedes manifestarte de muchas otras maneras.
Si sales a la manifestación pero no haces huelga, serás
una “lista” porque protestas sin que te duela el bolsillo. Si haces huelga pero
no vas a la manifestación, serás una “cara” que protesta con todas las
facilidades desde su sofá (eso me dijeron cuando, embarazada, secundé la huelga
contra la reforma laboral pero no asistí a la manifestación por miedo a recibir
algún golpe o verme aplastada entre el tumulto). Siempre lo harás mal, parte de
ese punto.
Si no quieres salir a la manifestación o no puedes
(porque hay quien no puede delegar en maridos – que no tienen o que están fuera
– o en abuelas – que también están llamadas a la huelga –), también puedes
relajarte hoy en casa. Ni una lavadora (aunque las lavadoras sean tuyas y el
baño suyo). No hacer ni comprar cena. Seguro que se puede picotear fruta,
frutos secos y yogur como en un buffet de hotel.
También puedes simplemente tomarte unos minutos para
reflexionar. Para ver si tienes privilegios, para ver si eres una afortunada. Para
ver qué falla y que puedes cambiar en ti y en tu entorno.
Yo sé que soy una afortunada porque a pesar de haber
dinamitado mi carrera profesional con dos embarazos, dos permisos de
maternidad, excedencia y reducción de jornada, otras mujeres (y otras
familiares) no pueden plantearse prescindir de su sueldo para conciliar su vida
laboral y su vida familiar, repartir su tiempo entre sus aspiraciones
profesionales y el tiempo de calidad con sus hijos. Yo sé que soy una
privilegiada porque aunque en mi país aún se sufre violencia obstétrica no he
nacido en África o en India.
Pero he cambiado también muchas cosas en el camino. He dicho
machistadas de las que hoy me avergüenzo profundamente. Tanto, que no puedo ni escribirlas en este blog anónimo.
Y estoy orgullosa de haber abierto los ojos de muchas
personas a mi alrededor además de, por supuesto, haber abierto mi propia mente.
No callar ante los micromachismos (que no por micro no dejan de ser un programa
bastante macro) es una forma de reivindicación también:
* ¿Me estás diciendo que si tienes una hija no le vas a
dejar volver a las tantas de la mañana pero a tu hijo sí? ¿No te parece
suficiente con la discriminación que va a sufrir en la calle como para
discriminarla dentro de casa?
* No repitas eso de “qué habrá hecho para llegar donde está”,
porque presupones que no ha trabajado duro y que se ha prostituido.
* No repitas eso de “yo ayudo en casa”. Si haces tu parte,
haces tu parte. Así que dilo como es.
* ¿Cómo puedes decir que “esa
tía está buena” si es una cría? Ni será mayor de edad (16 años frente a 25…
ante la respuesta de “todo lo que sangra es caza”, se acabó el diálogo y la
amistad)
Me enorgullece que mis amigos también vayan avanzando en
todos estos aspectos, sobre todo los hombres que, volvemos a las mismas de antes,
por privilegiados a veces no ven tan claro el problema. Hoy paran los chistes
machistas y las fotos sexistas en los grupos de whatsapp.
Mi agradecimiento a Aitor Sánchez, de “Mi dieta cojea”,
por poner palabras a algo que yo no suelo poder explicar cuando explico por qué
TODAVÍA y HOY es necesario el feminismo.
“Siempre
que debato con otros hombres sobre el feminismo ayuda mucho la perspectiva de #AlRevésNoPasa. A mí me ayudó mucho a
ser consciente de nuestros privilegios. Y quiero que veáis algunos ejemplos:
No debería ser un problema
que es una empresa / entrega de premios / asociación / asamblea profesional
aislada... haya más hombres destacados, pero es que #AlRevésNoPasa.
Hay muchos hombres mediocres
en puestos directivos, en cargos de representación, dirección de empresas, pero
es que #AlRevésNoPasa.
Tú te vuelves tranquilo a
casa,
Tú terminas una conferencia y no comentan tu ropa por encima de tu
intervención,
Tú eres el que todo el mundo presupone que dirige la empresa,
Tú eres al que mira el camarero al apuntar la
comanda,
Tú eres al que le traen la cuenta tras cada comida,
Tú eres al que le explica el carpintero de la reforma cada cosa,
Tú eres el que no está discriminado solo por el hecho de ser hombre,
Y #AlRevésNoPasa
Y si se os vienen a la cabeza
excepciones, son precisamente eso: excepciones anecdóticas ante una norma.”
Será porque sigo teniendo interiorizado lo de no
vociferar, esperar mi turno, etc. Cosas que las buenas chicas aprenden pero los
chicos no, porque ellos viven en el “quién es el más fuerte (o el que más
grita) del corral” en el que esta mierda de sistema también los ha sepultado.
“Creemos que lo que nos están pidiendo nuestras
compañeras es precisamente que pensemos nosotros qué hacer con todo esto, que
escuchemos activamente; preguntar no puede ser la manera de seguir sin responsabilizarnos.
Dime que te molesta que no esté limpio el baño y yo lo limpio, pero si no me lo
dices no lo sé. No, esto no va así, esto se trata de que te moleste a ti que el
baño esté sucio, de que te responsabilices de lo que pasa a tu alrededor, no de
si el baño está limpio o no, sino de que te hagas cargo, de que lo incorpores
como algo tuyo, de que te involucres, pero no por ceder a los deseos de otra
persona.”
“Por eso os proponemos que empecemos a pensar qué
hacer el 9 de marzo y olvidarnos un poco de la preocupación de si el feminismo
nos deja o no espacios como personas, si es una lucha de todos o solo de las
mujeres, si nos ataca o no nos ataca, si es mejor ese o aquel modelo de
masculinidad que hemos leído en un libro o hemos escuchado en la radio.”
Así que así estoy pasando mi mañana, en casa, en modo
protesta.
Y no me quedo para tener un día adicional de vacaciones
(porque no me lo pagan). Tampoco me quedo para poner lavadoras ni preparar
táper. Tampoco me quedo para que mis hijas disfruten de un día sin cole ni para
hacer trámites burocráticos. Me quedo para ser pesada. MUY PESADA.